Entrar al estudio y saber que hoy era su cumpleaños y no podríamos celebrarlo como lo habíamos planeado hace tan solo unas semanas, dolía. Sin embargo, aún tenía el regalo que había buscado con tanto esfuerzo hace un par de meses, cuando todo parecía estar bien.
Caminé por el largo pasillo, esperando no cruzarme con nadie. No tenía ganas de hablar. Había pasado una noche horrible, en medio de lágrimas y más lágrimas. Sentía el pecho oprimido, como si una fuerza exterior lo apretara con perseverancia, mientras mi respiración se descontrolaba con solo volver a tenerlo en mi mente.
No era la primera vez que pasaba por una separación, por eso me molestaba de sobremanera lo mucho que me estaba afectando. Casi no podía pensar con claridad y el llanto no parecía descender, al contrario, iba en ascenso con el pasar de las horas.
Dejé mis pertenencias en la oficina habitual, encontrándome con Collins, quien estaba sentado, frente a la mesa de cristal con una taza humeante de café en mano.
-Buenos días - hablé, sacándolo de su nube de ensoñación.
-¿Qué tal, Lilo? - preguntó, levantando su taza en mi dirección, como si de un brindis se tratase - Realmente espero que hayas tenido una noche mejor que la mía.
Reí - Lamento informarte que no. Probablemente fue peor que la tuya.
-Imposible - negó, abriendo sus ojos - No tienes un gato que se fracturó una pata por saltar de un árbol muy alto.
-¿Eso es posible? - pregunté, frunciendo el ceño. Nunca antes había escucho un acontecimiento como aquel.
-Si - suspiró.
-¿Vamos? - pregunté luego de mirar mi reloj de pulsera y percatarme que ya nos encontrábamos en la hora de comenzar el rodaje.
Nos quedaban muy pocos días para terminar de grabar las últimas escenas y ajustar cualquier pequeño detalle que pudiera marcar la diferencia, por lo cual el trabajo se estaba volviendo más denso y agotador. Pero lo prefería, porque así mi cabeza se mantenía fría, fuera del alcance de mis sentimientos y de los bonitos ojos de Timothée que aparecían en cada uno de pensamientos, empeñándose en recordar cada uno de los momentos que vivimos juntos.
Caminamos despacio, mientras conversábamos sobre el trabajo, porque como dije anteriormente, desde ahora nuestras vidas se basarían en la conclusión de esta película. Y deseaba con todas mis fuerzas que ese momento pronto llegara.
El fin traería paz.
En el set de grabación, se encontraba todo el equipo moviéndose de un lado a otro sin parar siquiera a respirar. Rita corría, buscando a los actores que procederían en la escena, mientras que Henry gritaba histérico, dando indicaciones sobre la ubicación de unos muebles que serían parte de la escenografía. Aun así decidí acercarme a Rita, pese a que no sabía si reaccionaría bien ante mi saludo solo me ignoraría.
-Hola - dije un tanto temerosa, sacándola de entre sus sombras y brochas.
-¡Lilo! - exclamó, pasando sus brazos por mi cuello, envolviéndonos en un cálido abrazo.
-¿Cómo estás? - pregunté.
-Atareadísima - rió, mientras volvía a su búsqueda frenética entre sus herramientas - ¿Podrías llamar a Timothée? Aun no llega y Henry está comenzando a enfadarse.
Respiré rápido, sintiendo como el aire entraba hacia mis pulmones. Mi mirada viajó por todo el espacio, analizando a cada persona que estaba a mi alrededor. Mojé mis labios, para luego suspirar. Mantener alejadas mis constantes lágrimas se estaba volviendo una tarea difícil, pues en verdad creí que bastaría una larga y oscura noche para botar mis desdichados sentimientos.
-Ya no... - volví a respirar, intentando calmar el llanto que se avecinaba, intenso y persistente - No hablamos - finalicé.
Mi amiga abrió sus ojos, dejando de lado su enajenada búsqueda, para mirarme totalmente sorprendida. Volví a intentar reprimir mis lágrimas que amenazaban con hacer su maravilloso e imprevisto acto de presencia. Rita no dijo nada, solo tapó su boca con una de sus manos desocupadas para luego abrazarme. No quería, y no lo haría. No lloraría, no, no, no. Pero una a una, en completo sigilo, comenzaron a caer, presas del dolor que en mi pecho se almacenaba.
-Estoy aquí, ¿si? - se separó levemente.
-Gracias - murmuré como pude, limpiando mis lágrimas.
Pasé mis manos por mis ojos, eliminando cualquier indicio de mi caprichosa pataleta. No quería verme patética, ni frágil ante los ojos de mis compañeros, quienes parecían saber todo lo que estaba ocurriendo y se encontraban más que atentos.
-Timothée viene entrando - gritó alguien, sacándonos de nuestras labores.
Y tal como aviso, el rizado apareció por la gran entrada del estudio al mismo tiempo en que todos gritaban en coro: ¡Feliz cumpleaños!
Sarah apareció cargando una pequeña torta que tenía una vela en forma de incógnita, acercándose al rizado, quien sonreía de manera genuina, pese a su notable desgano. Comenzaron a cantar la canción de cumpleaños feliz y no me resistí. Seguí el coro, mientras observaba cada una de sus facciones contraerse a medida que la tan conocida melodía llegaba a su fin.
-¡No olvides pedir un deseo! - exclamó su co-protagonista, justo antes de que Timothée soplara las velas.
Una gran sonrisa se expandió por su rostro, mientras su mirada recorría a cada una de las personas que se encontraban expectante ante sus próximos movimientos. Sentía tan cerca su cuerpo, que solo necesitaba extender mi mano y tocarlo, poder sentirlo sin miedo alguno. Y como si él también estuviese sintiendo ese lazo invisible que aun nos mantenía unidos y nos impedía alejarnos, posó sus verdes ojos sobre los míos. Las piernas me flaquearon y como pude tomé la mano de Rita, quien no se había alejado de mi, manteniendo su palabra.
Timothée abrió la boca ligeramente, como si algo quisiera decir, pero la volvió a cerrar, quitando su mirada de la mía y del extraño mundo que estábamos construyendo a nuestros alrededor. Nadie más importaba, éramos solos nostros, él y yo.
Sarah pegó un gran chillido de emoción cuando la vela fue apagada con éxito. Los aplausos y felicitaciones no tardaron en llegar, también sus palabras de agradecimientos. Temía ir a saludarlo y romperme en medio de mis colegas. No era mi idea mostrarme desnuda, tan frágil y sincera, pero la ruptura de nuestra peculiar relación aún era muy reciente, pese a que en mi terquedad con una noche de llanto bastaba y sobraba para recuperarme. Debía admitirlo, aceptarlo y así continuar con mi vida y trabajo, soltando aquello que me hizo daño, pero ¿Timothée causó algún daño en mi ser? No, por supuesto que no.
Y el solo hecho de saber que si me encontraba en esta situación era meramente por mi culpa, me hacía sentir aún peor, más sensible y rota.
Respiré pausadamente, juntando las energías suficientes para sobrevivir el largo día que me esperaba.
espero que les esté gustando la historia 💕 y no olviden votar y comentar🤗
ESTÁS LEYENDO
Detrás de escena // t.c✔️
RomanceEn la abrazante ciudad de Los Ángeles, Timothée y Lilo se ven envueltos en un candente romance durante la grabación de una nueva película. Sin embargo, todo se torna difícil cuando los sentimientos comienzan a florecer. ¿Podrá Lilo aceptar el crecie...