t r e i n t a y u n o

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En menos de un ahora estaría celebrando la dichosa llegada del año 2019, pero no podía estar ansiosa, mucho menos alegre; pues, sentía que algo me hacía falta, como si una parte de mí se encontrara recluida en algún lugar del mundo fuera de mi alcancé, y por eso aferraba con esmero mi celular, esperando que esa mitad que tanto necesitaba, hiciera su sorpresiva aparición, disipando el estado de zozobra que no lograba quitar de mi cuerpo.

-¡Lilo! - Ailani gritó desde el living - ¡Deja ese maldito celular y regresa aquí!

Lo desbloqueé, una última vez, con la ilusión de encontrar algún mensaje, o alguna señal que me indicara que él estaba tan al pendiente de mí como yo de él. Sin embargo, no había nada, ni siquiera una odiosa e innecesaria notificación de algún juego, obligándome a abrirlo para ganar más vidas o premios. Lo arrojé a la cama y cerrando los ojos, respirando profundamente, y concentrando mi cuerpo en la fantástica noche que se avecinaba con la impecable premisa de una cena grotesca y un baile descarado en un discoteca local, crucé el umbral de mi puerta, encontrándome con la delgada figura de mi hermana revoloteando al rededor de la mesa.

-¿Qué hay para cenar? Huele exquisito - murmuré, sintiendo mi estómago rugir por el exquisito olor que se despedía desde la cocina.

-Come y calla - respondió mi madre desde el sofá, alzando su copa de vino en señal de salud.

-Siento que tengo diez años otra vez - reí, sintiendo la carcajada exagerada de Ailani tras mi espalda.

-Come y calla - imitó en forma de chillido, muy burlesca, la voz de mi madre.

-Era su comida favorita, ¿recuerdan? - preguntó, llevando el refinado cristal a su boca.

-Recuerdo el dolor de tu zapato en mi cabeza cada vez que lo preguntaba - mi hermana dejó de ordenar la mesa, para sentarse al lado de mi madre, quien la miraba con los ojos entrecerrados.

-Me sacabas de quicio - murmuró, volviendo a su célebre capítulo de alguna oscura serie detectivesca.

Ailani negó, riendo con nostalgia, para luego apoyar su cabeza sobre el hombro de Clarisse y perderse en la luminosa televisión que me invitaba a través de su hipnótica trama. Me retiré de la sala, dejando que ambas mujeres compartieran los pocos días que tenían disponibles para estar juntas, ya que en solo unos días ambas estarían perdidas en sus agitadas vidas, que les permitía de vez en cuando, agarrar el teléfono para preguntar por la otra.

Me dirigí a la cocina, donde Sharon se movía histérica de un lado a otro, mirando las ollas y sartenes, esperando que sus recetas quedaran más que deliciosas, para chuparse los dedos. Me senté en la isla de la cocina, lugar plagado por verduras y paquetes alimentos que no alcanzaba a distinguir con claridad, debido a la amena luz que la pequeña lámpara al lado de la cocina, intentaba con temerosa dificultad, llegar a todos los puntos de la gran habitación.

-No me digas nada, Lilo - habló, llevando su mirada a la mía. Me encontraba divertida viéndola tan agitada - ¡Se quemó la maldita ampolleta y solo encontré esta mierda de lámpara, que no alumbra nada! - remarcó la última palabra, poniendo sus manos sobre la isla, para luego dejar salir un fuerte suspiro.

-En mi habitación tengo una linterna, quizás te sirva - sugerí.

-Por favor - dictaminó, alargando la "o" final.

En la total oscuridad de mi habitación, la rápida, pero incandescente luz que expendía mi celular, anunciaba la llegada de un nuevo mensaje. En cosa de segundos, mi corazón comenzó a latir con brusquedad, mientras mis manos temblorosas tomaban el aparato para solo darse cuenta que era un mensaje de Rita. Bufé, sintiéndome tonta e ilusa.

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora