t r e i n t a y o c h o

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Moví con tortura el lápiz sobre el libreto. Faltaba solo una semana para terminar las grabaciones y comenzar con el trabajo de post-producción, por lo cual, Henry me pidió arreglar unos cuantos detalles en las escenas finales. Sin embargo, mi imaginación estaba volando bajo, debido al delirio que mi corazón estaba sintiendo cada vez que me topaba con las verdes profundidades de Timothée en los pasillos. No encontraba las palabras exactas para remodelar los diálogos, hacer a los personajes más autónomos y reales, personas que sintiesen sin temor. 

Dejé de lado el lápiz, intentando relajarme por unos minutos. Podía escuchar a través de la puerta, los gritos de los productores, de Henry y de los actores, quienes parecían moverse por todos lados, adecuando sus movimientos para hacer las escenas perfectas.

Decidí encerrarme dentro de la pequeña oficina, cuando la inmaculada presencia del rizado comenzaba a intimidarme de sobremanera. Había pasado una semana desde nuestro fortuito encuentro, el cual no me dejaba dormir tranquila por las noches, pensando en lo mal que me hicieron sentir sus frías y duras, pero sinceras palabras. Porque al final del día, y luego de algunos desvelos inquietantes, comprendí que su actitud era por mi culpa, por mi falta de empatía a sus genuinas emociones e intenciones, que siempre tuvieron como fin, hacerme feliz. Me sentía culpable y dolida, eran sentimientos que iban de la mano y parecía no haber ninguna manera para dejar de sentirles. 

Revisé mi celular, en mi afán de distracción, respondiendo algunos mensajes y correos, para luego recorrer el inicio de Instagram, el cual me entregaba tiernas fotos de Timothée junto a Sarah. Detuve mi dedo frenético, para mirar con detención la imagen que se me presentaba. Se veían sonrientes, mirándose sin temor, en medio de una concurrida calle de la ciudad. El comentario de la foto cuestionaba la amistad de los dos, hablando de otras salidas en las que fueron descubiertos muy juntos y acaramelados.

Sentí como mi estómago se revolvía con violencia, por el solo hecho de pensar que quizás estaba con ella cuando tuvo el descaro de meterse conmigo, otra vez. Bloqueé el celular, alejando aquellas imágenes de mi mente. Dolía ver como la persona que querías estaba con alguien más, a pesar de que había confesado que el sentimiento era mutuo.

Me encontraba tan confundida, que la cabeza comenzaba a dolerme con descaro, como un recordatorio de todo lo vivido.

Dejé unos garabatos sobre el guión, puesto que algunas ideas se me ocurrieron mientras mis pensamientos me acechaban, cuando la puerta se abrió con violencia, causando que mi corazón se estremeciera.

-¡Al fin te encuentro, Lilo! - la conocida voz de Collins retumbó por la oficina, al tiempo que cerraba la puerta tras sus espaldas.

-¿Pasó algo? - pregunté, llevando mi mano a mi pecho.

-La verdad es que no - dijo, sentándose en la silla frente a mi - Las cosas están muy intensas - comentó con despreocupación.

-¿Por qué? - cuestioné, dejando mi lápiz a un lado para ponerle atención.

-Timothée y Sarah - elevó sus cejas, para luego dejar salir un silbido - Ahora realmente creo que están juntos - dejó salir una risita.

Pude sentir como los colores desaparecían de mi cuerpo, al tiempo en que me sentía flotar al confirmar mis sospechas, y las que todo el mundo tenía. Le sonreí por cortesía, queriendo golpearle, agitarle esa cabeza hueca que siempre hablaba de más en los momentos inesperados.

-Que bien - murmuré, sin saber que más decir.

-No te amargues por ellos - comenzó a hablar - Timothée es un imbécil y ella, la verdad es que habla muy poco con los productores, así que no la conozco - se encogió de hombros - Pero estoy segura que eres mil veces mejor que ellos y que mereces a alguien mejor.

No supe que responder, porque era la primera vez en un tiempo que alguien me defendía. Pero él no sabía toda nuestra historia, y todo el daño que nos causamos mutuamente, por lo que su comentario no fue el más atinado de su parte. Aun así, me hizo sentir bien, dejar de la lado la culpa fulminante que comenzaba a molestarme de sobremanera. 

Abrí mi boca para contestarle, darle las gracias por su comentario tan acertado, cuando noté como por su cuello colgaba una cadena de plata con dije rectangular. Lo miré con detención, porque estaba segura que lo había visto antes, solo que no podía recordar donde. 

-Collins - lo llamé, causando que sus ojos, que estaban concentrados en su celular, se fijaran los míos - ¿De dónde sacaste esa cadena? - pregunté, totalmente curiosa.

-¿Esta? - la tomó entre sus manos, y pude sentir como le incomodaba mi pregunta - Me la regalaron para Navidad - sonrió, sin soltar la joya de sus dedos.

-Es muy linda - respondí, dándole una gran sonrisa.

Y fue en ese momento cuando descubrí donde la había visto. 

Un día, después de la llegada de Sharon, la vi sentada en el sofá, observando una cajita que contenía un collar, o eso creí, dentro de ella. Me senté a su lado, al tiempo que le preguntaba sobre el objeto que sostenía. Me respondió, mostrándome la cadena con orgullo, que era para alguien muy especial. No dije nada, pasé por alto su comentario,y solo aprobé el buen estilo que tenía para las joyas.

Ese sencillo detalle, me hizo caer en cuenta que mi vida se había reducido a mis problemas de amor. No había tiempo para los asuntos de mi amiga, cómo le estaba yendo en su trabajo, en su vida. Me había vuelto egoísta y narcisista, todo giraba en torno mí y a mis limitados sentimientos.

Me sentí peor de lo que ya lo hacía, y solo pensé en qué podría hacer para arreglar la situación con Sharon, quien a pesar de tener mucha paciencia, también tenía un límite, y creo que comenzaba a aburrirle.

-¿Estás bien? - preguntó Collins, pasando su mano por mi cara.

-Muy bien - sonreí, tomando el guión entre mis manos para luego ponerme de pie. Tenía que ir hacia Henry para mostrarle los cambios que mi mente, en medio de mi análisis, terminó por crear y aceptar. Aún así, él era quien daba el visto bueno - Collins - lo llamé, cuando me encontraba en el umbral de la puerta, provocando que alzara su mirada para encontrarme - Muchas gracias - sonreí.

Su cara fue de desconcierto total, incluso pude escucharle decir: "Qué rara eres", antes de salir por completo de la oficina. 

Mas, no me importaba lo que él creyera, solo quería darle mis más sinceros agradecimientos, al abrirme los ojos de una manera tan eficaz. Quizás no lo hizo con intención, pero aun así, ahí estuvieron sus palabras, tan atinadas y desatinadas como siempre.






espero que les esté gustando la historia y el rumbo que está tomando!<3

y dejen sus votos y comentarios!

PD. laven sus manitas y evitan salir, si es que pueden!<3

PD.2. cambié la portada! 


Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora