☀️(70) "Angustia"

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(THOMAS MORGAN)

—Mira, puedes esconderte, pero no huir de mí —levanto la cabeza de las hojas en mi escritorio y encuentro a Matías en la puerta de mi cuarto. 

Suspiro y dejo la lapicera—¿Qué ocurre? ¿Qué haces aquí?

—Solo vine a verte —se acuesta en el colchón, sus brazos detrás de su cabeza—. Eso hacen los amigos, y me siento muy ofendido de que no hayas venido a verme. Pensé que teníamos algo especial —hace un puchero.

Río de mala gana. No me molesto en ocultar el cansancio y puro agotamiento que me acompañan últimamente—Mira, sé que quieres hablar, pero estoy bien —rasco mi nuca, después de las visitas al ortopedista la molestia en mi cuello ha disminuido, pero no lo suficiente como para ignorarlo todo el tiempo—. Lo intentaste hace unos días y ya te dije que estoy bien, no necesito...

—Si necesitas —interrumpe—. Necesitas un amigo y necesitas a tu familia —su voz se endurece. Endereza su espalda, sentándose—. No te cierres como Sebastián, maldita sea. Tengo suficiente con él —cierra sus ojos y mi pecho se aprieta. Sus largos mechones al frente de su cabeza ocultan su expresión cuando alza su rostro para verme—. ¿Lo sabes? ¿Lo de Sebastián?

Asiento—Sí. Sus padres avisaron a los míos.

—Está huyendo —hace una pausa y luego se encoje de hombros—. Igual que todos en este momento.

La muerte de Lía lo afectó más de lo que creíamos. Se cerró en sí mismo y no habló durante los días en internación; su mirada permanecía al frente, a veces lloraba, pero mayormente se la pasaba dormido por los calmantes para el dolor.

A pesar de que no he salido de casa excepto para ver al terapeuta, a Rose cuando despertó y al ortopedista, me he enterado gracias mis padres que Sebastián se fue de Sunset para internarse en un centro de rehabilitación psicofísica para la recuperación de sus piernas. Cuando aún estábamos en el hospital, Sebastián no me dirigió la palabra —no es como si lo mereciera—, pero pude oír que el doctor le dijo que volvería a caminar si asistía a clases intensas y completas de fisioterapia. Interiormente sentí el alivio correr por mis venas, al menos no había arruinado por completo a mi amigo.

—No creo que un centro de rehabilitación sea malo para sus piernas —digo.

—No solo eso —entorna los ojos—. Luego de terminar las sesiones, estudiará lejos de aquí. Se fue de Sunset.

Mis ojos se abren asimilando sus palabras. Matt debe notar que no tengo respuesta para eso, por lo que vuelve a hablar.

—Es esperable que se mudara lejos. Perdió a la chica que amaba —hace un mohín y evita mis ojos para observar la habitación—. No sé lo que se siente perder a alguien que quieres tanto, pero seguro que debe doler como la mierda. Al menos lo suficiente como para dejar el lugar donde crearon la mayoría de los recuerdos juntos, ¿no crees?

Tampoco respondo a eso. No porque sea un idiota —o tal vez si—, o no lo entienda; porque lo entiendo a la perfección. Estoy en la misma situación que él porque, aunque no perdí a Fran como él perdió a Lía, haberla alejado duele y me hace querer hundirme entre las sabanas y no volver a ver la luz del día. Es por eso que me mudé nuevamente con mis padres. Porque además de sentirme bien sabiendo que mis padres están cerca, también lo hice porque no puedo ver el lugar con los mismos ojos. Desde que nos separamos, me he mantenido ligado a la casa de huéspedes donde solía vivir porque podía vivir con Fran a través de los recuerdos, pero ahora, cuando lo único que quiero es olvidar todo sobre ella y el amor, dormir en el lugar donde solíamos acostarnos juntos y hacer tontadas como estúpidos enamorados, no es muy sencillo. Duele, no, malditamente quema.

A Prueba De Ti [T#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora