c i n c u e n t a

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Seré honesta, porque hace mucho tiempo que no lo soy y la verdad, es que es necesario, más cuando un pensamiento fugaz y casi irrisorio se volvió tangible.

Porque si, amigos, estaba comiendo mis uñas ante los nervios de su pronta llegada, como perdida en el sinfín de mi mente, que maquinaba a más no poder las infinitas emociones que este encuentro, motivado por mi querida amiga, podría traer a mi corta existencia.

Como siempre, estaba sentada en el sofá de la sala, mirando como todo a mi alrededor se movía con lentitud, captando el ambiente afable, pero a la vez taciturno, con un dejo de indignación en la cúspide del sol que entraba por la ventana. Me sentía extraña, asustada, como si estuviese a punto de cometer un crimen. Uno que estaba más que dispuesta a cometer, porque ya me había lanzado a la boca de los leones, llamándole y pidiéndole vernos, para conversar, de lo que sea, de un tema que no había sido capaz de contarle, pero que de seguro él lo sabía, y por eso aceptó con tanta facilidad.

El sonido de la puerta siendo golpeada, retumbó por toda la sala, provocando que mis piernas se movieran con agilidad hacia el lugar de donde provenía semejante queja, para luego abrir el pedazo de madera y encontrarme con la genuina sonrisa de Timothée y esos rulos rebeldes adornando su pálida frente. No fui capaz de contenerme, y totalmente ansiosa ante su presencia, me lacé sobre su cuerpo, el cual me recibió de la misma manera, posando sus brazos al rededor de mi cintura.

Fue una acción rápida y casi llevada a cabo por inercia. Mi única motivación era volver a tenerle cerca y así poder recordar esos sentimientos que parecían ajenos, pero que aún seguían ahí, esperando el momento adecuado para entrometerse. Sin embargo, ese toque fue por unos cortos segundos, ya que nuestros cuerpos se separaron, ahogados por la dinámica que ya conocíamos y que parecía trasladarnos al pasado.

-Hola - sonrió, aun manteniendo sus brazos al rededor de mi cintura.

-¿Cómo estás? - pregunté, alejándome por completo de su cuerpo.

-Bien - suspiró, llevando su mano a su cabeza, acariciando su cabello - ¿Y tú?

-Bien, también - respondí, curvando levemente mis labios.

Seguía parada en el umbral de la puerta, admirando su esbelta figura, sin poder creer que al fin lo tenía frente a mi. Me moví lentamente, hacia un lado, dandole paso para que pudiese entrar, y una vez que lo hizo, cerré la puerta, para concentrarme por completo en la plática que se nos avecinaba, la misma que yo convoqué.

Y como dije que sería sincera, la verdad es que aún no tenía muy clara las palabras que utilizaría para... ¿para qué? Ni siquiera sabía qué le diría, mucho menos lo que pasaría, así que, mi instinto sería mi único aliado.

Me senté en el sillón, sin dirigirle palabra alguna, puesto que se le veía cómodo moviéndose a través de la sala, tocando lámparas y souvenirs. Parecía que el tacto le ayudaba a recordar todos esos momentos que alguna vez construimos en estas cuatro paredes blancas. Respiré, conteniendo el aire, atrapándole en mis pulmones. Eran demasiado los pensamientos que volaban por mi mente, además de las extrañas sensaciones que volvían a salir a flote; y era tan real, que un dejo de angustia me recorría la traquia, porque después de todos los errores que cometimos y el desenfranado intento por superarle, él estaba aquí, junto a mi, otra vez.

-Siempre me ha gustado la decoración del departamento - comenzó a hablar, sacándome de mi nebulosa, para traerme de vuelta a la sala. Timothée, después de dar una última vuelta por el living, se dejó caer a mi lado, colocando sus codos sobre sus piernas. Se le veía nervioso y más acelerado de lo normal - Lilo, yo también debo contarte algo.

Aquellas palabras solo provocaron que mi corazón diera un vuelco monstruoso, al tiempo en que un frío escalofrío me recorría la columna vertebral. Era casi una locura coml la situación había dado un giro vertiginoso en cuestión de segundos, porque ahora mis nerviosa se debían a la desconocida información que estaba a punto de entregarme.

Me sentía patética, una vez más. Habían sido noches largas, consolándome, prometiéndome a mi misma, que esta segunda oportunidad sería diferente y que bajo mis controversiales errores, al fin había aprendido la lección. Sin embargo, Timothée había abierto su boca y ahora no estaba tan segura, la inquietud volvía a volar por mi cabeza.

-¿Qué cosa? - pronuncié a duras penas, tragando saliva.

El rizado se acomodó en su lugar, para luego posar sus profundidades sobre las mías. Me sentí derretir, pese a que la impaciencia me estaba matando.

-Terminé con Sarah - soltó rápidamente.

-¡Oh! - exclamé. Fue el único sonido que salió de mi boca.

A decir verdad, aquello no me lo esperaba, por lo que, ahora sí, todo lo que pensé y divagué durante esas noches, no sirvió de nada. Dejé caer mi cuerpo sobre el sofá. A penas podía pensar con claridad.

-Lilo - llamó, imitando mi actuar, recostando su cuerpo a mi lado.

Nuestras miradas se encontraron y una sonrisa de satisfacción se escapó de mis labios. Jamás pensé sentirme de aquella manera, feliz y radiante, como si el peso de mis hombros hubiese desaparecido.

-¿Y ella está bien? - pregunté, solo por decir algo. Mi cabeza aún seguía divagando en la nebulosa de la credulidad.

-Si, se lo tomó bien. Y ahora seguimos siendo amigos - sonrió, bajando su mirada hacia sus juguetonas manos.

-Eso es bueno - asentí.

-No podía seguir engañándome, y de paso dañarla a ella - su labio se curvó en un extraño gesto que pude descifrar como incomodidad.

-Era hora de hacer las cosas bien, ¿no?

-Si - rió nervioso.

-Lo siento - negué, dándome cuenta dr lo directa que había sido - No quise decirlo de esa manera.

-No te preocupes, Lilo - tomó mis manos, para luego mover sus ojos hacia los míos - Espero que no haya sido el único que aprendió.

-Créeme que no - dejé salir un suspiro.

-¿Qué querías decirme? - habló rápidamente, intentando desviar el tema, que para ser honesta, se estaba volviendo incómodo.

Tomé la mayor cantidad de aire que mis pulmones me permitieron, intentando encontrar el mismo valor que me movió fugaz para llamarle. Nuestras manos aún seguían unidas, y parecía que la calidez de su cuerpo me envolvía por completo, vitalizándome. No podía seguir dándole tantas vueltas, pensar y pensar, no me llevarían a ninguna parte.

-No quiero ser tu amiga - dije, sintiendo el rubor correr por mis mejillas, al tiempo que Timothée erguía su cuerpo en mi dirección, apretando su quijada, mostrando la insatisfacción que le produjeron mis palabras - Me gustaría volver a intentarlo - solté, y su semblante cambió inmediatamente, una dulce sonrisa se asomaba entre sus labios rosados - Podemos empezar de cero, conocernos de nuevo... - hablé veloz, dejando salir las locas ideas que apresuraron mi mente.

Timothée soltó nuestras manos, para luego ponerse de pie. Mi corazón se detuvo por unos segundos. Sentí la vergüenza recorrer mi cuerpo, y solo esperaba que la tierra me tragase de una vez. Sin embargo, cuando el rizado extendió su mano, con una sonrisa gigante, comprendí sus intenciones.

-Timothée Chalamet, un gusto - habló.

Y ahí entendí, las palabras fueron innecesarias. Parecía que el nuevo comienzo se avecinaba, y esta dispuesta a olvidar el pasado, no todo, por supuesto, ya que habían muchos aprendizajes que jamás podría olvidar, pero si, todos los demonios internos, para así poder dar rienda suelta al amor que nos seguía atando.

El sol brillaba en lo alto, mientras el tiempo seguía su curso persuasivo, y la mañana dichosa me saluda carismática, advirtiéndome, aconsejándome.










lamento la demora :c y un montón de graaacias por la paciencia y el apoyo! de verdad muchísimas gracias💜
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P. D. graacias infinitas por los 10K 💜😳

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora