☀️(42) Eres de los afortunados

1.2K 80 18
                                    

*Advertencia: el siguiente capítulo contiene escenas de violencia explícita y puede herir la susceptibilidad de algunas personas. Describe escenas de violencia y abuso infantil.
Léala bajo su propia responsabilidad*

(THOMAS MORGAN)

17 DE DICIEMBRE DE 2015

Entré corriendo y choqué de bruces con la puerta de entrada antes de abrirla correctamente. Estaba desesperado, sabía que papá tardaría en llegar, pero aun así, el miedo me carcomió por todo el cuerpo.

Acababa de salir de la tienda del señor McNeil cuando vi a lo lejos a mi padre caminando hacia casa con el rostro malhumorado tan usual de él luego de haber perdido su dinero en mujeres, apuestas y alcohol.

Está ebrio, me dije, tardará en llegar.

Ignoré a Daniel pasándolo por alto junto a su peluche que gané en una feria para él y me estrellé en el suelo frente al sofá. Rápidamente saqué el almohadón flojo y manchado de café que servía de cama para Daniel y deslicé el cierre encontrándome con el montón de dinero que venía ocultando desde que comencé a trabajar para McNeil. Daniel irrumpió a mi lado observando con curiosidad como sacaba el dinero de mi bolsillo y lo colocaba dentro de la almohada. Una manita regordeta y pálida de bebé tomó un billete y lo saqué de su mano con rapidez. Mi pulso martilleaba en mis oídos.

—Esto no se toca —reprendí a Daniel—. Secreto, ¿entiendes?

Daniel solo me sonrió y siguió con su mirada fija en el almohadón mientras corría el cierre y lo colocaba en su lugar. Intentó tocar el almohadón y pegué su mano y me senté encima justo cuando la puerta se abrió estrepitosamente chocando con la pared con fuerza. El golpe asustó a Daniel, pero cuando vió a papá, salió corriendo hacia él. Lo seguí para tratar de alcanzarlo, pero no llegué, Daniel tenía solo dos años, no comprendía que su papa era una mierda total y no lo quería cerca.

Daniel se abalanzó hacia la pierna de nuestro padre, pero antes de incluso tocarlo, Daniel cayó de culo al suelo rebotando en sus pañales cuando papá lo empujó por la cabeza.

Le fruncí el ceño y tomé a Daniel y lo alcé. Daniel seguía sin entender nada y solo sonreía. No lloraba mucho. Es más, casi nunca lloraba. Ni cuando se golpeaba fuerte o se caía. Era fuerte, y estaba orgulloso de él.

—Saca al mocoso de mi vista, no tuve un buen día. No quiero verlos a ambos.

Asentí con el torso temblando, llevé a Daniel lejos de papá, y nos senté en la esquina del pequeño departamento. No era grande, prácticamente la sala era nuestra habitación, pero había días en los que papá se sentaba frente a la ventana sucia de humo y polvo y miraba el exterior como si estuviera esperando a alguien. Sabía a quien esperaba. Esperaba a mamá como si solo estuviera atada en el tráfico y no viviendo otra vida con otro hombre y tal vez otros hijos. Incluso yo, un niño tonto, sabía que nuestra madre nos había abandonado. Y jamás regresaría.

Me senté con Daniel en mi regazo mientras papá tomaba su cerveza con la vista afuera sin molestar. Hace una semana que no me golpeaba. Era una buena racha. Sin embargo, aun tenía un ojo morado, el señor McNeil pregunto acerca del golpe, pero solo le dije que fue una tonta pelea de niños por una chica.

Miré a papá durante las dos horas siguientes con Daniel en mi brazo en la oscura esquina repleta de juguetes de cuando papá nos mandaba al rincón. Solo lo observé. Cuando estaba realmente ebrio, me pegaba hasta dormirse, o miraba el exterior a través de la ventana. Los días de melancolía por parte de mi padre, eran los mejores porque no me tocaba un pelo.

A Prueba De Ti [T#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora