☀️ (10) ¿Qué tal si...?

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(FRANCESCA BOWEN)

Una luz inunda mis ojos de golpe y me obligo a abrirlos para ver qué demonios sucede.

Las cortinas están abiertas de par en par y los rayos de sol me ciegan por un segundo.

— ¡Despierta, bella durmiente! —grita Matías en algún lugar de mi habitación, pero no logro verlo por la luz cegadora en mis ojos.

Cubro mi vista y lo veo a un lado de la ventana con una sonriente expresión.

—Son las dos de la tarde, has dormido toda la maldita mañana —dice—. Ahora si puedo volver a llamarte "bella durmiente" —ríe callándose por un momento—. Aunque me gusta más el apodo "vaquerita". Creo que ese se quedara —asiente, decidido.

Me siento y de repente una enorme punzada en la cabeza hace que me tire sobre la cama otra vez.

— ¡Santa macarena! —Grito—. ¿Qué demonios me está sucediendo en la cabeza?

—Em... a eso se le dice resaca, querida vaquerita —anuncia el—. Googlealo.

Se acerca a mi cama y me levanta tomando mis manos.

—Vamos a la cocina, te preparare un té sabroso que elimina la resaca así —chasquea los dedos en señal de rapidez.

Lo miro con gracia y los ojos entornados por la luz.

—Sonaste como mi abuela —hablo.

Rueda los ojos.

— ¿Y de dónde crees que aprendí esa receta? Duh —dice—. Los abuelos son muy sabios. Uno, porque te dan dinero a escondidas de tus padres. Dos, porque cocinan delicioso. Y tres, porque son malditos magos cuando estas enfermo, te curan en un abrir y cerrar de ojos.

Me encojo de hombros.

—Nunca lo había visto de esa manera —digo.

Antes de llegar a la cocina, le digo que me cepillare los dientes, el asiente y se va.

Cuando entro al baño tengo que reprimir un jadeo del susto.

Estoy espantosa.

¡Y Matías me vio así!

Bueno, al menos no fue Thomas, me tranquiliza mi mente.

Me relajo. Tiene razón.

Termino de lavarme la cara y los dientes y voy un segundo a arreglarme la fealdad que tengo como cara en estos momentos.

Unas ojeras violáceas bajo mis ojos, el delineador corrido hacia un costado y mi labial mancha los bordes de mi boca, como si me hubiese besuqueado con un payaso. Por no olvidar que el dolor de cabeza aun no desaparece. Me siento fatal y mi rostro concuerda conmigo.

Matías debe de tener un estomago fuerte para haberme visto a los ojos de esta forma sin que hiciera una mueca de horror.

Salgo de mi cuarto y me siento sobre un taburete frente al mesón de la cocina.

Matías sigue concentrado en su famoso té y yo me digno a mirar hacia el frente con los ojos aun algo adormilados.

De repente, noto un movimiento en el sofá y una cabeza sobresale del respaldo del sofá.

Inclino mi cabeza hacia delante y entorno los ojos para ver mejor.

Una cabeza sobresale de un lado y unos pies de la otra punta.

Hay una persona.

Intento mirar mejor la cabeza para poder reconocerla.

Entonces, gira con los ojos cerrados y cuando los abre ve directamente a mí.

A Prueba De Ti [T#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora