(THOMAS MORGAN)—Esta noche quiero darte placer a ti, Thomas Morgan.
Nueve palabras.
Tan solo nueve palabras que me llevan al paraíso y al infierno al mismo tiempo.
¿Cómo es eso posible? Solo mi rayo de sol es capaz de hundirme en un pozo profundo y levantarme hacia el cielo.
Sus ojos. Sus malditamente sexys ojos verdes me miran desde arriba, y verla a ella desde mi posición en la cama, sus pechos subiendo y bajando frenéticamente, sus labios entreabiertos, es la mejor vista del mundo.
Sabía que algo estaba sucediendo, sabía que trataba de hacer algo. Tal vez besarme, abrazarme o decirme algo tierno, pero ni un millón de años imaginé que se colocaría encima de mí y diría la cosa más caliente.
Estaba anticipando lo que iba a hacer, incluso con los ojos cerrados, supe que quería hacer algo que la haría sonrojarse. Y estaba comenzando a ponerme duro imaginando en qué lugar de mi cuerpo sus ojos se posaban para ver. Me puse duro por completo solo pensando en lo que yo podría hacerle en esta cama.
Mi corazón parece salirse de mi pecho, se inclina aún más a mí, y su entrepierna cubierta por unas finas telas de braga rozan mi erección que estoy seguro que la siente palpitar cerca de su muslo interno.
—Thomas... —su boca se abre, sus labios rozando los míos. Su respiración y aliento chocan en mi rostro y me inundo con su olor agridulce. Estuvo bebiendo.
A punto de besarme, poso mi mano en el medio de su cuello. Con toda mi fuerza de voluntad, la aparto.
—Bebiste.
—Solo bebí un poco —confiesa. Su mandíbula tiembla. Está nerviosa.
—Estás haciendo esto solo porque estás ebria —le digo, molesto. Pero ella no reacciona como quiero, sino que lanza una risita nerviosa.
Se encoge de hombros—¿Y qué? Tal vez me esté dando coraje para hacer contigo lo que he querido hacer hace tiempo.
Mierda.
—No puedo hacer esto, Fran —murmuro aun acostado con ella encima.
Dios mío, ¿de verdad estoy diciendo esto? Fran es la chica con la que más he deseado hacer todo tipo de cosas sucias. Y aquí estoy, apartándola.
Fran se endereza y eso solo hace más difícil las cosas para mí. Roza su bonita entrepierna sobre la mía y es un puto martirio no lanzarla de espaldas en la cama y hacerla mía en este mismo momento. Trago duro reprimiendo un gemido.
Su rostro se contrae en decepción y dolor.
No mierda.
—¿Por qué? ¿Por qué no quieres que te toque? —inquiere con voz rota. Esta herida. La herí. Piensa que no la deseo, que no deseo cada parte de ella.
—No es lo que piensas. Es solo que...
—¿Entonces qué es? ¿Sabes lo vergonzoso que es hacer esto? No entiendo. Creí que... —la luz de luna y las farolas afuera me permiten ver su rostro sonrojado y sus ojos revelando confusión pura—, pensé que me querías para hacer cosas. Siempre me lo dices... yo...la otra noche que irrumpiste en mi cuarto, también hiciste lo mismo. Te diría que me haces sentir usada, pero no puedo decirlo, porque en realidad tu eres el que me hace cosas tan... maravillosas y no sé qué pensar...
Mierda. La estoy confundiendo. Piensa que no la deseo, cuando en todo lo que pienso cuando la tengo frente a mi es poseerla y hacerla gritar de placer.
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A Prueba De Ti [T#2]
RomanceNadie elige de quien enamorarse, porque créanme que, si así fuera, la mayoría elegiría a una persona diferente. Eso me sucedió con ella. No debía enamorarme, pero pasó y no pude evitarlo. Cuando la vi por primera vez, supe en ese mismo instante que...