Capítulo 10

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"Las pasiones son como los vientos: son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causas de huracanes"

Bernard Le Bouvier de Fontenelle

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Obviamente Nina intenta detenerme, pero ya estoy en el asiento de adelante y no me voy a quedar aquí.

—¿No ves que podrías complicar las cosas? —me recrimina en cuanto abro la puerta.

—Aún no confío en ellos, ocultan cosas —respondo bajando por fin.

Oliver y Gael están hablando con un chico en términos nada amistosos a unos metros de mí, todo está oscuro pero están iluminados por las luces del otro auto que están encendidas aún.

—Ni lo sueñes —se niega Oliver a algo rotundamente.

—No estoy preguntando, imbécil —el sujeto que supongo que es Mark está intentando intimidarlos pero no diría que está dando resultados.

La puerta del auto se vuelve a abrir, y una chica baja de él. Ropa oscura y ajustada a su cuerpo, su cabello rojo sin dudas es su característica principal, lo demás no lo veo desde donde estoy pero trae toda la actitud de ser la dueña del puto mundo.

—De todo me tengo que ocupar yo… —protesta y sonríe con malicia al ver a Gael— Hola, ya comenzaba a extrañarte.

Se acerca, pero él da un paso atrás dejando un hueco entre su visión y el lugar en donde estoy parada, entonces la chica pone sus ojos en mí.

—¿Quién nos acompaña? —pregunta con diversión— ¿Ya la encontraste? ¿o solo es una niña tan tonta como para confiar en ti?

Su primera pregunta fue a Oliver, la segunda a Gael.

Odio no entender de lo que hablan, pero se me hace divertida la expresión de ambos en cuanto voltean y ven que si bajé del auto.

Ya, todos saben que estoy aquí, así que no me queda más que ir hacia ellos.

La chica parece molesta, me mira intentando intimidarme y solo obtiene una sonrisa de regreso.

—No pensé que las niñas de mami fueran tu estilo.

Bueno, le doy la razón en que luzco como una niña de mami. Ese es parte de mi encanto, que nadie sabe lo que escondo detrás de esa apariencia.

Gael suelta una risa y Oliver me mira en forma de regaño entrecerrando sus ojos.

—Te dije que te quedes en el auto —murmura por lo bajo acercándose a mí.

—¿Y se supone que debo obedecerte? —respondo sonando prepotente.

—Pero te estoy cuidando. Ellos son peligrosos, solo regresa, por favor.

La chica avanza hacia mí, y Gael da un paso al costado para quedar en medio.

—Déjala fuera de esto.

—¿Por qué? Creo que ahora estamos en buenas condiciones de negociación —en un movimiento rápido saca un arma de su cinturón, empuja a Gael a un lado y la pone sobre mi cabeza.

—No es ella, solo es una chica de la universidad —intenta conciliar Oliver, pero Gael se ha puesto nervioso y ella lo nota.

—Una chica que a mi bebé le importa mucho. Me hieres Gael, pensé que tu corazón era mío.

Él suelta el aire en sus pulmones e intenta hablar con calma, pero sus movimientos nerviosos lo delatan.

—Podemos ayudarte, pero baja el arma.

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