Junio, 2018
Pese a que el día se movía con tranquilidad al ritmo de mis pasos juguetones que intentaban entonar la melodía que escuchaba a través de mis audífonos, sentía que algo se acercaba, algo diferente que tenía por misión cambiar el estrés que pesaba por mis hombros, ya que haber terminado de escribir era una cosa, pero corregirlo y que a Henry le agradase era otra.
Volví a pasar mis mañanas, tardes y noches, encerrada bajo la ineficiente lámpara de pie a mi lado, intentando iluminar mis papeles y de paso, también, mi cerebro, llenándole de nuevas e innovadoras ideas. Sin embargo, y pese a mi esfuerzo inhumano, cada detalle se volvía más estricto a medida que debatíamos con Henry lo que quería cambiar. Sentía que en cualquier momento me sugeriría modificar por completo los diálogos y empezar de cero. Propuesta que, por supuesto, no estaba dispuesta a aceptar.
Pasé por fuera de una cafetería, y en ese momento mis ojos se encapricharon con el diseño de su interior. Me parecía sobrio y vintage, me invitaba a entrar y perderme en ese dulce olor a café y azúcar, derretidos bajo una dulce capa de espuma que podía degustar sin problema sobre mis papilas gustativas. Entré al local, y las luces oscuras opacaron mis sentidos, relajándome de sobremanera, haciéndome olvidar mis casi inexistentes problemas.
Hice la fila, sin dejar de mirar el lugar. Todo era muy lindo, en tono café y azul pastel, pulcro y estilizado, sacado de una revista de decoración. Algunos cuadros adoraban las paredes lisas, con figuras de granos de café o con frases que te invitaban o motivaban a tomar una fresca taza de café. Del techo colgaban botellas de vidrios de diferentes colores con luces pequeñas en su interior, envolviendo grandes lámparas café oscuras.
-Buenas tardes, ¿qué desea pedir? - la joven de cabello muy largo y liso me preguntó con una gran sonrisa en su rostro, sacándome de mi nube de ensueño.
-Hola - respondí, mirando el menú en la parte alta de la pared a su espalda - Quiero un capuccino grande y una dona rellena de chocolate - sonreí, alucinando con los sabores que pronto probaría.
Le pagué rápidamente y me fui a sentar con mi pedido ya en mano. Dejé caer mi cuerpo sobre un cómodo sofá, perdido en una de las esquinas de la cafetería, alejado del barullo de los comensales que deleitaban sus bebidas con entusiasmo al son de interactivas conversaciones que son suerte los dejaban respirar. Sonreí por inercia al momento en que aquel amargo, pero maravillo líquido quemó mi garganta, pidiéndome llevarme un poco más a mi boca, al tiempo en que la dona me miraba, frita y rebalsada en chocolate, pidiéndome a gritos que la comiera. Era fenomenal sentir como los diferentes sabores se fundían en mi boca, deleitándome, dejándome sin palabras, provocando que mis ojos se cerraran con entusiasmo, gozando el momento.
-Parece que lo estás disfrutando - comentó una voz masculina.
Abrí mis ojos al instante, permitiéndome ver como la silueta de Timothée me miraba con entretención, en medio de margaritas y sus pequeños ojos. Sentí vergüenza, causando que mis mejillas se tiñeran de un bonito carmesí y tragase más que rápido la danza de sabores que merodeaba por mi boca.
-Mucho - confesé a penas pude hablar.
-¿Me puedo sentar? - preguntó. La sonrisa aún se mantenía en sus labios.
-Claro - asentí, llevando un poco de aquel exquisito elixir a mi boca, al tiempo en que movía mi cuerpo para darle espacio - ¡Que casualidad encontrarnos hoy! - exclamé, dejando la taza a un lado.
-Si, una muy maravillosa - comentó, para luego tomar de su vaso - Esperaba con ansias que mañana llegase.
Las cosas habían cambiado un montón desde nuestro último encuentro, ya que comenzamos a hablar más, intercambiar ideas y opiniones, dejando salir sin miedo todos los sentimientos que florecían con el paso de las horas que volaban en medio del nuevo mundo que estábamos descubriendo. Teníamos más en común de lo que pensábamos y su compañía lograba mantenerme en calma y en paz. Bastaba una llamada para que estuviese a mi lado, contándome alguna loca ocurrencia o anécdota, haciéndome olvidar las atareadas jornadas que comenzaban a perturbarme. No me malinterpreten, me encantaba ser parte de una gran producción, como lo era la película en la que estaba trabajando, pero era muy agotador mantener el ritmo que me pedían, sumándole a que era mi primera vez en la industria.
-Que gusto no tener que esperar más - sonreí, moviendo mis cejas, escondiendo mi rostro ruborizado tras la blanca taza.
-¿Estás muy ocupada? - preguntó, dejando su vaso vacío en la mesa para luego apoyar su cuerpo en el respaldo del pequeño sofá, pasando sus brazos por el respaldo.
-¿Ahora? - pregunté, frunciendo el ceño.
-Si - sonrió, y me sentí derretir.
-¿Quieres salir a hacer algo? - preguntó, acercando nuestros cuerpos - Caminar, comer, jugar, no sé, lo que se nos ocurra.
Ladeé mi cabeza, degustando el último trozo de dona que se deshacía con facilidad bajo mis sentidos, perdiéndose en mi garganta hasta llegar a mi estómago, invitándome a volver a la realidad.
-No lo sé, Tim - hablé, pasando mi lengua por mis labios. Ninguna miga se podía perder.
-¿Aún mucho trabajo? - rió. Había rechazado varias veces sus invitaciones, debido, principalmente, a las metas diarias que me proponía para no atrasarme tanto con el escrito.
-Ni me lo recuerdes - reí, pasando una servilleta por mis labios.
-Pero mañana no podrás escapar de mi.
Una sonrisa de autosuficiencia se curvó por su cara, presentándome una vitalidad genuina, casi infantil. No pude evitarlo y dejé mi mano sobre una de sus mejillas, sintiendo como nuestro calor corporal se fundía, volviéndose uno. Sus ojos escrutaban sin escrúpulos los míos, ansiosos de encontrar respuestas y palabras claves, el código del amor que crecía bajo un torbellino revoltoso, que con un poco de trabajo e insistencia, me había decidido a aceptar.
Timothée miró a su al rededor, corroborando que nadie nos estaba poniendo atención. Dejó tras su oreja uno de sus rebeldes rizos, para luego acercarse con descaro a mis labios, lo cuales esperaban con ansias aquel tan inesperado acto. Se sentía tan bien volver a sentirle cerca, enredarme en su cabello y dulce aroma.
A penas podía pensar con claridad, mis sentidos se nublaron y el cántico celestial de mi corazón hizo acto de presencia, susurrándome al oído disfrutar cada momento a su lado, siempre recordándome que nada dura para siempre y cada segundo se vuelve efímero entre las sombras del desosiego.
en este época Lilo y Timothée aún eran felices jajaja
qué tal va su cuarentena? cómo están sus países manejando la situación? aquí en Chile las cosas no están avanzando muy bien y todo se mueve de manera bastante ineficiente:c
no olviden dejar sus lindos votos y comentarios! <3
PD. llevo no sé cuantos capítulos diciendolo, pero recuerden lavarse las manitas y salir de sus casas lo menos posible! es tarea de todo cuidarnos!<3
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Detrás de escena // t.c✔️
RomansaEn la abrazante ciudad de Los Ángeles, Timothée y Lilo se ven envueltos en un candente romance durante la grabación de una nueva película. Sin embargo, todo se torna difícil cuando los sentimientos comienzan a florecer. ¿Podrá Lilo aceptar el crecie...