Capítulo 21: Reencuentro (1/2)

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—¡Por todos los dragones, Arturo, acabas de herir a un muchacho!— grita Merlín, corriendo cuesta abajo al igual que el rey.

Al menos dos docenas de guardias van tras ellos.

—¡Él se atravesó!

Normalmente la puntería del rey de Camelot era excepcional, sin fallo alguno, y de hecho sí hubiera dado a su objetivo principal –que era la mujer de aspecto malvado– de no ser por qué el chico de cabellos largos efectivamente se cruzó en el fuego. Ahora ambos tratan de llegan a donde están todos esos chicos con urgencia.

—¡Jay!— Mal trata de detener la hemorragia y curarlo con su magia, pero en ese instante se siente demasiado cohibida con todo lo que está pasando y el hecho de que Jay no deje de gritar no le ayuda— ¡Carlos, sujetalo!

El peliblanco obedece. Cierra los ojos con fuerza cuando siente la sangre de Jay empapar sus manos y los gritos de dolor desgarradores que lo hieren profundamente. Jane y Audrey tratan de ayudar también.

—Sacaré la flecha— avisa Mal.

—¡No!— detiene Carlos—. Se desangrará más rápido.

—¡¿Y qué mierda quieres que haga?!— grita Mal.

Jay se retuerce, tratando de aliviar su dolor. Es vagamente consciente de la discusión que se ha iniciado entre Mal y Carlos, pero no tiene la fuerza para callarlos.

El Rey y el hechicero no tardan en llegar a la escena, con todo el batallón tras ellos. Lucen agitados, asustados e igualmente preocupados por la vida de ese desconocido que peligraba por culpa de Arturo.

—¡Merlín, ayúdale!— exige Arturo.

—Aquí no tengo lo necesario. Mi magia está débil y sólo podrá detener el sangrado, y en el mejor de los casos, extender su vida lo suficiente como para ir a casa. Necesita que Gaius lo sane.

Mal y Carlos, incluso Jane y Audrey miran a los dos desconocidos discutir sobre lo que harán entre ellos ignorando su presencia. Jay vuelve a gritar y llama la atención de los todos nuevamente.

—¡Debemos irnos ya!— urge el rey.

—¡¿Quiénes son ustedes?!

—¡Deja de gritar, Mal!— pide Carlos—. ¿Quiénes son?

—Yo... Eh... Traté de detener a la mujer que se llevó a la chica... Y, bueno, su amigo se cruzó y yo...

Arturo les muestra su ballesta llevando una mano a la altura de su rostro, con la palma extendida como muestra de paz.

—Fue un accidente— dice con rapidez.

—Arturo...— advierte Merlín sin quitar la vista de la chica de cabellos morados. Sus ojos verdes, así de iluminados, no le da buena espina.

—¡Fue un accidente!— vuelve a decir. Mal ha comenzado a avanzar hacia él—. Le ayudaremos. Estará bien. Sólo deben seguirnos a un lugar seguro no muy lejos de aquí.

—¡Hirieron a mi amigo!

Mal pasa de ser una muchacha cualquiera a una verdadera amenaza para el rey de Camelot.

Una flecha sale disparada de la nada en su dirección. Ella la detiene a escasos centímetros de su cara y la parte en dos sin dejar de avanzar.

—¡No ataquen!— ordena Arturo.

—¡Arturo! — insiste Merlín—. Hay algo realmente peligroso en esa chica.

El pecho de Mal hace ver su respiración agitada. Un humo morado comienza a rodearla. Merlín obliga a Arturo a retroceder, al tiempo que la chica terminaba por perder totalmente el control sobre su magia.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora