Capítulo 6: Ruptura

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Siete días transcurrieron en Auradon desde que las cosas comenzaron a ponerse realmente serias. Siete días apenas, y ya se sentían como una eternidad. Las cosas simplemente no estaban bien.

Mal no había visto a Ben desde esa vez que salió luego de la reunión con Maléfica. Cree que debió estar lo suficientemente ocupado como para no ir a dormir ninguna de esas noches a su lado. Tampoco puede sentirse excluida, pues se le han encomendado tareas acordes a su futuro puesto a desempeñar. Junto con Evie ella ha coordinado el envío de ayuda y recursos para los afectados y sobrevivientes de los ataques, lo que la ha mantenido ocupada, pero no lo suficiente como para no preocuparse por él.

Además estaba el problema de los ciudadanos, quienes se comenzaban a preocuparse y a alterarse por los disturbios. Mal ha intentado tranquilizarlos, pero ni ella misma sabía realmente lo que estaba sucediendo más allá de su reino. En esos momentos realmente espera que Maléfica llegue a dar noticias sobre cómo detener al causante de todo.

Es alrededor de la media noche cuando la puerta de su habitación se abre, revelando la figura maltrecha y cansada de Ben.

—¿Ben?— él no dice nada. Avanza hasta llegar a su lado, se sienta—. ¿Qué pasó? ¿Dónde estabas?

Mal enciende la luz de la habitación. De inmediato nota que la armadura de Ben está manchada de sangre seca (la cual deduce que no le pertenece) y de suciedad. Su pelo está revuelto, tiene ligeras heridas en su rostro, unas horribles ojeras bajo sus ojos también. Además.. Se ve roto. Roto y completamente destrozado.

—Detuvimos el avance de unas tropas que se dirigían a Charmington— murmura con voz ausente—. Afortunamente el Hada Madrina usó su magia y no hubo mucho daño colateral, pero... hubo una lucha con los que pudieron escapar. Yo nunca...  Yo nunca me había vuelto involucrado en algo semejante.

Los ojos se le llenan de lágrimas cuando los labios de Ben se fruncen una mueca de tristeza. El corazón de Mal se rompe al verlo en ese estado. Imagina lo que debió hacer, lo que estuvo obligado a hacer.

Ben se limpia la nariz. Ella no encuentra algo que logre reconfortarlo y se acerca para ayudarle a quitar el peto y la armadura manchados. Él no se lo impide. Está agotado, física y mentalmente.

—Mañana saldré con mis hombres hacia el Bosque de Sherwood, cerca de Camelot Heights. Creemos que ahí pueda estar la guarida principal— avisa.

—No estás en condiciones. Deja que los chicos y yo nos encarguemos de investigar la zona.

—No— fija su mirada seria en Mal—. Ninguno de ustedes se involucrará.

—¿Por qué? Yo tengo magia, no estaremos desprotegidos.

Ben niega nuevamente con la cabeza. Toma el rostro de Mal y une sus labios en un beso firme que ella no duda en corresponder.

—Desearía nunca haber derribado la barrera— confiesa él, apenas alejado a unos centímetros de sus labios—. Un rey que elige avanzar... Es la tontería más grande he dicho.

—¿Qué dices?

—No merezco ser rey. Me equivoqué de una manera tan horrible que muchas personas están muriendo justo en estos instantes. Soy un chiste, Mal. Dejé que mis sentimientos por ti nublaran mi juicio.

Ella se separa para mirar sus ojos. Hay algo que lo han hecho alejarse de golpe, como si acabara de recordar algo muy importante. En su rostro no hay nada. Absolutamente nada. Intenta estirar su mano para tocarlo pero rechaza su contacto de forma inmediata.

—Por ese motivo he decidido que debemos terminar nuestro compromiso. Y no solo eso, si no también nuestra relación. Por completo.

—Es una broma, ¿cierto?

—No. Con todo lo que está pasando definitivamente no jugaría con algo así.

Mal abre la boca, herida, completamente confundida y muy, pero muy decepcionada de Ben.

—¿Esto es idea tuya, Ben? —pregunta con calma, quitándose las sábanas de encima—. Dime la verdad y dime que has sido tú el que decidió no seguir con lo nuestro. ¡Habla!

Él no se atreve a hablar. Hace una mueca, sus músculos tensandos marcados aún bajo la tela de esa fina camisa resacada.

—No lo has decidido tú— afirma Mal—. ¿Quién fue? ¿Tú padre, el consejo?

—No puedo estar contigo. No pienso con claridad... Yo... Todo lo que sucede no debería estar pasando. Si yo hubiera pensado las cosas mejor nada de esto estaría sucediendo. Lonnie no hubiera muerto. Las personas inocentes que han perdido la vida tampoco.

—¿Estás escuchándote? ¡Me estás culpando por todo lo que está pasando! Me estás... ¿Crees que esto es mi culpa?

Nuevamente él no contesta. Mal se pone de pie, yendo directo al closet para comenzar a sacar todas las cosas. Las arroja sin cuidado alguno. Se niega a llorar.

—No importa de quien es la culpa— Ben trata de enmendar lo que el peso de su silencio han causado—. El hecho de que sea rey hace que todo recaiga sobre mí. Así que...

—Vete a la mierda.

Mal no quiere seguir escuchando más. No está en condiciones justo ahora de querer enfrentarlo. No cuando en realidad sí cree que todo es su culpa.

—Mal...

Ben toca su brazo y de inmediato Mal lo aparta con brusquedad. Su simple contacto causan un efecto no tan grato en esos instantes que es insoportable para ella.

—¡Aléjate, Benjamin!

—No hagas esto. No puedes. ¡No puedes hacerte la víctima!

Mal se ve así misma tan herida que no puede detener la cachetada que suelta sobre la mejilla de Ben. Él gira la cabeza hacia un lado por el impacto.

—Te amo, Ben. Te amo y de verdad lamento demasiado todo lo que está pasando— murmura Mal—. Pero no dejaré que quieras culparme aún y cuando yo estaba dispuesta a irme a la Isla. Yo no te obligué a derribar la barrera, yo te di opciones.

—Mal, por favor, entiéndeme.

La chica presiona los labios con fuerza.

—¿Sabes qué? Esta bien, terminamos, pero por desgracia tendré que seguir viéndote. Cuando mi madre y yo logremos detener todo esto no volverás a saber nada de mí.

Bien asiente.

—Está bien, Mal. Como tú lo decidas.

—Date cuenta, Ben, que acabas de perder a la única persona que creyó en ti, y no por obligación, sino porque realmente creía que tú podrías marcar el cambio para todos. Veo que no es así. Aún tienes miedo a gobernar y eso es algo que jamás te permitirá avanzar.

Sus palabras golpean a Ben mucho mas fuerte que cualquier golpe físico que pudiera darle.

(...)

En un lugar recóndito de las montañas hay una guarida secreta donde se ocultaba cierto hijo de villano.

Observa a la figura tendida sobre un catre viejo, llevando una mano para acariciar su cabello con delicadeza y demasiada ternura para alguien como él.

La chica que mantiene secuestrada se remueve. Hay lágrimas en sus mejillas nuevamente, murmura nombres y parece tener un sueño intranquilo.

—Todo está bien, Li Lonnie. Ya pasó lo peor. Nadie te hará daño ahora. Estás a salvo.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora