El gesto fraternal, que solo colmaba el basto vacía que su ausencia me estaba dejando, terminó por matar la poca cordura que me quedaba. Nos separamos lentamente, sin dejar de mirarnos a los ojos. Fue un momento de ensueño e irreal. Quería lanzarme a sus labios descontroladamente, pero había un pequeño rubor en sus mejillas, que contrastaba con la inquietud de sus ojos.
-Te extrañé tanto - murmuró, quebrando el silencio que nos acechaba.
Sus manos tomaban mis mejillas, mientras sus dedos pulgares daban suaves caricias en mi rostro, mientras que tenía mis manos apoyadas sobre su pecho, el cual subía y bajaba aceleradamente. Sentí que perdería la razón en cualquier momento, incluso mi ojos comenzaron a picar, anunciando la llegada de las tan temidas lágrimas.
-Yo también - confesé.
Timothée desvió su mirada desde mis ojos, hasta mis labios, lo cuales abrí levemente, dejando entrar y salir el aire que contuve desde que nuestros cuerpos volvieron a ponerse en contacto. Imité su actuar, y de a poco, siguiendo lo que mi corazón dictaba, rompí la distancia que nos mantenía alejados de nuestro mayor deseo.
-¿Puedo besarte? - preguntó, volviendo a mirar mis ojos.
-Si - murmuré.
Una fugaz, pero genuina sonrisa, se formó en sus labios, justo antes de que nuestras bocas se unieran con desesperación. Llevaba noches soñando con nuestro reencuentro, y en ningún sueño, se sintió tan bien como aquel momento. Su boca se acoplaba con complicidad a la mía, mientras nuestras lenguas peleaban la batalla campal de sus vidas. Mis manos se movieron a sus suaves y largos rizos, que caían por su cuello, a la vez que su toque se volvió juguetón, posando sus manos en mi cintura, sintiendo el atrevimiento que la necesidad nos traía.
-Lilo - habló Timothée, una vez nos separamos para tomar un poco de oxígeno - ¿Te puedo pedir un favor?
Asentí, para luego juntar nuestras narices, sintiendo sus rizos caer con rebeldía sobre su frente. El verde de sus ojos se mezclaba con la oscuridad de la noche y la música de la dinámica fiesta que se estaba celebrando justo debajo de nuestros pies.
-Claro - alenté a que hablara, una vez que su única respuesta fue un mutismo absoluto.
-Quiero que esta noche solo seamos tú y yo - sus profundidades calaban con desesperación en mis pensamientos, mientras su respiración chocaba con mis rostro - Olvidémosnos de todo y de todos, por favor.
No podía negarme a aquella propuesta. Deseaba con locura poder estar con él, sentirlo, disfrutar de cada caricia y rose, de su risa frenética en tiempos austeros y el inquieto murmullo de sus ojos cada vez que estábamos cerca.
-Esta noche, solo seremos tú y yo - asentí, sin dejar de sonreír - Lo prometo.
En un arrebato de euforia, volvimos a juntar nuestros labios en un embriagante beso que nos llevó de vuelta a la pista de baile, al centro del club que vibraba con éxito en medio del caótico y agonizante bailar de sus comensales. Olvidé que mis amigas y hermana estaban allí, más tarde acataría con resignación el reto que me esperaba, pues, solo quería volver a tenerle para mí, aunque fuera por unas horas y en medio de una multitud que se volvía invisible cada vez que nuestros cuerpos se movían con distracción y sin ritmo al compás de la envolvente canción que llenaba nuestros oídos.
Cervezas y tequilas, las bebidas por excelencia de la noche, el elixir que nos hizo gritar con emoción el amor que nos quebraba el alma. No podía dejar de reír y bailar. Quería que la noche fuese eterna, para así, nunca más tener que separarme de sus lado y olvidar por completo en desentendido pavor, que recorría mi ser cada vez que nuestra relación caía en la formalidad.
-¡Timothée! - grité por sobre la música. Los tragos comenzaban a hacer efecto, volviéndome un poco más extrovertida.
-¿Qué? - preguntó de la misma manera.
Nuestros pies se movían traviesos por el espacio reducido, mientras brazos y manos se extendían por en aire con la desfachatez de la buena vida.
-Te quiero - volví a gritar, presa del miedo, el cual mermaba cada vez que un poco de alcohol entraba a mi organismo. Pero sentía la necesidad de decirlo, y gritarlo a los cuatro vientos si era necesario
-¿Qué? - dijo, acercando su cuerpo al mío.
-¡Que te quiero! - exclamé, en medio de una risita nerviosa.
Timothée acortó las distancias, fundiéndonos en un beso desolador, cargado de amor y deseo. Esta vez, luego de que el cansancio comenzara a apoderarse de mis pies bailarines, tomé la mano de mi compañero, alejándonos de la multitud que aun seguía sumida en su baile frenético.
El alcohol seguía intacto en mi cuerpo, y la ridiculez de un valor que no sabía que existía, se vio nublado por la puerta del baño que me invitaba a entrar y perderme entre el sexo casual que tanto amaba. Le di una mirada coqueta, preguntando si él también estaba de acuerdo. En respuesta, al ver cuales eran mis intenciones, apretó mi espalda contra su torso, dejando en evidencia la creciente erección que se erguía bajo su pantalón.
Entramos entre besos y risas mórbidas, cerrando con llave la puerta tras nuestras espaldas. No pude evitar recordar uno de nuestros primeros encuentros, ya que también fue en el baño de un club nocturno.
Me senté entre los espacios de los lavabos, abriendo mis piernas, dejando que Timothée se posicionara entre ellas. No tuve tiempo, siquiera para analizar la decoración del baño. Sus besos bajaban y subían por mi cuello, lentamente. Cerré los ojos, disfrutando de las tan conocidas sensaciones que sus caricias producían cada vez que tocaba mi piel.
-¿Estás segura? - preguntó, cuando el momento estaba por llegar.
-Si - asentí jadeante.
Me dio un pequeño beso, para luego sacar un condón. El resto fue historia, toqueteos y te quiero, suspiraban por el aire, haciéndonos volar en nuestra nube de deseo. Podía sentirlo tan cerca y precioso, audaz en sus movimientos que prometían llevarme al límite.
Y así lo hizo.
Salimos del baños, media hora más tarde, con una boba sonrisa en nuestros rostros y la liviandad apoderándose de nuestros cuerpos. Sentía que flotaba en medio del gentío, pese a que cada vez que nos movíamos, golpeaban sin piedad alguna parte de mi cuerpo.
-Estoy cansada - dije, apoyando mi cabeza sobre su hombro.
-¿Quieres irte? - preguntó, alzando mi cabeza con una de sus manos.
-Si - suspiré, porque sentía que llegaba el fin de nuestro encuentro, y eso solo lograba ponerme triste, aun más en el decadente estado en el que me encontraba.
-Te llevo a tu casa - sonrió, dejando un casto beso en mi sien.
-¿Por qué no vamos a la tuya? - pregunté, mordiendo mis labios. No estaba muy segura si mi propuesta terminaría por gustarle - Así podemos terminar lo que empezamos.
Timothée dejó salir una gutural carcajada, para luego darme un beso en los labios. Tomó mi mano y comenzamos a caminar hacia la salida, la misma que terminaría por romper el mágico momento que vivimos hace unas horas. Sin embargo, la noche aun era joven, y el desorden alocado de nuestra juventud, esperaba un despertar más maduro y sincero, cargado de confianza y realidad.
nueeevo capítulo! dejen sus voootos po:( y sus comentarios también ❤️ me gusta ver que les agrada la historia jeje
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Detrás de escena // t.c✔️
RomanceEn la abrazante ciudad de Los Ángeles, Timothée y Lilo se ven envueltos en un candente romance durante la grabación de una nueva película. Sin embargo, todo se torna difícil cuando los sentimientos comienzan a florecer. ¿Podrá Lilo aceptar el crecie...