Enero, 2018
Día 3
Después de la insostenible situación en donde Miriam salió corriendo, totalmente indignada luego de la negativa de Timothée, nos encontrábamos bailando sin poder detener nuestros pies ligeros que se movían sin ningún inconveniente, como si hubiésemos nacido para eso, pese a los incómodos, pero elegantes tacones que envolvían mis pies.
Sharon se había ido tras la chica que no paró de gritar toda clase de improperios hasta que estuvo lo suficientemente lejos, como para provocar una risa contagiosa que parecía no detenerse.
-¿De verdad estabas saliendo con ella? - pregunté, gritando pese a que la música casi no permitía mantener una comunicación normal - ¡Está loca! - exclamé.
El alcohol me hacía decir justamente lo que pensaba, pero no era capaz de expresar a través de palabras cuerdas.
-Lo intenté - también gritó.
-¿Y qué pasó? - inquirí con curiosidad, intentando encontrar respuesta.
Timothée dejó de bailar para sostener mis manos entre las suyas, provocando que mi cuerpo reaccionara a su acción, obligando a detener mis inquietos pies bailarines. Me sentí nerviosa, tal cual lo había hecho hace unos largos minutos en donde evitó que cayera al suelo, sosteniéndome y atravesándome la cordura que parecía irse tal viento de otoño.
-Conocí a alguien mejor - murmuró cerca de mi oído.
Una fría corriente atravesó mi espalda, dejándome sin aliento, quieta y boba frente a aquel hombre que me ofrecía una fantasía parisina, digna de novela erótica. Sus manos se movieron por mi cintura, juntando nuestros cuerpos, haciendo realidad lo que llevábamos pensando desde que Miriam dejó el bar.
La música ambientaba de manera espectacular la atmósfera que de a poco comenzaba a calentarse, mientras que las luces oscurecían nuestra visión, dándonos solo permiso de mirar nuestros ojos, una vez cada cinco segundos, cuando un rayo de luz atravesaba nuestros rostros. Era mágico el despertar del deseo con aquel desconocido que había mantenido vivo mis sueños desde su inesperada aparición en mi vida.
Sin embargo, no me había percatado del creciente sentimiento de necesidad que mis labios sentían, hasta que lo tuve cerca y pude sentir como su aliento golpeaba mi boca, tal cual lo hacía ahora.
En un paso que podría describirse como errado, posé mi frente sobre la de él, perdiendo la poca distancia que nos separaba. Podía sentir el olor a alcohol, mientras el resto de personas desaparecían con el pasar de los segundos. No necesitaba verlo para saber que él también quería, porque su cuerpo me lo confirmaba de todas las formas posibles. Su respiración agitada, los brazos rígidos sosteniendo mi cuerpo, evitando que cayera, la profundidad de sus ojos y el corazón a punto de salir de su pecho. Todo me lo ratificaba.
Sin previo aviso, nuestros labios se tocaron, y fue el inicio del fin. Pasé mis brazos al rededor de su cuello, pidiendo más de lo que podía obtener. No supe como, pero entre los golpes de las personas que nos rodeaban, comenzamos a caminar casi guiados por nuestros instinto, pese a que ninguno, o al menos suponía que Timothée no conocía el camino, hasta las mesas que se encontraban al fondo del local, casi sin luz que pudiera delatarnos, incluso la música se escuchaba más despacio, como si estuviéramos muy lejos de todo el alboroto. Nos sentamos, sin despegar nuestros labios y con descaro, subí mis piernas sobre las de él. No podía dejar de sentir la creciente necesidad de tenerlo cerca, casi como si mi vida dependiera de ello.
De a poco, lentamente, quedamos acostados sobre el sofá, sintiéndonos más de cerca; hasta que abrí los ojos para darme cuenta que una pareja venía caminando hacia nuestra dirección. Lo alejé, volviéndonos a sentar, como si nada hubiera pasado y no quisiéramos comernos las bocas. Aquí no ha pasado nada.
-No pensé que besas tan bien - habló, riendo. Supongo que intentando hacer más ameno el ambiente que se había creado luego de nuestra separación.
-Lo mismo digo - reí.
La poca luz que lograba iluminar el oscuro rincón en donde nos encontrábamos, me dejaba ver su perfil, tan marcado y masculino, que me sugería un amorío voraz. Llamaba a mi cuerpo, mis hormonas y sentidos, todo se tornó irreal.
Cuando la pareja, se sentó en en el sillón de al lado, me di cuenta que debía hacer algo. No podía quedarme de brazos cruzados, esperando que la noche hiciera su labor. El alcohol no había desaparecido de mi cuerpo, así que la gallardía seguía presente en mi mente.
-¿Bailamos? - dije poniéndome de pie, estirando mi mano en su dirección.
Timothée aceptó de inmediato con una gran sonrisa, adornando su rostro. Suponía que el alcohol seguía reinando en su cuerpo, ya que sus mejillas se habían tornado más rosadas y las piernas parecían pesarle. Caminamos tomados de la mano entre la multitud que se abalanzaba, bailando, moviéndose, gozando de la joven noche que nos consumía.
Sin embargo, no logramos llegar a la pista de baila, pues antes, Timothée tuvo una idea que nos desvió de nuestro camino inicial. Entre manotazos y codazos, terminamos en el pasillo que guiaba al baño. Increíblemente, no había nadie mirando, ni muchos ocupando el espacio.
El rizado me dio una mirada coqueta, como preguntando si aceptaba su propuesta. Me quedé de piedra, sin poder creer que este momento llegaría tan pronto, porque no me había dado el tiempo para pensar si realmente lo quería o para imaginar como sería. Pero la vergüenza, era casi inexistente, y la conexión que sentía me era más que suficiente como para dar paso a nuestro primer encuentro.
Entramos al baño, que a decir verdad era bastante iluminado, con luces intensas que mostraban los azulejos en las paredes, remarcadas con detalles en dorado. Cerró la puerta con llave, para luego tomarme entre sus brazos y dejarme sentada sobre el lavabo que se extendía en la pared con espejo frente a mis ojos. Comenzamos a besarnos sin parar, como si la vida dependiera de ello. No quería que fuera de otra manera, era perfecto el momento. Mágico. Sublime.
Abrí mis piernas, dando paso a que se posicionara frente a ellas, disminuyendo el espacio que nos separaba. Con un ágil movimiento de manos, saqué el abrigo que llevaba puesto para luego quitar su camisa, dejando su torso desnudo. Él, sin dejar de mirar mis ojos, pasó sus manos por debajo de mi blusa, masajeando mis senos mientras besaba mi cuello. Se sentía tan bien.
-¡Abran la puerta, malditos calientes! - gritó alguien desde el otro lado de la puerta.
Me alejé sintiendo el pánico de ser descubiertos, corriendo por mi sangre. Me bajé del lavabo y ayudé a Timothée a terminar de vestirse, mientras ideaba un plan para pasar desapercibidos.
-¡Abran!
Esta vez, la puerta fue golpeada con violencia, por lo que, empujé al rizado dentro de uno de los cubículos. Abrí la puerta y miré a la mujer con molestia, fingiendo que me encontraba irritada por algo, que aun no estaba segura que era.
-¿Qué ocurre? - pregunté a secas - ¿Acaso no puedo tener un momento a solas luego de comer algo que me hizo mal?
La mujer, que medía al menos una cabeza más que yo y vestía un vestido ajustado junto a unos tacones plateado, abrió los ojos, totalmente sorprendida. No sabía que decir, y miraba hacia el pasillo y hacia el baño, intentando quizás descubrir si había alguien junto a mí.
-¿De verdad quieres entrar y sentir el olor? - pregunté sin pudor.
Si antes sus ojos estaban abiertos, ahora parecía que se iban a salir de sus órbitas ante lo directo que sonaron mis palabras.
-Disculpa - dijo antes de salir, corriendo despavorida por el pasillo.
Volví a cerrar la puerta con llave para que así, Timothée saliera sin ningún problema. Comenzamos a reír, presos del momento que nos había dado un buen susto.
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Detrás de escena // t.c✔️
Roman d'amourEn la abrazante ciudad de Los Ángeles, Timothée y Lilo se ven envueltos en un candente romance durante la grabación de una nueva película. Sin embargo, todo se torna difícil cuando los sentimientos comienzan a florecer. ¿Podrá Lilo aceptar el crecie...