Mal mira a su alrededor, confundida, no entendiendo como es que está en uno de los tantos salones del castillo de la familia Beast. Ni siquiera recuerda haber despertado esa mañana, ni haberse puesto aquel vestido veraniego color morado. Da varias vueltas en su lugar.
—¡Ahí estás!
Su corazón se acelera al escuchar la voz de Ben tras su espalda. Se gira, sin poder creer que esté ahí.
—Te he estado buscando toda la mañana— comenta, bajando las escaleras, una mano acomodando su cabello—. Quedamos en ir juntos a... ¿Todo bien, amor?
—Ben— lo llama, acercándose a él hasta tomar su rostro con ambas manos—. Ben.
Él ríe suavemente, tomando sus manos al tiempo que bajaba a sus labios para depositar un beso.
—Ese soy yo— afirma. Su sonrisa crece. Se ve relajado y... enamorado.
Mal observa sus ojos verdes a detalle. Brillantes, llenos de amor, sin rastros de amargura u odio como los recordaba. Toca sus mejillas con cuidado, sintiendo todo aquello demasiado real. Pero no podía ser. No, porque ella está Camelot y él en Auradon.
Ni ella ni sus amigos habían vuelto a Auradon. Las cosas no estaban bien. Aún hay una guerra que librar.
—¿Mal?— en rostro de Ben se torna preocupado. No, más bien aterrorizado.
—¡Ben!
Él se desvanece de un momento a otro, el lugar a su alrededor también.
De pronto ya no está en el castillo, si no en un lugar oscuro.—¡Ben!— lo llama, desesperada— Por favor... no te vayas.
Mal despierta, agitada, lágrimas en sus ojos indicando lo mal que ese sueño la puso.
Lleva una mano temblorosa a su frente, suelta el aire lentamente antes de sentarse sobre la cama. Mira el cielo oscuro afuera, dándose cuenta de que es demasiado temprano.
Sabe que no podrá conciliar el sueño, por lo que decide levantarse ya y revisar los planos que Arturo le proporcionó sobre el perímetro que le tocará cubrir.
Cada día falta menos para ese día.
Mientras tanto, en la armería de Camelot, se encuentran Jay y Lonnie alistando sus armas.
—Lonnie, pasame el escudo, por favor— pide Jay. No obtiene respuesta alguna.
Ceñudo, deja de sacarle filo a la espada que le han proporcionado y mira a Lonnie, quien parece absorta en el escudo de Camelot. Nuevamente tenía ese gesto perdido, ese ligero temblor en las manos, que aunque mucho más ligero que otras veces, aún notable a los ojos de los demás.
En realidad su mente está muy lejos ahí. En ese hijo de villano que tanto daño y trauma han causado en ella.
Las noches son eternas desde que se enteró que encerrarían al hijo de Shan Yu en los calabozos, no lo suficientemente lejos como para temer que escape y vaya por ella.
—¿Estás bien?
—Sí— responde de manera automática—. Es solo que...— trata de pensar en una excusa, pero no se le ocurre nada.
—¿Tienes miedo, pequeña guerrera? — le pregunta. Hay un toque burlesco en aquellas palabras.
—Bueno, sí, un poco. Lo que cualquier persona cuerda tendría en estas circunstancias.
Jay le cree de inmediato. Él también tiene miedo, aunque jamás lo diría en voz alta. Se acerca a su novia y la abraza, sin saber realmente qué más hacer. Lonnie se deja, encontrando en ese gesto valor para querer dejar de seguir ocultandole cosas. Sin embargo no es suficiente. Aún no.
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C H A O S ¦ Descendientes
Fanfiction¿Cuánto tiempo se habría esperado que la paz durara en Auradon luego de que la barrera fuera derribada? ¿Acaso los héroes habían planeado un plan de contraataque en caso de que los villanos decidieran alzarse nuevamente en su contra? El caos se desa...