t r e i n t a y d o s

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Lejos de toda pasible esperanza y de un desenlace equívoco y transitorio, moví mi cuerpo al ritmo de la música, agitada y ansiosa, sintiendo como las notas altas vibraban a través de mis venas, recorriendo el camino común que llegaba hacia el corazón.

Todo parecía transitar de forma lenta y mágica, especialmente cuando abría mis ojos y veía al resto de personas bailar ajenas a su realidad, perdidas en la oscuridad temporal que las luces nos brindaban cada vez que se prendían y apagaban. Mis sentidos olvidaron sus matriz y se lanzaron al vacío, mezclado por los dulces tragos que Ailani me animó a tomar.

Volví a sentir vibrar mi celular a través del bolsillo de mi pantalón. Me quedé quieta, con la mirada perdida y la mano firme, agarrando el aparato, que no paraba de sonar. Lo saqué, y pude ver otro mensaje de Timothée, el octavo de la noche. No me atreví a abrirlo, no quería saber cual era su contenido, pese a que la curiosidad me estaba matando desde la llegada del primer mensaje.

-¿Estás bien? - preguntó Sharon, viéndome salir de mi cuarto - Parece que acabas de ver un fantasma.

Me quedé muda, incapaz de pronunciar alguna palabra. Solo atiné, en medio de mi conmoción y entusiasmo pacífico, a mostrarle la pantalla del celular, en donde se alojaba la notificación del audio del rizado.

-¿Debería escucharlo? - pregunté, mordiendo mis labios.

-¡No! - exclamó, arrebatado el celular de mis manos.

-¡Yo quiero escucharlo! - chilló mi hermana, saliendo de su habitación, mientras aun terminaba de poner su chaqueta de cuero.

-¡No! - gritamos al unísono junto a Sharon, provocando que Ailani cerrara los ojos, un tanto conmocionada.

-Ni tú, ni Lilo van a escuchar ese maldito audio - dictaminó mi amiga, mientras guardaba el teléfono en su bolsillo - No volverás a tocar tu celular en toda la noche - advirtió, apuntándome con su dedo índice.

Pero, pese a la seguridad en sus palabras antes de salir del departamento, sus esfuerzos fueron en vano, ya que a penas recibió la llamada de un número misterioso, decidió desaparecer de nuestro lado, perdiéndose en medio del tumulto de gente que no paraba de moverse enérgicamente.

-¿Otro mensaje? - preguntó Ailani, quien al ver que detuve mi danza, imitó mi acción.

-Si - sonreí, de medio lado.

-¿Quieres ver? - dijo, poniendo su mano en mi hombro. Sabía que la curiosidad también la estaba matando, incluso más que a mi.

-¿Qué cosa? - preguntó Rita, la cual venía llegando a nuestro lado con una botella de champaña entre sus manos.

-Timothée le envió otro mensaje - respondió Ailani, cruzándose de brazos.

-¡No jodas! - negó mi amiga - Hoy es noche de entierro, así que solo vamos a beber y alcoholizarnos.

Rita abrió la botella, para luego llevarla hacia su boca, bebiendo con vehemencia el líquido que pronosticaba una alocada noche. El elixir pasó a las manos de mi hermana, quien la empinó , tragando la champaña con rapidez, para terminar entregándomela, en medio de extrañas muecas, producidas por la dureza con la que quemaba su garganta.

-Olvídate de Timothée - susurró Rita en mi oído, animándome a perderme en los recovecos más oscuros del alcohol.

A penas sentí la amargura de la champaña rozando mis papilas gustativas, supe con certeza que el tinte de la singular noche, cambiaría de forma radical cuando menos me lo esperara. El estupor se apoderó de mi cuerpo, una vez que terminé de beber gran parte del contenido de la botella. La música comenzó a sonar más fuerte y mi manía por olvidar al rizado que me robaba el sueño, se vio opacada y dejada a un lado en medio de aquella alegre melodía. Mis movimientos exóticos se hicieron presentes, dejando a mi amiga y hermana totalmente estupefactas, quienes decidieron, de todas formas, unirse sin alegato a mi danza afrodisíaca.

Detrás de escena // t.c✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora