q u i n c e

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Un halo de brillo de luz entraba con insistencia a través del espacio que las cortinas dejaban expuesto. Era pequeño, pero poderoso. Iluminaba el cuerpo desnudo de Timothée, cubierto únicamente por una sábana blanca. Era una escena digna de película y me alegraba poder disfrutarla.

Me di la vuelta, respirando con pesadez, para buscar mis bragas y camisa en el suelo. No encontré la mía, así que ocupé la del rizado para ir al baño y así expulsar todo el líquido que mi vejiga había esmerado en guardar durante la madrugada. Mientras me lavaba las manos, aproveché de analizar mi rostro en el espejo, mi piel morena, ojos grandes y negros, totalmente diferentes a los de mi amante, nariz pequeña, pero ancha y una sonrisa que dejaba iluminar mis blancos dientes, que según yo eran mi mejor atributo, a través de mis labios gruesos. Me sentía orgullosa de mis raíces, de quién era y de donde venía. No tenía nada que envidiarle a nadie.

-¿Estás bien?

La voz de Timothée resonó a través de la puerta, sacándome del trance que había causado mi cabeza al mirarme por tantos minutos en el espejo, incluso parecía que mi imagen comenzaba a distorsionarse. Casi no me reconocía. Abrí la puerta, y ahí estaba el rizado que mantenía mis sentidos presos en la locura.

-Buenos días - hablé para luego darle un corto beso en los labios.

-Buenos días, bonita - respondió, pasando sus brazos al rededor de mi cintura.

Nos quedamos mirando por unos segundos, en completo silencio, analizando cada detalle, evitando perderme para así encontrar ese rasgo característico, propio e irrelevante que causaba un destello en nuestros corazones.

-¿Desayunamos? - pregunté, sintiendo las mariposas revolotear en mi estómago. Hoy sería un largo día y pese a que me gustaría estar toda la eternidad admirando su belleza, el hambre parecía que en cualquier momento se comería mis tripas.

Nos dirigimos a la cocina, en donde nos dispusimos a preparar la comida matutina que tanto ansiaba comer. Hice jugo de naranja, para luego servir dos vasos de leche blanca mientras Timothée preparaba los panqueques de avena que se habían vuelto rutina desde que decidimos comenzar con esta loca aventura.

Parecía que todo marchaba bien entre nosotros. El miedo y pánico a ser vista en escena pública comenzaba a cesar de a poco, sigiloso, dando de vez en cuando algunos indicios de su caótica estadía que por tantos meses había sido mi fiel compañía. El rizado se veía más relajado y totalmente decidido a seguir con nuestra relación y hacerla oficial, pese al espanto que mi madre había causado con sus incontrolables y fastidiosas preguntas.

Todo estaba yendo en perfecto orden, como si nada pudiera separarnos y modificar el exitoso futuro que nos esperaba. En verdad eso era lo que quería creer, porque en estos cortos días de disfrute, nada indicaba lo contrario.

Una vez todo estuvo listo, nos sentamos  en la mesa a devorar el delicioso desayuno que con tanto esmero habíamos preparado. Hablábamos sin dejar de comer, como si nuestra vida dependiera de ello, de las trivialidades que el día a día nos ofrecía en el ajetreado estudio al que debíamos llegar dentro de una hora. Aún así, ninguno de los dos  comió más rápido, era como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Nada nos apuraba.

-Estoy muy nervioso por la escena de hoy - habló el rizado, pasando una servilleta por sobre sus labios.

Mi mente divagó entre las letras que por varios días privaron mis horas de sueño, para darle vida a una película digna de Hollywood. Nunca pensé que él sería el protagonista, pese a que me había comentado que estaba audicionando para un nuevo proyecto que, pese a su reciente anuncio, ya captaba toda la atención de los medios faranduleros más importantes.

La escena que debían protagonizar estaba cargada de sensualidad y complicidad que me evocaban al comienzo de nuestros encuentros, por eso envidiaba ver como Sarah era la reencarnación de esa mujer que había idealizado en mí. El guión y la historia, funcionó como método de complicidad con mis largas tardes y madrugadas, en donde solo la imagen de Timothée seguía grabada en mi cabeza, pese a las cortas horas que nos separaban. Fue una odisea, por eso, luego de conocer al rizado decidí recrear alguno momentos, para así darle más sentimientos, más realismo.

-Lo harás muy bien - comenté, dándole ánimos.

-¿Podrías ayudarme a practicar?

Casi me atraganté con el pedazo de panqueque que masticaba con tanto gusto. Era una propuesta bastante indecorosa, cargada de segundas intenciones. Tomó el último sorbo de su taza y se puso de pie, caminando hacia algún lugar que probablemente era su pieza. Apareció en el comedor, lugar donde tomábamos desayuno, con el libreto en mano. Pasó las hojas a la velocidad de la luz hasta la escena que hoy debía grabar.

-Tú solo lee - dijo, acomodándose los boxers - Yo sé lo que debo hacer - guiñó un ojo y se alejó unos centímetros.

Seguí sus instrucciones y comencé a leer la primera parte, en donde Emma, le pedía a Mark que se quedara. Timothée se acercó con el semblante serio, posicionándose tras de mi cuerpo, el cual tembló ante su tacto, sus suaves manos moviendo mi cabello a un costado para posicionar sus labios en él. Volví mis ojos al guión, dejando de lado la vista del bello y soleado día que se asomaba por la ventana.

-Necesito que te quedes. Hoy más que nunca - leí, sintiendo sus caricias por mi cuerpo.

Si yo fuera quien protagonizara aquella insinuante escena, caería rendida en los brazos de Timothée. No podría comportarme del todo.

-Haré todo lo necesario para que te sientas bien - murmuró por mi oído. El dulce aliento a leche temblaba en mi rostro.

-¿Estás seguro? - pregunté, dándome la vuelta, quedando frente a frente, tal cual el guión que yo misma había escrito indicaba.

-No tienes idea - habló sin dejar de mirar mis labios.

Para ese punto no sabía si se trataba del guión o lo había dejado a un lado, ya que en un ágil movimiento se apoderó de mis labios, dejándome sorprendida, principalmente porque aquel acto no formaba parte de las acciones que con clemencia había redactado.

Se separó luego de unos minutos y comenzó a reír. Por mi parte seguía en estado de shock, causando que una gran risa nerviosa brotara de mi boca.

-Eres una excelente actriz - comentó juguetón - Sarah tendrá la misma reacción.

-¿Estás bromeando? - pregunté releyendo el libreto.

-No - contestó - Henry me pidió que hiciera algo diferente y mi idea resultó.

Su sonrisa captaba toda mi atención, pese a que solo un boxer cubría todo su ser. Me volví a sentar en la silla, donde anteriormente desayunaba para analizar la rebelde modificación que sin mi consentimiento había osado a cambiar.

-En verdad me gusta - dije luego de unos segundos - Solo no deberías ser tan rudo. Recuerda que Emma acaba de perder a su padre. Sé más cariñoso y comprensivo. Bésala y abrázala, que se vea que compartes su tristeza, pero no dejes la sensualidad a un lado.

Timothée sonrió de medio lado, con notable malicia. Su mente trabajaba rápido y estaba más que segura que ya había visualizado la escena perfecta en su mente, con todos los cambios necesarios para llevarla a otro nivel.

Hoy sería un gran día, definitivamente.





nuevo capítulo! disfrútenlo mucho y no olviden dejar sus comentarios y votos❤️

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora