Capítulo 24: El cetro de la princesa con una corona rota

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Mal, Carlos, Jane y Audrey ingresan a la habitación donde Jay está. Lo ven sentado en la cama, su torso desnudo debido a la improvisada férula hecha con tela que mantenía su brazo inmóvil para evitar que se lastimara.

La medicina en Camelot no era tan avanzada. Al haber siempre guerreros heridos, el médico de la corte ha tenido que improvisar.

—Jay— Mal suspira de alivio al verle—. ¿Cómo estás?

—Me duele.

—No es para menos. Una flecha te atravesó— dice Carlos, acercándose a la cama—. Debe doler muchísimo.

Lo que nadie sabe es que Jay no se refería al dolor de su hombro lastimado, si no al de su corazón.

Sus ojos brillosos fueron confundidos como algo normal por lo que acababa de pasarle. Nadie vio más allá. Nadie, excepto Audrey. Por alguna razón ella sí vio su gesto herido por un dolor más allá de lo físico.

—¿Ya te enteraste? ¡Lonnie está viva!— Carlos lo mira emocionado—. Tenías razón. Siempre la tuviste.

Jay sonríe, asintiendo, olvidando por un momento lo que ocurrió entre ellos, realmente se siente feliz de no haberse equivocado. Ella está viva. Después de todo... Ella está viva.

Pediría verla después. Ahora sabía que tratar el tema de su mejor amiga a la que no pudo detener debido a la flecha que salió de la nada. Lonnie le explicó algunas cosas, sobre quien fue y dónde estaban, pero no todo. Mira a Mal, toma su mano.

—Sobre Evie...

—¿Alguien más sintió que Grimhilde estaba controlandola?— pregunta Audrey.

—¿Un chantaje, tal vez?

—La conocemos. Evie jamás se iría de la forma en la que lo hizo— dice Carlos—. Evie jamás nos abandonaría.

—Ella quería hablar conmigo. Yo no le hice caso— se lamenta Mal, enterrando las uñas en las palmas de sus manos—. Me concentré tanto en otras cosas que olvidé que Evie también estaba sufriendo. Ignoré todas las señales. La dejé de lado...

—Sí, puede que quizás algunas cosas le afectaron más a que nosotros— admite Carlos—, y quizás también debimos hablar sobre lo sucedido en la oficina de Ben. Tal vez también debimos preguntarle cómo se sentía o al menos hacerle ver que estábamos juntos en esto.

—Evie se rompió frente a nosotros y no hicimos nada— finaliza Jay, con amargura—. Somos los peores amigos que existen.

Jane y Audrey observan a los VK's sin decir nada. La culpa por lo de Evie al parecer tenía a los tres muy mal.

Pasan un buen rato, hablando sobre si deberían quedarse o no, analizando los pros y contras sobre su estadía ahí. En realidad no había muchas opciones. Estaban cansados, hambrientos, desesperados, sin muchas salidas. Así que decidieron lo que cualquiera en su lugar haría; aceptar la propuesta del rey Arturo.

Mal, Carlos y Jane se despiden, alegando tener que ir a informar sobre su respuesta.

Audrey se queda atrás, ella quiere hablar con Jay a solas.

Cierra la puerta, toma un respiro y se gira, entrecerrando los ojos en dirección de Jay cuando lo ve tratando de hacer algo que lo tenía en una posición muy extraña. Su brazo bueno doblado, tratando de llegar a un lugar en su espalda.

Jay no nota que Audrey no se ha ido. Suelta un bufido, dos maldiciones, antes de darse cuenta de que ella sigue ahí.

—¿Qué intentas hacer? — le cuestiona la princesa con una ceja alzada.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora