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Enero, 2018.

Día 2.

Miraba a Sharon frente al espejo de su baño, maquillarse mientras cantaba alguna canción de moda que no conocía y no lograba llamar mi atención. Llevábamos al menos una hora de esa manera, yo sentada al borde de su cama, esperando que terminara de arreglarse para salir, y ella dando vueltas por toda la habitación en busca de mejorar su aspecto, que según yo, era inmejorable.

-La idea es llegar antes que cierren el bar - hablé, tirando mi cuerpo hacia el colchón, cayendo en su conformidad mientras miraba la blancura del techo.

-Ya estoy lista - dijo, saliendo del baño.

-No sé que tanto te demoras, si sigues igual de fea - hablé, ganándome un golpe en mi brazo - ¡Que bruta eres! - exclamé, riendo.

Desde que salimos por la puerta del gran hotel en donde nos alojábamos, ubicado en el mismísimo corazón de París, hasta la puerta de entrada del bar favorito de Sharon, no dejamos de cuchichear y opinar sobre los vestidos que habíamos tenido el placer de ver durante la noche anterior. Mi amiga era más que crítica e incluso cruel, por lo que dejar de reír nos fue casi imposible, pese a las miradas de insatisfacción del chofer que al aparecer nos lograba entender. Teníamos un serio problema al parecer, ya que lo noche anterior, recibimos incluso un regaño por ser tan ruidosas.

-¿Estás listas para la mejor noche de tu vida? - preguntó la rizada justo antes de poner nuestros pies dentro del recinto.

-Creo que sí - reí, y mis ojos inmediatamente también rieron.

Sentí el cambio de ambiente, como si hubiera cambiado de planeta. El frío de la noche invernal era casi imperceptible en esa gran habitación de sueños rotos. Había gente por todos lados, riendo, cantando, bailando y sobre todo, tomando. Las mesas se distribuían al rededor de una pista de baile que mantenía a unos cuantos aficionados moviendo el esqueleto sin cesar. Me agrada el olor a cigarrillo y miel que se esparcía invisible, totalmente disimulado. Nos sentamos en una mesa desocupada, muy cerca de la barra, ubicada al fondo, la cual desde la entrada era casi imperceptible, debido a la tenue luz que servía únicamente para no caer. En seguida se acercó un hombre moreno bastante joven a tomar nuestros pedidos, que fueron dos whisky a las rocas y el coqueteo, no tan disimulado con Sharon.

-Aun debe estar en la escuela - murmuré en su oído.

Mi amiga me miró con las mejillas totalmente rojas, delatando su interés hacia el muchacho.

-No seas tonta, Lilo - río, totalmente nerviosa.

El mismo joven, que luego supimos que se llamaba Aaron, llegó con nuestros vasos, los cuales entre risas y bromas se acabaron casi al instante. No tardamos mucho en volver a pedir otra ronda de lo mismo, ya que mi querida amiga odiaba mezclar diferentes tragos, lo cual entiendo, pero no comparto.

La noche pasaba rápido entre anécdotas y recuerdos de cuando éramos más pequeñas, de esa dulce etapa donde nos conocimos, pero no esperábamos que llegaríamos a tener la maravillosa amistad que compartíamos día a día, especialmente desde que decidí mudarme a la casa de Sharon.

A eso de las once de la noche, me puse de pie y caminé hacia el baño, sintiendo mi vejiga a punto de reventar. Había un par de chicas antes, por lo que tuve que hacer una fila que me pareció eterna. Luego de unos largos quince minutos esperando, me dejé prácticamente caer sobre el retrete, expulsando todo ese líquido no hacía más que molestarme. Definitivamente, una de las mejores sensaciones del mundo.

Después de lavar mis manos, caminé hacia la mesa en donde mi amiga debía encontrarse, pero, sorpresa, no estaba sola. Una hombre y una mujer estaban junto a ella, manteniendo una dinámica conversación. Los saludé a penas llegué a su lado y ahí lo reconocí, era él, el mismo que no podía recordar su nombre.

-¡Lilo! - gritó mi amiga al verme. Se hizo a un lado dándone el espacio suficiente para sentarme - Te presento a Miriam, y él es Timothée, bueno ustedes ya se conocen.

Así que Timothée era su nombre, pues eso explica porque al buscarlo en instagram dentro de los amigos de Sharon no me aparecía nadie parecido a él con el nombre de Thomas o Tedd. Me sentí ridícula al recordar que luego de hablar un par de horas, entre frías copas, no había sido capaz de recordar su nombre, mucho menos me atreví a preguntarle, ya que él si se sabía el mío, y me daba vergüenza casi no tener memoria.

-Muchos gusto - sonreí, dándole le mano a Miriam y luego a Timothée, quien la apretó con delicadeza y  guiñó su ojo de manera bastante sugerente.

Me uní con entusiasmo a su animada conversación, pese a que sentía la incomodad correr por mi cuerpo entre los minutos, las copas, y especialmente las miradas furtivas con el rizado, las cuales me hacían perder la poca cordura. Sentía una adrenalina extraña que me hormigueaba el cuerpo completo, de pies a cabezas, seguramente era el alcohol a través de mi sangre. Sharon no dejaba de hablar con la chica que de vez en cuando miraba a Timothée con cara de algo más que amigos, y este solo se limitaba a sonreír. Reía en mi interior cada vez que Miriam hacía algún movimiento para tenerlo más cerca, porque la respuesta parecía ser negativa, aunque quizás en algún momento fue lo contrario.

Bebí el último sorbo de whisky y el mundo me dio vueltas. Me puse de pie, intentando calcular cuán borracha estaba. A penas mis pies tocaron el suelo, mis piernas temblaron. Me encontraba más que ebria, aunque mi mente seguía intentando convencerme de lo contrario.

Timothée se puso de pie rápidamente y rodeó mi cintura con uno de sus brazos, evitando que cayera y  provocara un gran escándalo.

-Siempre causando problemas - susurró en mi oído.

Como pude, lo miré directo a los ojos, captando su atención. Era casi imperceptible la escasa distancia que nos separaba, al igual que la inquietud de lo que pasaría si seguíamos en esa posición, tan conveniente

-Y tú siempre inoportuno - dije, sonriendo.

Su sonrisa se expandió a través de su rostro y unas intensas ganas de acercarme a esos labios, me invadieron, nublando por completo el poco raciocínio que el alcohol no había logrado llevarse. Su agarre, me apretó más cerca, perdiendo el espacio que nos separaba. Solo teníamos que acercarnos y terminar con ese fatídico momento que me tenía en una nube de lujuría. No sabía si era el alcohol, pero nunca antes había sentido una atracción tan fuerte hacia alguien que me resultaba totalmente desconocido.

-¿Vamos, Timmy? - preguntó Miriam, poniéndose de pie. Se la veía incómoda y un tanto enojada.

-No, me quedaré - dijo sin dejar de mirarme ni por un segundo.

El deseo no cesaba y el creciente sentimiento de intimidad que nos unía, rondaba de manera eufórica a nuestro al rededor. No quería separarme, me negaba a dejarlo ir. Estaba dispuesta a descubrir que tan lejos podíamos llegar, aunque resultara una completa locura.









aquí les dejo el nuevo capítulo! espero lo disfruten❤️
muchas gracias por sus lecturas, votos y comentarios😊

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora