t r e i n t a

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Abril, 2018.

P.M.

No había motivo aparente para que mis manos sudaran bajo la mirada inquieta de Timothée, quien comía con parsimonia un helado de chocolate, luego de terminar de almorzar e insistir en ir a caminar por el mar. Me causaba ternura como lo saboreaba para luego volver a la plática tan animada que habíamos entablado. Era una locura estar sentados juntos, sobre la tersa arena que quemaba como la mierda. El calor ya se podía sentir, pese a que a penas comenzaba la primavera.

Dulce estación que lograba calmar mis ánimos y energizar mi cuerpo de nuevas vibras positivas. Amaba el aroma de las flores creciendo, mientras los árboles danzaban con fervor, disfrutando de las nuevas hojas que vestían sus ramas. Las mariposas volaban con su fino aleteo, mientras los pájaros cantaban al ritmo del viento. Era un espectáculo fenomenal que intentaba guardar en mi memoria cada año, para así poder evocarlo durante el frío y ausente invierno.

Una vez que terminamos nuestros helados, moví mi cuerpo, quedando de espaldas a Timothée, quien se había ofrecido a hacerme un masaje, con el fin de que me relajara, ya que le había contado el esfuerzo sobrenatural que estaba poniendo en aquel guión, que pronto debía entregar para que Henry me diera el visto bueno, y así comenzar pronto con el rodaje. El rizado se encontraba ansioso por saber sobre aquella película que me estaba robando el sueño, pero no podía decir nada, debía mantenerme en completo silencio, pues, era un trato justo con el director.

-De verdad quiero saber - habló, sin dejar de mover sus manos sobre mis hombros. Se sentía maravilloso su tacto suave y armonioso. En verdad prometía calmar mis dolores musculares.

-No puedo - negué, cerrando mis ojos, dejándome llevar por su masaje - Creo que estás contratado.

-¿Para qué? - preguntó con notable confusión.

-Para hacerme masajes - sonreí.

Timothée jaló mi cuerpo hacia atrás, provocando que mi espalda chocara con su pecho, posicionándonos de tal manera que apenas levantará mi visión, pudiera toparme con su marcada mandíbula.

-Mmm... - dejó salir desde lo más profundo de su garganta - Acepto si me dices como será la forma de pago.

Una gran sonrisa se expandió por su rostro, muy coquetamente, causando que miles de mariposas volaran por mi estómago. Me acomodé, quedando frente a él. Acerqué mi cabeza lentamente, mirando cada una de sus finas facciones, que resaltaban cada vez que hacía algún movimiento, hasta que nuestras miradas conectaron. Me quedé quieta, admirando la belleza del verde que me escudriñaba con recelo, intentando averiguar lo que pasaba por mi mente. Bajé mi mirada hacia sus labios, para luego posar una de mis manos y acercarme con rebeldía hacia sus rosados labios, los cuales me pedían que los poseyera.

Nos dejamos llevar por el calor de nuestros cuerpos, que ardían a causa del apasionante beso, además del sol en lo alto del cielo. Posó una de sus manos sobre mi cintura, intentando dismunir la corta distancia que nos seperaba. Sin embargo, pese a que era lo que menos deseaba, me alejé con cautela, sin querer romper el encanto que reinaba sobre nosotros. Mas fue imposible. El rizado me miró con las cejas levemente fruncidas, señal de que se encontraba un tanto confundido.

-Si seguimos así, no responderé - dije finalmente, sintiendo aun como mi corazón saltaba colérico.

-¡Oh! - exclamó, dejando salir una gurutal carcajada - Te entiendo perfectamente.

-Entonces, ¿qué propones? - murmuré, sonriendo descaradamente, esperando una invitación indecorosa.

-Algo que no podrás resistirte.

Mi compañero se puso de pie cual resorte bajo presión, para luego correr hacia el mar, que iba y venía, rápidamente, perdiéndose en la inmensidad oceánica con el fin de volver al único lugar que siempre esperaba su inevitable llegada.

Ahí en el límite, entre la realidad y la fantasía, Timothée me esperaba con las manos en sus bolsillos. Caminé con dificultad hacia su lado, ya que la arena y el viento impedían una rápida llegada. Lo podía ver sonreír y moverse, dando zancadas cada vez que las olas rompían en tierra firme. Esa escena tan cotidiana e infantil, causaron que un millón de extrañas sensaciones se albergaran en mi pecho. Olvidé respirar y como caminar, pues las piernas me temblaban cada vez que me acercaba a mi destino final.

La mano del rizado me esperaba, y una vez la toqué, me perdí en su encanto natural. Pasó su mano libre sobre mi cintura, acercando nuestros cuerpos. Comenzó a bailar de un lado a otro, mientras tarareaba una clásica canción amor de una época perdida en la memoria colectiva. No pude evitar sentirme nerviosa, soltando leves risitas que provocaban más risas en el ambiente. La brisa costera golpeaba con insitencia sobre nuestros cuerpos y cabellos que se mecían de un lado a otro. Nada importaba, nada más existía. Éramos solo nosotros en nuestro propio mundo, donde el resto se volvía pequeño e insignificante.

-Sé que te lo dije hace un tiempo - comenzó a hablar - Pero de verdad quiero tenerte en mi vida - rió - Ya no quiero estar separado de ti - se le veía nervioso, lo cual causó que un sentimento de ternura invadiera mi cuerpo - También sé que no hemos hablado este último mes, pero lo hice porque necesitaba saber que sentía, que quería - hizo una pausa, para llevar una de sus manos hacia mi mejilla, acariciándola suavemente - Y me gustas - confesó - Me agrada pasar el tiempo contigo. A tu lado todo es diferente, todo es mejor.

-Tim...

-¡No! - exclamó - No me digas nada, porque sé que fui desatinado con mis palabras, pero...

Dejó de hablar cuando mis labios envolvieron los suyos con suma dulzura y necesidad. Era un beso diferente, cargado del extraño amor que comenzaba a deambular sobre nuestras narices.

-No tienes que darme explicaciones - hablé despacio, una vez nos sepaeamos - Disfrutemos el momento y el tenernos el uno al otro.

Anhelaba en demasía poder perderme en su piel y en el sinfín de emociones positivas que me causaba su cercanía. Podía sentir a leguas la verdad sobre nuestra relación, aquella que comenzó como una pasión desenfrenada e ilógica, para luego transformarse en un amorío bochornoso que probablemente nos traería un montón de problemas.

Sin embargo, estaba tranquila. No quería pensar en el futuro, solo en el mágico y celestial momento que estábamos viviendo, porque, pese a su confesión, nada nos amarraba, nada nos mantenía unidos indefinidamente, solo nuestros corazones que comenzaban a latir con más desenfreno cada vez que nuestros cuerpos y mentes conectaban inevitablemente.

Podía sentir la eternidad de ese momento, el beso fluvial y el llanto amargo de la sinceridad. Era diferente a todo lo que vivimos anteriormente, y pese a lo desconocido que nos deparaba, no quería soltarlo.





tengo que admitir que disfruté muuuuchísimo escribir este capítulo jajaha así que espero que les haya gustado❤️
no olviden dejar sus votos y comentarios jejeje😊

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora