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-¡Corte!

Todos comenzaron a aplaudir luego de esa magistral escena, en donde Timothée había hecho a un lado su pudor, mientras se dejaba a llevar por la sensualidad e intimidad de la escena, que yo misma había escrito. No mentiré que una extraña punzada se clavó en mi corazón al ver la cercanía que el rizado y Sarah compartían, sintiendo sus cuerpos expuestos bajo la piel del otro.

-¡Fueron la mejor decisión! - exclamó Henry, sacando sus lentes para limpiar unas cuantas lágrimas que salían de sus ojos.

Rodé los ojos, para luego posarlos en la delgada figura de Timothée, poniendo su camisa a cuadros celestes. Respiré con profundidad cuando nuestras miradas conectaron, ya que esa misma madrugada, fue la última que tuvimos algo parecido a una conversación. Quería acercarme y pedirle disculpas, porque no merecía estar pasándola mal debido a mis estúpidas inseguridades.

Lo tenía tan presente, pero lo seguía haciendo.

-¿Estás lista, Lilo?

Me di la vuelta para ver a Rita con su cartera sobre uno de sus hombros. Miré el reloj de pulsera, el cual marcaba que ya era la hora de salida. Le pedí disculpas y corrí hacia las oficinas para guardar todas mi pertenencias, las cuales probablemente, se encontraban regadas por todas partes.

Estaba guardando mi computador en mi mochila cuando sentí la puerta de la oficina cerrarse. No puse atención, ya que era bastante normal que mis compañeros entraran, así que seguí con mi faena hasta que finalmente, puse mi mochila sobre mis hombros con la intención de salir del pequeño espacio. Pero a penas me di vuelta, pude ver a Timothée apoyado sobre la puerta, mirándome fijamente con una sonrisa de medio lado, lo cual provocó que mi corazón comenzara a latir a gran velocidad.

-¿Podemos hablar? - preguntó, acercándose hacia mí.

Las piernas me temblaron, obligándome a apoyarme sobre la mesa de cristal. Las palabras a penas salían de mi boca, así que moví la cabeza de arriba a abajo de manera afirmativa. Lo sentí tomar mi mano y pensé que me derretiría allí mismo.

-¿Qué pasa? - pregunté en un intento desesperado por guardar distancia.

Pero fue en vano, ya que abrazó mi cintura entre sus brazos, después de dejar mi mochila en el suelo. Acercó nuestras miradas, dejándome sin escapatoria, invitándome a perderme en aquellos ojos que me llevaban directo a la locura.

-¿De verdad quieres olvidar todo lo que hemos vivido? - preguntó.

Sentía su respiración tan cerca de mi boca, casi como una invitación directa, sin rodeos, sin excusas, de la cual no podría safarme ni siquiera cerrando los ojos, porque Timothée se había convertido en mi nueva adicción.

Me moví con decisión, intentado mezclarme entre sus labios mientras sentía una profunda risa de satisfacción proveniente desde su garganta. Ese único gesto, explicaba más que mil palabras lo nervioso que estaba ante su arrebatado de furio, el mismo que ahora, frente a mis ojos, se había convertido en debilidad, en el placer consumido ante el tacto y roce de nuestros cuerpos.

-¿Te quedarás ahí o me besarás? - pregunté, retándolo.

Quería saber que tan lejos era capaz de llegar y conociéndolo, sabía que esas palabras funcionarían como la bencina en un incendio. Destruiría todo a su paso, y con ello, la inmadures que envolvía nuestra relación.

Sus labios se estamparon sobre los míos, casi al segundo en que pronuncié esas benditas palabras. Me sentía en la mismísima gloria. No había mejor sensación en el mundo que sus labios moviéndose al compás con los míos. Cerré los ojos y comenzamos a caminar tientas a través de la oficina, hasta que mi espalda chocó con la mesa de cristal que adornaba el centro de la habitación, la misma en la que tuve que afirmarme minutos antes. Coordinados, como si fuera cosa de todos lo días, me tomó entre sus brazos, sentándome sobre la mesa, abriendo mis piernas para posicionarse cerca de mi cuerpo.

No me importaba nada, mucho menos el lugar en donde estábamos o la espera de Rita que se estaba volviendo eterna. Quería sentirlo más cerca, así que con suma necesidad metí las manos bajó su camisa, lo cual causó que se separara de mí inmediatamente. Sonrió con malicia y con los labios hinchados debido a los besos. Era una imagen digna de fotografiar, un arte jamás antes visto.

-Que estés bien, Lilo.

Fueron sus últimas palabras antes de dejarme, sentada sobre la mesa, totalmente consternada y pensativa, sin lograr comprender que era lo que había pasado hace unos segundos.

Me bajé como pude, sintiendo la frustración correr por mis venas. ¿Será lo mismo que Timothée sintió hace dos días atrás cuando lo dejé solo y sin respuestas en medio de la calle? No quería creer que se trataba de una venganza, pero si lo hizo con la intención de mostrarme sus sentimientos, lo había logrado. Me sentía en sus zapatos.

Tomé mi mochila y caminé por entre los pasillos, esperando encontrarme con Rita, quién al verme puso cara de sorpresa, o mejor dicho, de interrogación.

-¿Acaso viste un fantasma que demoraste tanto? - preguntó mientras caminábamos hacia la salida del estudio.

Una vez fuera, pude ver como los débiles rayos de sol que nos había acompañado durante el día habían prácticamente desaparecido, dando paso a unas oscuras y tibias nubes.

-Fue peor que un fantasma - hablé luego de unos minutos, pues aun me encontraba un poco consternada.

-¿Un hombre? - preguntó enarcando la ceja.

-Algo así - reí sin gracia y agradecí que no volviera a preguntar.

Seguimos nuestro camino a uno de los más reconocidos restaurantes en Los Ángeles, sin prisas y en medio de una charla trivial que no prometía mucho. Sin embargo, en algún momento, la finalidad de nuestra sana salida cambió y terminamos en un bar de la perdición. Moría de ganas de beber un trago y olvidarme del rizado de ojos claros, por al menos unas horas.

Nos sentamos y pedimos unas cervezas, algo tranquilo para mantener la entretenida plática que giraba en torno a algunos por menores de nuestros respectivos trabajos.

Ya íbamos en la tercera cuando Rita se puso más cómoda y comenzó a hablar de sus fracasos amorosos, que al parecer no acababan nunca. Dejé de escuchar, perdiéndome entre mis propios pensamientos que se ocupaban la mayor parte del día de recordarme lo cobarde que era.

-¿Está todo bien entre Timothée y tú?

Salí de mi trance al escuchar aquel nombre pronunciado por los rosados labios de Rita.

-¿Qué? - pregunté haciéndome la desentendida, para luego beber un largo sorbo de cerveza.

-Te pregunté si está todo bien entre Timothée y tú - dijo con una sonrisa.

-¿Cómo lo sabes?

Para ese momento el pánico se había apoderado de mi cuerpo.

-Es muy obvio - rió, para luego beber de su cerveza - Siempre se están mirando y coqueteando. Hacen una linda pareja, pese a que últimamente se ven más distantes.

Suspiré, porque no había nada más que pudiera hacer. Era inevitable que lo supieran, solo era cuestión de tiempo, después de todo, no éramos lo suficientemente discretos a pesar de que mi único deseo era no ser vista a su lado y evitar así, entrar en el ojo público.







me demoré un poco más en subir el capítulo, pero aquí está!
espero que estén disfrutando la novela❤️

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora