Julio, 2018
La llegada del verano se podía sentir en todo su esplendor. Era cosa de salir del departamento, para comenzar a sudar como si no hubiese un mañana. Sin embargo, tenía algo a favor: la enorme masa de agua que se extendía con violencia frente a mi ojos, al tiempo que la arena envolvía mis pies, me proporcionaba un sentimiento de alivio que no podía explicar.
Recosté mi cuerpo sobre mi toalla, tendida bajo la sombrilla que me ayudaba a que el sol no nos diera directo a la cara. Miré a Timothée, quien mantenía su atención perdida en un libro que no alcanzaba a leer su nombre, y sentí la extraña necesidad de lanzarme a sus brazos, acariciando su cuerpo pálido y delgado, para luego perderme en su hombría.
No entendía que me pasaba, pero una fuerza, casi sobrenatural, se apoderó de mi en los últimos días, sedianta y ansiosa, con el deseo carnal a flor de piel. Normalmente, era un instinto que podía frenar y calmar, incluso olvidar si la situación lo ameritaba, pero, durante nuestros últimos encuentros, cada vez que Timothée se paseaba cerca, emanando esa fragancia de madera y ceniza, con la sonrisa sarcástica adornando ese bello rostro que escondía bajo esas duras facciones, mi cuerpo se volvía fuego, pasión pura.
Y esta vez no fue diferente.
Presa de la brutal llamarada que brotaba desde mi interior, pasé mis dedos por sobre su torso, captando su desviada atención. El rizado me observó interrogante, con la ceja alzada y una burlona sonrisa, parecía saber cuál sería mi próximo movimiento, y eso solo provocó que mi mano le tocase sin pudor alguno.
-¿Qué tienes en mente? - susurró, al tiempo que cerraba su libro para posicionar su cuerpo más cerca del mío.
Le miré, mordiendo mi labio, coqueta y descarada, fantaseando en como aquella inocente situación podía volverse lujurioso y excesiva, devastadora para mis hormonas y su carrera. Quitó su lentes, y no sin antes dar una mirada por la desolada playa, posicionó su áspera camino sobre mi cadera desnuda, causando que una corriente eléctrica recorriera toda mi espina dorsal. Podía sentir su respiración y el aliento fresco a causa de la limonada que había bebido, invitándome en perderme en un suspiro, la química equívoca del amor que nos estaba azotando la cabeza. No aguanté y me lancé a sus labios, finos y rosados, perfectos para mi.
Me dejé llevar por el aire caliente que nos recorría la piel, únicamente cubierta por nuestros delgados trajes de baño, mientras nuestras manos jugueteban, intentando acercarnos más, entrar en ese rincón infinito que parecía ajeno y nos obligaba a enredarnos, volviéndonos uno, como tantas veces lo hicimos.
Pero mi cordura volvió, cuando entre roce y beso, sentí la creciente erección de mi compañero rozarme con atrevimiento uno de mis muslos. Abrí los ojos, percatándome que Timothée se encontraba totalmente agitado y fuera de razón. Le sonreí, para luego dejar un corto beso sobre sus labios. Mi pecho seguía saltando al ritmo del romper de las olas fervientes, recordándonos que ellas eran las dueñas de aquel paradisíaco lugar.
-Vamos a mi departamento - hablé, aún agitada - Queda a solo unas cuadras.
-Me parece perfecto - sonrió de lado.
Nos pusimos de pie, en medio de un silencio coqueteo que nos mantuvo inquietos y rebosantes del deseo que cautivaba la atmósfera que de a poco íbamos creando, avanzando hacia el departamento, que prometía acabar con la pasión carnal que ya no podíamos aguantar.
Pese a que nuestros sentimientos eran sinceros, y ya habíamos tomado la decisión de estar juntos, o al menos apoyarnos en lo que la vida nos trajese, aún no le había contado a Sharon sobre nuestra relación. Este detalle me impedía invitarle a mi pequeña morada para pasar el tiempo, causando que nuestros fortuitos encuentros debían ser en su departamento o en algún otro lugar, alejado de mi zona. Y si esta vez decidí que fuéramos, no lo hice con el fin de que mi querida amiga, se enterase del rollo que nos traíamos entre manos, al contrario, ella no se encontraba allí, por lo que no corríamos ninguna clase de riesgo.
Lo dejé pasar, sin pensarlo mucho. Estaba más que segura que Sharon no se encontraba en casa, así que, una vez cerré la puerta tras mi espalda, me lancé sobre sus brazos, agarrando con firmeza sus hombros, los cuales no demoraron en ceder bajo la presión que mis largos dedos ejercían para acercarle más a mi cuerpo imprudente.
-Es muy lindo y acogedor - murmuró por sobre mis labios, separándose levemente, intentando recobrar el aliento.
-¿Te gusta? - pregunté en medio de un jadeo.
Mis manos se movían con agilidad al rededor de su polera de algodón que solo me causaba una gran molestia. La tomé, y de un solo jalón la quité de su torso, dejándolo totalmente expuesto bajo mis oscuros ojos. Pero no era la única a quien la ropa comenzaba a incomodarle. Timothée sacó el vestido que a penas cubría mi cuerpo, dejándome solo con mi pequeño bikini burdeo.
-Tienen muy buen gusto - murmuró, pasando su lengua por sus labios, analizando cada imperfección de mi cuerpo.
-No por nada Sharon está donde está - alcancé a decir, antes que sus labios volvieran a atacar los míos.
Nunca antes había apreciado el salón en aquellas dimensiones. Me parecía abstracto y fuera de lugar. En medio de manoseo, risas nerviosa y choques imprevisibles con los muebles y paredes, terminamos acostado sobre mi cama, la cual seguía sin hacer. Me senté a horcajadas sobre Timothée, quien me miraba con la boca entre abierta, los labios hinchados y el pecho subiendo a tope. Me extralimité a volver a sentirle cerca, para luego, de a poco, dejarme llevar por su toque cálido, caricias sumisas y besos locuaces.
Era todo un arte estar de esa manera, confundida, disfrutando de un momento épico, relajación absoluta. Sus ojos estaban cargados de deseo, al igual que los míos. Necesitaba sentirle dentro mío una vez más, ocupando el placer que mis sentimos clamaban con apuro.
Pero mis anhelo se vio opacado por una llamada, proveniente de mi celular, el cual se encontraba en la mesita de noche, ya que no lo había llevado a la playa. Era Sharon, por lo cual le contesté inmediatamente.
-¿Aló? - pregunté, dejando salir un suspiro, cargado de excitación.
-Dios, mujer - se carcajeó desde el otro lado - No quiero saber que estás haciendo, solo llamaba para avisarte que ya voy camino a casa, así que prepárate que hoy saldremos de fiesta - chilló, con notable felicidad en su voz.
Miré con pánico a Timothée, quien dejaba un camino de besos a través de mi columna. Me puse de pie y abriendo los ojos, mientras apuntaba la puerta, le hice entender al rizado que debía irse.
-¡Perfecto! - hablé, sintiendo el terror correr por mis venas - Nos vemos en un rato.
-Estoy llegando al edificio, así que nos vemos en unos minutos - fue lo último que dijo, para luego cortar la llamada.
El placer innato que sentía hace tan solo unos segundos, fue fulminado de golpe, casi por acto de magia.
-Tim, debes irte, ya - dije, intentando sonar tranquila.
-¿Qué?¿Por qué? - preguntó. Estaba más que claro que no entendía mi repentino actuar.
-Sharon está por llegar - murmuré.
-Comprendo - dijo, al tiempo que se levantaba de la cama, soltando una carcajada.
Prácticamente corrimos al living, donde nuestras ropas habían quedado tiradas por todos lados, sin escrúpulos. Nos vestimos rápidamente para luego despacharle con dulzura, aún sintiendo esa pizca de lujuria, recorriéndonos el cerebro, culminado en un beso fogoso y la despedida inminente.
Se me hacía gracioso tener que esconder igual que adolescentes, pero aún no creía apropiado que Sharon se enterara. Quería darnos un tiempo para asegurarnos que esta relación fuese a funcionar. Me encontraba ansiosa y con el corazón latiendo a mil por hora. Era increíble la cantidad de emociones que Timothée producía en mi.
otro capítulo de cuando eran felices jajaja quiero que vuelvan :c
bueeno, espero que les haya gustado<3 y dejen sus lindos votos y comentarios!
PD. lávense las manos y quédense en casa jeje
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Detrás de escena // t.c✔️
Storie d'amoreEn la abrazante ciudad de Los Ángeles, Timothée y Lilo se ven envueltos en un candente romance durante la grabación de una nueva película. Sin embargo, todo se torna difícil cuando los sentimientos comienzan a florecer. ¿Podrá Lilo aceptar el crecie...