Capítulo 32: Escapando al estilo VK

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—Paso.

—Paso— dice Jay seguido de su novia.

—Voy— murmura Mal, echando nuevamente un vistazo a sus cartas—. Y doblo mi apuesta.

Arroja otros dos paquetes de galletas al centro del círculo improvisado que han formado entre todos y desliza una sonrisita de superioridad.

Recibe varias miradas de enojo y bufidos también.

—Paso— terminan de decir el resto, excepto Audrey y Kheaden.

Los tres intercambian una mirada retadora. Audrey baja sus cartas. Tiene una escalera. Mal se ríe y es la segunda en bajar sus cartas.

—Lloren y arrodíllense ante la reina. Full.

Alarga las manos para tomar todos los paquetes de galleta, pero antes de hacerlo Kheaden se aclara la garganta y muestra sus cartas.

Póker. Te gané, preciosa.

En ese instante el suelo vuelve a estremecerse, pero nadie se inmuta. Se ha vuelto habitual, pareciendo imposible que aquellas paredes puedan caerse alguna vez. Y, cansados todos, han decidido desistir de sus intentos de encontrar una manera de salir.

Mal mira asesinamente al pelinegro, quien tenía el premio ahora. Él sonríe petulante, la satisfacción de ganarle a la chica haciendo de ese momento aún más glorioso. No lo disfrutaría tanto si le hubiera ganado a alguien más, de eso está seguro. Descubrir aquello lo hace sentir extraño.

—Bien, ¿otro juego?

—¡Quiero salir de aquí!— grita de pronto Uma.

—Mal, conviértete en dragón y derriba el techo— sugiere Carlos, sonriente, como si se le acabase de ocurrir la idea más extraordinaria de todas.

—Y morimos todos por aplastamiento. Excelente idea, Carlitos— Jay rueda los ojos. Carlos se enoja.

Amr lleva una mano a su frente y masajea la piel soltando un suspiro exasperado. Mientras que el par de chicos discutía, el toma su espada y mira a Lonnie. Ella capta su mensaje y se acerca a donde está, guiada por aquel nerviosismo en la boca de su estómago conforme se acercaba al príncipe.

—¿Cómo sigue, mi lady? — pregunta.

—Mejor. Me enteré que gracias a ti se desplegaron varios escuadrones para mi búsqueda.

—La princesa fue la que la encontró. Yo la seguía solamente porque no quería que se perdiera— confiesa. Lonnie sonríe mirando a Audrey—. Todo el crédito se lo llevan sus amigos y su novio— se aclara la garganta con esto último—. Lo importante es que ya está a salvo.

—Sí... supongo.

Amr asiente correspondiendo su sonrisa.

—Jane... ¿Qué haces? — pregunta Carlos a su novia, mirando sus manos rebuscar dentro de su mochila con desespero—. ¿Se te perdió algo?

Ella se niega a responderle. Pone la mochila boca arriba y saca todo el contenido. Salen toda clase de cosas, hasta el final una objeto alargado y ornamentado finamente con joyas.

Una varita. Una varita mágica.

—¿Eso es...?

—Sí. Verás, ¿recuerdas cuando te dije que iría de visita con unos familiares y me fui por un tiempo? — Carlos asiente, boquiabierto—. Te mentí. Esa ocasión hice mi periodo de iniciación como hada. Me la obsequiaron al terminar.

Ella toma la varita entre sus dedos, mucho más pequeña que la de su madre, pero igualmente poderosa. Sonríe tímidamente a su novio.

—¿Es bonita, no?

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora