☀️ (32) No puedo estar sin ti

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(FRANCESCA BOWEN)

—Bueno, chicos, presten atención, para la próxima clase deberán traer cualquier vestimenta que se pueda utilizar para hacer la obra de orgullo y prejuicio que se eligió por mayoría de votos. Cualquier zapato no muy llamativo o vestidos largos y sencillos o incluso trajes de soldados o botas de combate —explica la profesora mientras todos oímos atentos—. Todos deben colaborar con algo obligatoriamente puesto que como estamos cortos de presupuesto, no tenemos dinero para conseguir vestimenta del siglo XVIII. La directora ha dicho que colaborará, pero como saben que teatro no es algo muy importante —imita la voz de la directora con fastidio y todos reímos—, no se preocupara mucho por ello.

—Yo tengo un traje de mi bisabuelo de la segunda guerra mundial —levanta la mano un chico y la profesora asiente con entusiasmo.

Miro al chico que creo se llama Mane y a los demás a su lado. Me gusta bastante la clase de teatro puesto que es más inclusiva y relajada. A comparaciones de otros clubes o clases, los demás chicos de ultimo año que están en teatro, son solidarios, buenos y muy divertidos. No te miran como cucaracha si les hablas o si los miras a diferencia de algunos estúpidos que se creen superiores por ser de ultimo año.

A esos estúpidos me refiero a los amigos de Sara y a la mismísima novia de mi hermano.

—Y yo un vestido de mi bisabuela cuando asistió a una boda —dice una chica a mi lado.

—Muy bien, ¡Genial! Como amo que se vean tan dispuestos a colaborar y participar. Amo su entusiasmo y su disposición a ayudar en lo que sea posible —exclama con euforia la profesora.

La puerta del salón de teatro suena de golpe y todas las cabezas giran hacia el ruido.

Una chica castaña y bastante alta, alza la mano en señal de disculpa y saluda a todos con energía. Su rostro se ve agitado, pero aun así no quita la sonrisa de su cara. Mira a la profesora.

—Siento la tardanza, estaba en examen y no me fue bien que digamos —se encoge de hombros con una sonrisa avergonzada—. No soy buena con los números.

La profesora es tan gentil y dulce que solo niega con la cabeza y sonríe. Tiene tanta energía para ser profesora. Tal vez se deba a que es nueva y tenga tan solo veinticinco años. Ya quiero verla cuando pase en una escuela treinta años seguido enseñando.

—No te disculpes, Wiles. Solo siéntate y presta atención a la clase —exclama.

—Profesora, dígame Rose. Wiles suena tan horrible —Rose camina hacia mi lado y se sienta en el asiento libre a mi costado. Levanta una mano hacia mí y sonrío como respuesta.

La profesora niega con la cabeza con una media sonrisa y sigue explicando.

Rose se recuesta en la silla y levanta sus pies apoyándolas en la silla de adelante con cuidado de no tocar a la persona que está sentada en ella. Gira su rostro.

—Hola, Fran —dice a forma de saludo.

—Hola, Rose —respondo con algo de timidez.

Ella sigue viéndome y volteo hacia ella. Sus ojos verdes me observan con alegría y luego voltea hacia la clase. Observo su largo cabello castaño con tonos miel en algunos mechones. Rose Wiles es de último año y es un claro ejemplo de lo que decía respecto a los chicos grandes que vienen a teatro. Es más alta que yo, incluso podría decir que debe tener una altura cercana a la de Val. Sé que ambos son del mismo año, pero solo deben de concurrir a algunas clases juntos. La crucé varias veces en los pasillos y me di cuenta de que frecuenta personas muy diferentes a los que frecuenta mi hermano por lo que creo que no se llevan ni son muy cercanos.

A Prueba De Ti [T#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora