c u a r e n t a y o c h o

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Agosto, 2018

El calor seguía causando estragos en mi cabeza, golpeando mis pensamientos y agitando mis hormonas, las cuales se comportaban desenfrenadas cada vez que Timothée estaba cerca. Pero, los últimos días se habían vuelto eternos y viles enemigos, puesto que la repentina partida de Timothée a Nueva York, debido a un problema familiar, me había dejado con unas frenéticas ganas de verle, en todo su esplendor.

Sin embargo, mi único aliado en aquel desdichado momento, para saber cómo se encontraba, eran los constantes mensajes que anunciaban su llegada con una suave vibración, que comenzaba a irritar de sobremanera a mi querida amiga.

-¿Puedes poner esa cosa en silencio? - preguntó, entrando a la cocina.

Se sentó en el piso alto, justo en frente de la isla, apoyando sus codos sobre la mesa, mirando con cautela como picaba algunos ingredientes que había encontrado en el refrigerador. Esperaba que mis tallarines quedaran exquisitos, pero no estaba segura, ya que como mencioné, agregué algunos ingredientes que no sabía si mejorarían o empeorarían el clásico sabor de la salsa bolognesa.

-¿Te molesta? - pregunté, entre risas, alzando mi mirada para toparme con el serio rostro de Sharon, quien no despegaba sus ojos de mis manos, cortando vegetales.

-No tienes idea - chilló entre dientes.

Y la verdad, es que si lo sabía, pues se había encargado de recordármelo al menos unas cien veces durante estos días. Cada vez que estaba cerca mío o pasaba fuera de mi cuarto,  y escuchaba la llegada de una notificación, bufaba con cansancio y molestia, dándome a entender que dentro de su mente estaba más que aburrida.

-Me lo has dicho más de cien veces - le recordé, dejando salir una risa.

-Es que, no entiendo - suspiró, haciendo una pausa, mirando a su alrededor, pensando en algo que no era capaz de saber - ¿Quién te envía tantos mensajes como para que tu teléfono no deje de sonar en todo el maldito día? - cuestionó finalmente, luego de unos largos minutos, en los cuales me dediqué a seguir preparando el maravilloso almuerzo que se vendría.

-Nadie en especial - hablé tranquila, subiendo mis hombros, en señal de que no le diera mayor importancia.

Sin embargo, me encontraba nerviosa y con el pulso descontrolado. Me causaba un poco de pánico contarle a mi amiga sobre aquella clandestina relación que parecía ir cada vez mejor. No entendía el por qué, si de todas maneras algún día le terminaría hablando de Timothée, y de las miles de mariposas que provocaba en mi, en tan poco tiempo.

-No te creo, Lilo - entrecerró los ojos, dejando salir una risa burlona de sus gruesos labios - Ahora que lo pienso, has estado más distraída estos días, mirando constantemente tu celular - cerró su boca, para luego pasar su lengua por sus labios, clara señal de que estaba dispuesta a escuchar que la verdad saliera de mis labios - ¿Tienes algo que contarme? - preguntó casual, sin dejar de acecharme, esperando que su insistente mirada causara efecto en mi.

-Nada - le sonreí a duras, penas, mediocre, rezando internamente a que haya sido realista, y una respuesta convincente.

-Vamos, Lilo - pronunció, sin dejar de lado su erguida postura y semblante serio - Cuéntale a mamá.

-No eres mi madre, ridícula - hablé con gracia, dándome la vuelta para poder dejar las verduras dentro del sartén con aceite caliente.

-En ese caso, tú lo serías, vieja - la sentí reír a mis espaldas, lo cual causó que las ansias por aquella conversación comenzaran a mermar, volviéndome de a poco a la realidad de la cocina.

-¡Es solo un año! - exclamé, esperando así, dar por terminado en el interrogatorio.

-Y unos meses, no lo olvides - rió.

Revolví por un momento las verduras, respondiendo a su simpático comentario, de la manera más madura posible, mostrándole el dedo del medio. Olvidé por completo el miedo que sentí, y el extraño sentimiento que se apoderó de mi durante esos minutos, en donde Sharon esperaba que le hablase de mi relación con el rizado. Llevé mi mano libre hacia mi mejilla, la cual se encontraba caliente, clara señal de que hubo un momento en que me impacienté por completo. Respiré profundo, apreciando los edificios frente a mis ojos, y como el sol se posicionaba con autoridad en aquel cielo celeste y totalmente despejado.

-Deberíamos ir a la playa - hablé, rompiendo el silencio y el fulgor de mis desatados pensamientos.

-¿Después de almuerzo? - preguntó, dando un mordisco a una manzana.

-Si, está bien - le sonreí, dándome la vuelta, topándome con sus profundidades café.

De pronto, sentí como mi mano derecha, la cual sostenía una cuchara de madera, comenzaba a temblar con descaro, mientras que mi respiración se agitaba y el sudor corría por mi frente, cayendo por mi mejillas, hasta perderse en medio de mi cuello. Sentí un extraño escalofrío recorrerme de pies a cabeza, mientras mi mente divagaba a través de parajes desconocidos para mi, de ese terror que se escondía constantemente, para saltar en el momento más inesperado como lo era aquel.

-¿Estás bien, Lilo? - preguntó mi amiga, dejando a un lado la fruta, para ponerse de pie y posicionarse frente a mi.

Tomó mis manos, dejando a un lado la cuchara,e inmediatamente sentí la calidez de su piel erizar mis dedos, a la vez que la calma volvía de a poco a mi cuerpo. No entendía lo que estaba pasando, ni mucho menos el extraño reaccionar de mi organismo.

-Si - susurré, dejando entrar con alivio aire a mis pulmones.

-¿Qué pasó? - preguntó.

-No lo sé - dejé salir una sonrisa, sincera, que lograba hablar por si sola.

-Puedes contarme lo que sea. Lo sabes, ¿cierto?

-Si, Sharon, lo sé - hablé con calma.

Lo pensé un poco más, escudriñando cada rincón de mi mente, esperando encontrar alguna respuesta a aquel suceso. Recordé una noche, donde el insomnio hizo acto de presencia e ingresó ese mundo que muchas veces intentaba evitar, y una sola pregunta rondaba por mi cabeza. ¿Qué pasaría cuando la relación con Timothée se hiciera pública? Me negué fervientemente a intentar averiguarlo, no quería saber qué podría ocurrir, lo que se hablaría y las falsas noticias que pudiesen causar estragos irrevocables.

Y estaba la respuesta, si le contaba a Sharon, de a poco comenzaría a saberse de nuestra relación, exponiéndome a un mundo totalmente desconocido. Pero, era mi amiga, y no podría esconderle aquel secreto por toda la vida.

Así que, tomando aire, inhalandole, y cubriendo mi rostro de un bonito carmesí le confesé, no por completo, sintiendo como el miedo inaudito comenzaba a correr por mis venas.

-Estoy saliendo con alguien.

Una simple frase que me costó más de lo que esperaría decir.













y aquí comienza el miedo constante de Lilo! espero que les esté gustando la historia💜
no sé si lo leyeron, pero en mi tablero dejé un mensaje, así que, para quienes no lo vieron, les cuento que he estado y estaré un poco ocupada estas semanas, así que me demoraré un poco más en actualizar, no lo haré taaan seguido como lo estaba haciendo:(
espero que lo entiendan💜
dejen sus lindos votos y comentario jeje

P.D. lávense las manitas, y cuídense mucho! 💜

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora