Capítulo 45: La esperada reunión familiar

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Amr sujeta la mano de Audrey con fuerza. No quiere soltarla, no quiere que ella se vaya de su lado, aunque tampoco quiere llevarla al lugar al que irá.

Le pidió que desistiera de la idea de pelear, ella se negó. Entonces la amó un poco más, por su valentía, por su compromiso de luchar.

—Volveré a tu lado y tú al mío— prometió él—. Y cuando eso suceda, bella princesa, te convertiré en mi reina si así tú lo deseas.

No hubo una respuesta con palabras, sino con un beso largo y pausado que Audrey inició, repleto de sentimientos encontrados de ambas partes. Lento, cariñoso, sin ánimos de más. Solo el hecho de demostrarse cuánto se querían era suficiente.

Él sujeta sus mejillas, la calidez en su pecho expandiéndose, fuegos artificiales haciendo explosión tras sus párpados cerrados. Audrey se siente igual. Es correspondido.

—Aún si ya no tienes reino que gobernar, Amr, me quedaría a tu lado por el resto de mi vida— asegura a escasa distancia de sus labios—. Me tocó entender por las malas que tener un reino no lo es todo. Te amo a ti, no a la corona que te espera. Te amo a ti, por ser la maravillosa persona que eres. Solo te pido que sobrevivas. Lo seremos todo una vez que esto acabe.

La sonrisa en el rostro del joven y apuesto príncipe es tan genuina que Audrey desea conservarla en su memoria por siempre.

La duda, la angustia, la horrible incertidumbre de si volverán a estar de esa forma... Audrey desea no sentirse así, pero en esa situación, es inevitable.

—¿Entonces es un sí?— pregunta Amr pocos segundos después—. ¿Te casarías conmigo?

Su rostro se vuelve serio de un segundo a otro, se quita el anillo familiar - que tiene el sello del dragón-, de su dedo anular derecho con toda la calma del mundo y mira una vez más los ojos de la chica que se robó su corazón.

Tal cual caballero que es, se hinca en una rodilla, observando la reacción de la chica. Audrey lleva una mano a su boca para ocultar su sonrisa, sus ojos levemente brillosos, conmovida.

—En otras circunstancias, habría pedido el permiso de tus padres, te habría llevado a una cena romántica, quizás a un viaje en carroza por el sendero de los tulipanes— sonríe pasando nerviosamente la mano por su cabello—. Te habría comprado rosas, chocolates o preparado un picnic romántico. Este lugar es el menos indicado para hacer esto, sin embargo, aquí y ahora, mi corazón no puede estar más seguro de que eres lo que siempre esperó. Te amo.

—También te amo.

—¿Te casarías conmigo, princesa Audrey del reino de Auroria?

Eran jóvenes. Quizás la propuesta siendo premeditada en su reciente relación, siendo presionada por la batalla para librar a todo Auradon del mal, sin embargo, los sentimientos son auténticos, fuertes y demasiado intensos.

—Sí. Claro que sí.

Amr no pierde tiempo y desliza el anillo por su delgado dedo, temiendo que no le quede, y, efectivamente, así es. Es demasiado grande. Su improvisado anillo de compromiso no sirve, sin embargo, Audrey ríe, y sólo eso basta para que él también.

—Lo guardaré. Le pondré una cadena y lo llevaré siempre conmigo.

—Prometo darte uno mejor después. Uno que sea digno de ti, y aunque eso sea imposible, al menos uno decente que haga juego con el brillo de tu mirada.

Audrey quiere decirle que no es necesario, pero él se ve tan decidido, que piensa que no es momento de contradecirlo. Ella se inclina, arrodilladose también, y toma el rostro del príncipe de los costados. Vuelve a unir sus labios, para así, sellar su compromiso.

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