(FRANCESCA BOWEN)—Espero que te guste —oigo la voz de Thomas detrás de mí mientras observo la vista—. No es que tenga mucho dinero, pero pude ahorrar bastante para este viaje.
Pero solo escucho su voz de fondo porque estoy concentrada en mi vista al frente. Luces y guirnaldas blancas decoran el restaurante y palmeras y arboles más tropicales le dan un toque más salvaje y de jungla. Sin embargo, eso solo es si miras arriba, pero cuando tu vista cae a las mesas blancas, asientos acolchonados y piso de madera pulido, todo se ve más elegante, y deja en claro que los árboles y palmeras, son solo una temática del restaurante. Hay varias personas llenando las mesas esparcidas, y me gusta mucho el lugar porque es a espacio abierto y más arriba puedes ver a través de una gran pared de vidrio, como el cocinero hace las comidas y pedidos. Es todo tan original y salvaje.
—¿Qué...que es esto? —pregunto cómo tonta, porque la verdad es que no sé qué decir.
—Bueno, es una cita. La primera —se inclina para susurrar mi cuello—, de muchas.
Toma mi mano y me jala hacia un hombre en la entrada.
—El restaurante está permitido solo para reservaciones, ¿tienen una? —dice el tipo com aspecto aburrido y con una mirada que me dice que nos esta rebajando por ser solo unos simples chiquillos.
Mis ojos se abren y miro a Thomas esperando una reacción. Estoy segura de que solo vinimos aquí por casualidad, pero quedo boquiabierta cuando Thomas dice:
—Reservación para dos. Thomas Morgan —explica él con aire serio y adulto. Deo admitir que verlo así pareciendo tan mayor, me gusta. Su cabello oscuro está bastante largo y cae sobre su frente, lo lleva hacia atrás cuando sopla hacia arriba. Caliente.
El hombre asiente con un ojo entornado y nos lleva al fondo donde una baranda de madera nos rodea y nos protege del exterior y de la calle donde podemos ver la autopista mas abajo. Estamos en una clase de acantilado pequeño con vista a la carretera y las luces de la feria y demás como paisaje. Thomas se sienta frente a mí, quedando de fondo con unas hermosas hojas silvestres y tengo la necesidad de sacarle una foto, pero me controlo.
El mesero nos trae la carta y observo a Thomas fruncir el ceño mientras lee que pedir. Tiene una camiseta azul marino que hace resaltar su piel blanca y suave, y su cabello negro y ondulado esconde su rostro.
Llevo la mano a su cabello después de inclinarme y lo peino.
Sonrío—Tienes el cabello muy largo. Te puedo hacer unas trenzas —insinúo.
Junta las cejas—Ni de chiste.
—Oh, vamos, me prometiste que harías lo que pidiera este fin de semana —sigo jugando.
—Mi cabello y las trenzas están fuera de discusión, rayo de sol —baja la carta—. Pero puedes jugar con otras partes de mi cuerpo —alza las cejas con arrogancia y una sonrisa perversa y caliente se forma en su rostro.
—¿Y puedo hacer trenzas?
Parece pensar un momento—En realidad no quería malpensar lo que acabas de decir, pero no me diste opción. Rayo de sol, eres una sucia pervertida —señala la carta—. Ahora dime que quieres.
Junto los labios y leo el menú. Vuelvo a mirar a Thomas.
—¿Quién paga? —digo ya sabiendo la respuesta.
—Yo —responde sin dudar.
—No me gusta que pagues todo por mí —confieso—. ¿Qué te parece si pagamos a medias? —alzo las cejas esperando su respuesta.
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A Prueba De Ti [T#2]
RomanceNadie elige de quien enamorarse, porque créanme que, si así fuera, la mayoría elegiría a una persona diferente. Eso me sucedió con ella. No debía enamorarme, pero pasó y no pude evitarlo. Cuando la vi por primera vez, supe en ese mismo instante que...