Capítulo 31: El inicio de la batalla.

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Alguien empuja a Jay dentro de la habitación designada para mantener a los VK's y AK's a salvo. Él cae, rápidamente poniéndose de pie para encarar al guardia corpulento que bloquea la salida.

—¡Déjame salir, maldito!—le cierran la puerta en la cara, y enojado, la comienza a golpear con ambos puños.

Mal, Uma, Audrey, Jane y Carlos están adentro de ese lugar y se ven despreocupados. O al menos eso parece.

—Jay— suspira Mal—, es irrompible. Está encantada.

Jay sigue golpeándola aún cuando escucha eso. Audrey lo observa atentamente, creyendo que se ve demasiado atractivo así de enojado. Carlos está con Jane en una de las camas, comiendo tranquilamente lo que parece ser galletas.

Befale maj dugo— lo anima, hablando con la boca llena.

—Cariño, traga antes de hablar, puedes atragantarte— murmura Jane limpiando migajas de la comisura de su boca. Carlos se sonroja y se disculpa.

La puerta es abierta nuevamente, por ella ingresa Lonnie. Amr y Kheaden la escoltan.

Ella ya estaba mucho mejor. La magia de Merlín ayudó a que el proceso de curación fuera más rápido. Sin duda su magia había fortalecido con todo lo que había pasado. Al ver a todos ahí adentro la hija de Mulan comprende que la han llevado ahí no precisamente para ayudar a librar la batalla.

—¿Qué es esto? — exige saber Lonnie.

—Es por su bien, lady Lonnie. Aquí estarán a salvo.

Tras ella, Amr se disculpa en silencio una vez más y plenea salir, pero no se lo permiten. Tampoco a Kheaden.

—Órdenes del rey— exclama un guardia antes de dejar al rubio y al pelinegro dentro, junto con los demás.

Amr tarda en asimilar lo que acaba de pasar, trata de abrir la puerta pero le es imposible. Está sellada ahora. Él mismo ayudó a que sólo se pudiera abrir desde afuera.

Arturo claramente no se arriesgaría a perder a su única descendencia. Debió haber previsto aquello. Él aún seguía siendo un niño a sus ojos.

—¡No es posible! — grita, enojado, pues él debería estar liderando sus tropas.

Mal rueda los ojos al ver el berrinche del príncipe.

—Bienvenido al club, principito— murmura. Kheaden ríe con desdén y se acerca al asiento disponible al lado de Mal—. ¿Hola?

Al decir esto, sus ojos verdes se enfocan en el joven de cabellos negros cuyo gesto luce despreocupado. Incluso hay una sonrisa en sus labios e intenta averiguar si es de felicidad y otra cosa. Desvía la mirada cuando los ojos azules del desconocido la enfocan.

—Soy Kheaden.

—Mal. Tú eres ese chico, el hijo de Merlín— recuerda. Mira con interés al joven—. ¿Tú también puedes controlar dragones?

—No— Kheaden vuelve a reír—. Aunque me gustaría. Escuché que tú... puedes transformarte en uno.

Mal asiente, los brazos cruzados sobre su pecho. Forma un mohín con sus labios mirando al frente, pensativa.

—No siempre, pero sí— comparte.

—Eso sí es interesante— Kheaden parece absorto. Mal le guiña un ojo.

Él sonríe aún más. Increíblemente cómodo con la compañía de la chica.

Mientras tanto, Jay habla con Lonnie en susurros, apartados del resto. Él está tenso, por la presencia del hijo de Merlín en aquella habitación. Trata de no pensar mucho en eso.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora