Capítulo 30 : ¿Arrepentimiento? (Parte 1)

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Merlín ha pedido a Arturo no decir nada sobre su resurrección hasta que encuentre una forma de enfrentar a su hijo, quien por cierto, según el rey, mantenía una postura clara sobre qué lado estar, sin embargo el pelinegro teme que al verlo con vida decida volver con Morgana.

El hechicero está tomando un baño en su cámara personal. Está relajado, metido en su tina, pensando sobre todo lo que está por pasar. Lleva agua a su cabeza, moja su cara y suspira. Mechones húmedos se pegan a su frente, y solo cuando el agua deja de nublar su mente, nota la figura femenina bajo el marco de la puerta.

—¡Nimueh!—exclama. La mujer ensancha su sonrisa sin despegar la mirada del hombre.

—Hola. Has despertado mucho más pronto de lo que esperaba— comenta ella, deslizando sus ojos por la piel que estaba al descubierto—. No pude decirle a Arturo que tenía que ir a sacarte de aquel lugar... por lo que veo te las ingeniaste bien.

—¿Lo sabías?

—Yo lo sé todo.

Merlín frunce el ceño y echa la cabeza hacia atrás, una mano acomodando su cabello para quitárselo de la cara. Recarga los brazos en los bordes de la tina y no se preocupa de estar totalmente desnudo frente Nimueh. No es nada que ella no haya visto antes, siendo honesto, no tenía motivos para comenzar a tener pudor justo ahora.

—Realmente creí que sería mi fin— confiesa. Ella sabrá entenderlo.

—Lo sé. Gracias a eso tu hijo cambió el rumbo de esta historia. Tu muerte lo inspiró a querer hacer el bien.

Merlín sonríe al escuchar eso último sin despegar la mirada del techo de piedra. Sus músculos se tensan ahora que el recuerdo de Morgana interfiere con el de su hijo sin remedio alguno.

—Estaba pensando... ¿Hay posibilidades de ganar? ¿Realmente ganaremos a Morgana?

—Las hay, sí.

—¿Pero...?

—Sabes que hay reglas que ni yo puedo romper. No puedo decirte más.

Merlín suelta el aire y señala tras la mujer, donde está su toalla colgada. Ella capta el mensaje y se la tiende poco tiempo después. Él se incorpora.

—Me extraña que estés aquí. La última vez que nos vimos estabas muy enojada conmigo— murmura Merlín enrollando la toalla en su cintura, el agua goteando por su cabello, deslizándose por sus hombros y espalda—. Jamás me cansaré de disculparme por...

—¿Por no poder amarme? — lo interrumpe. Merlín sonríe un poco, asintiendo—. No me importa ahora. He venido porque no quiero a Morgana gobernando estas tierras.

Merlín sostiene la mirada de Nimueh por lo que le parece una eternidad.

El pequeño cuarto de baño repentinamente se ve envuelto en una tensión fácilmente palpable. El hechizero carraspea cuando siente que la situación está tomando un rumbo equivocado.

—Debo preparme ya— informa.

Ella asiente. Mira a su alrededor, precavida, colocando una mano en el pecho húmedo de Merlín cuando éste intenta pasar por su lado.

—Eres inmortal, sí, pero aún así debes cuidarte mucho de la magia de Morgana.

—Lo sé. Morir duele como el infierno.

—¿Aún la amas?

Merlín acepta el beso en los labios que Nimueh le da. Cierra los ojos unos momentos.

—Siempre lo haré— contesta muy cerca de su boca—. Pero a ti también te quiero, Nimueh.

Ella acaricia sus pómulos con sus pulgares, mira sus intensos ojos azules y por último acuna su rostro con ambas manos.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora