-Verte tan pegada a esa mierda, me hizo recordar... -
Sharon se quedó callada, totalmente muda, como si alguna fuerza externa se hubiera devorado sus palabras. Bebió de su copa y me sonrió con nostalgia, como una madre lo haría mirando a su hija.
Dejé caer con un poco de violencia la copa que sostenía en mi mano, mientras que con la otra sostenía mi celular. Fruncí el ceño, acomodándome en mi refinado asiento,para luego guardar el aparato electrónico dentro del bolsillo de mi abrigo negro.
Nos encontrábamos cenando en un restaurante que había abierto sus puertas al público hace tan solo unos días, ya que mi amiga había insistido en que debíamos probar la comida. Así que, bajo las oscuras luces transparentes, las paredes blancas como la nueve, dando ese toque de elegancia, y los ventanales gigantes devorando el panorama nocturno de la ciudad, giraba una dinámica conversación, guiada por tiempos no tan lejanos, que parecían totalmente ajenos a nuestro presente.
-¿A qué? - cuestioné, una vez me percaté que no volvería a hablar.
-A cuando pasabas pegada al teléfono hablando con... - negó con su cabeza, presa de sus pensamientos que no le dejaban terminar la oración - No recuerdo el nombre, pero Timothée no era - soltó una carcajada, para luego llevar la servillta a sus labios.
Sin embargo, la rizada estaba equivocada, porque el chico del cual estaba hablando, en realidad si se trataba de Timothée. Todo había sido parte de una mentira piadosa para esconder la realidad, y así alargar e intentar olvidar el pánico que por primera vez se hizo presente de manera tan desafiante.
Volviendo al pasado, y recordando ese día, caí en la cuenta que el mismo temor que nos llevó al fracaso, se mostró terco desde el principio, casi como un mal presagio del desastrozo final al que llegaríamos. Y quizás, si en ese momento hubiese sido más consciente, la catástrofe no se hubiese desatado y el mundo, mi mundo hubiese podido seguir el curso que merecia, o que al menos yo quería creer que era el más conveniente.
Sentí mi celular vibrar dentro de mi bolsillo, y no pude evitar dejar salir una sonrisa, por que sabía que el remitente, era nada más y nada menos que el señor Timothée Chalamet, el mismo que se empeñaba en forjar una amistad que tenía punto de quiebre, ahí en el desdichado amor que alguna vez nos unió. Sin embargo, y pese a que las ganas de responderle carcomían mis dedos, no lo hice. Me limité a dejarlo sonar y a sincerarme por completo con mi amiga. Ya no había nada que perder, porque ya le había perdido, tal como en la guerra.
-Si, era Timothée - le comenté, tomando un largo sorbo de vino.
-No, mujer - replicó, negando con su cabeza, moviendo la mata de rulos.
-Te mentí - hablé seria, volviendo a darle el último trago a la bebida, para así terminarle de una vez.
-¿Qué? - preguntó Sharon, acomodándose en su asiento - Dios, Lilo. ¿Desde cuándo se conocen?
Su respuesta tan tranquila y para nada crítica, provoco que los nervios que sentía, se disiparan lentamente, casi como sedantes para mis músculos tiesos y articulaciones rígidas, inmóviles. Incluso mi lengua se desató, y todo comenzó a brotar de mi boca como si una fuerza externa estuviese apretando mi cuello, obligándome a confesar todo lo que callé.
-Nos conocimos en aquella fiesta a la que me obligaste a asistir - sonreí, dejando la copa sobre la mesa, mientras los recuerdos se me presentaban más vívidos que nunca - Y por cosas de la vida seguimos en contacto. De a poco comenzamos a involucrarnos más sentimentalmente, hasta que caímos en esa extraña relación que teníamos.
-¿Lo amas? - preguntó con una sonrisa ladina, casi sintiendo compasión por mis vulgares palabras.
Nunca lo había pensando. No me había detenido a pensar en lo que el amor realmente significaba para mi, y si ese fuerte sentimiento era el que emanaba mi cuerpo cada vez que le veía o tenía cerca. En todo ese tiempo de meditación y autoconocimiento, nunca me detuve a pensarlo.
-No lo sé - dije finalmente, sin querer darle tantas vueltas al asunto.
-¿Y él a ti? - cuestionó, posando sus brazos sobre la mesa.
-Tampoco lo sé - sonreí, curvando levemente mis labios.
Pero, inmediatamente ese sutil gesto se borró de mi rostro al recordar ese efímero momento donde me atreví a callarle, vil bruja, segura que aquella palabra solo arruinaría el mágico sexo que nos convertía en uno, íntimos amantes de la vida y el placer recóndito que el cuerpo sumiso ofrece. ¿Serían diferentes las cosas si él me lo huniese confesado, a pesar de mi rotunda negativa?
-Si lo sabes - dictaminó, acercando su rostro, riendo entre dientes - Tu silencio me lo confirma - soltó una carcajada - Pero algo hiciste, Lilo Nagahara, esa cara de arrepentimiento no es por nada.
Suspiré, totalmente derrotada por la invisible persuasión de Sharon, quien me miraba expectante, parecía que estaba disfrutando la situación, y a decir verdad, por primera vez en mucho tiempo me tenía entre la espada y la pared.
-Él si lo hace, o lo hacía - hablé, bajando la mirada, mirando como mis dedos seguían jugando con la copa de cristal.
-¿Entonces? - preguntó, recostándose en el respaldo de su asiento - Mira, Lilo, todo es más simple de lo que crees. Esa amistad que tienen no los llevará a ningún lado, solo a tener sexo desenfrenado - rió, contagiándome - Pero él está con alguien, y aunque le deje, las cosas no volverán a ser como eran. Tus inseguridades no te permiten avanzar, y pese a que he visto que has tenido una mejora, no es suficiente, porque te falta algo, y es ese termino correcto con Timothée, no más mentiras ni miedo infundamentados.
Alcé mi mirada, y me pude topar con las profundidades de mi amigas, las cuales gritaban todo lo que tenía guardado, ya que no habíamos tenido una instancia real e íntima para conversar con sinceridad. Era extraño, porque ahora no quedaban secretos, tal como en los viejos tiempos.
-¿Qué debería hacer, entonces? Aún siento cosas por él, no puedo seguir engañándome - suspiré, porque era lo que sentía.
-Hablar, terminar todo de una vez o intentarlo, si realmente lo creen - sugirió despacio, temiendo mi respuesta - Él no me desagrada, y de hecho, entiendo que está devastado y no sabe que hacer, y solo está intentando olvidarte, pese a que sabe que no puede, y de la peor forma, por cierto. ¡Y todos saben que un clavo no saca a otro clavo! - soltó una carcajada, que provocó que los comensales sentados a nuestro lado nos miraran con el ceño notablemente fruncido.
-Nunca pensé que me dirías esto - confesé, sin poder ocultar la sonrisa de mi rostro.
-Me tiene más que cansada verte como un zombie, quejándote todo el puto día por mierdas repetidas - soltó y yo me llevé mi mano a mi pecho en señal de indignación - Habla y sé sincera, por una vez en tu miserable vida, Lilo, y verás como todo cambia y conspira a tu favor.
Por sobre la mesa, tomé la suave mano de Sharon, aceptando totalmente el desafío que con tanta naturalidad me había planteado. Sus palabras lograron calar dentro de mi estrecho corazón, abriéndome los ojos y despejando el panorama que parecía ser un cúmulo de problemas ya resueltos que no quería ver, porque pese a que mi autoestima mejoró y logré alcanzar un nivel más crítico en mis pensamientos, la respuesta me parecía hipócrita, sería como volver al pasado, retroceder.
Le daría una última vuelta a mi almohada y dejaría de mentirme y de ser tan cobarde, porque Timothée había sido lo mejor que me pasó en mucho tiempo, y tan rápido como llegó desapareció.
Parecía que la vida quería darme una segunda oportunidad, así que, ¿por qué no tomarla?
oooh my gosh! qué pasará!?
no olviden dejar sus votos y comentarios, en verdad losnaprecio muchísimo 💜
P.D. lávense las manos y cuídense mucho, porque esto pronto ya pasará💜
ESTÁS LEYENDO
Detrás de escena // t.c✔️
RomanceEn la abrazante ciudad de Los Ángeles, Timothée y Lilo se ven envueltos en un candente romance durante la grabación de una nueva película. Sin embargo, todo se torna difícil cuando los sentimientos comienzan a florecer. ¿Podrá Lilo aceptar el crecie...
