Capítulo 30: ¿Arrepentimiento? (Parte 2)

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—¡Vuelve aquí! — grita Trekep, corriendo tras Lonnie.

Lonnie echa una mirada por sobre su hombro sin detenerse. El hijo de Shan Yu tiene sangre saliendo desde el inicio de su cabello, cubriendo parcialmente su rostro, dándole un aire aun más tétrico.

Ella solo podía pensar en que no había ni un jodido guardia que pudiera ayudarle en aquellos pasillos.

Tenía que salir de ahí o encontrar a alguien ya. El mareo por el golpe en su cabeza comenzaba a entorpecer sus pasos. No tardía en caerse, o peor aún, en ser atrapada.

—¡Detente ya!— vuelve a gritar.

—¡Vete al demonio, estúpido!

Al dar vuelva en recodo se detiene a recuperar el aliento solo unos momentos. El lugar donde está da paso a una serie de escaleras en forma de caracol. Arriba o abajo. Ni siquiera sabe donde está. Debe ser demasiado profundo como para que no haya nadie. O peor aún, en un lugar lejos de Camelot.

Tiene que subir. Lo decide tan pronto como Trekep vuelve a gritarle.

Se desespera cuando al dar un paso en falso su tobillo se tuerce, un estallido de dolor obligandola a detenerse por completo. Jadea llevándose ambas manos al área afectada.

La escalera de piedra le parece ahora infinita e imposible de subir. Los pasos de él se han detenido, sólo escucha una desastrosa respiración tras ella.

—Deja de correr ya, Li Lonnie— pide él, de nuevo, desde el inicio de los escalones.

Lonnie lleva aproximadamente medio tramo de distancia y él nada, está herida, lastimada y en completa desventaja. ¿Tratar de seguir avanzando? Eso solo la haría desperdiciar energía. Tendría que luchar. Hasta las últimas consecuencias.

Trekep, más tranquilo, incluso parece tomarse todo el tiempo del mundo para subir uno a uno los escalones. Su mano se desliza por el barandal de madera, una sonrisa tirando de sus finos labios.

—Desde el primer instante en el que te miré me enamoré de ti. Fue una suerte que Kheaden haya decidido no matarte, preciosa, pues realmente hubiera lamentado mucho tu muerte— relata, sin dejar de subir. Lonnie sube un solo escalón cuando él avanza tres—. Luego tuve la suerte de ser quien se encargaría de supervisar que no huyeras. Y, bueno, ambos sabemos que mi comportamiento no fue nada caballeroso... ¿Aprovecharme de ti estuvo mal? Sí, pero Kheaden intervino, ¿no? ¡No te pude hacer mía esa vez! Pero pronto eso cambiará.

Lonnie tropieza cuando intenta retroceder más rápido. Cae sentada sobre un escalón, se queja de dolor cuando trata de incorporarse. La sonrisa de él crece cuando nota que ya no podrá huir porque ya su cuerpo no da para más.

—Sé que podrás amarme cuando estemos tú y yo sin nadie que nos moleste. Sólo necesitamos tiempo a solas, cariño, y aprenderás a quererme como yo te quiero.

—Me das asco.

Lonnie está asustada, más que eso, pero no piensa darle la satisfacción de verla sumisa a su voluntad. Se impulsa con sus brazos para seguir subiendo, prácticamente arrastrándose hacia arriba.

—Lonnie— suspira Trekep—. Deja de decir eso.

—¡Es la verdad!

—¡Me estás haciendo enojar!— gruñe, terminando por llegar a donde está. La toma de los costados de los brazos con brusquedad y la obliga a ponerse de pie para encararla—¡Deja de decir eso! ¡Tú no me odias!

Lonnie grita de dolor al sentir sus dedos enterrarse en la piel de sus brazos con brusquedad y sin ningún tipo de consideración. Él frunce el ceño ante eso, deja de hacer presión y la suelta.

C H A O S ¦ Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora