"Sonrío porque eres mi hermano, me río porque no hay nada que puedas hacer para evitarlo."
Anónimo
—————————————
Hoy no es mi día.
Siento que todo está mal, que cada vez estamos más lejos de encontrar a Nicole y ahora también se fue Gio, y es un imbécil, quiero golpearlo y también quiero llorar.
Faltan cuatro días para Navidad, llevo muchos días sin hablarle a mi mamá y ni siquiera me ha llamado. Parece que ya se cansó de intentar.
Los mocos apenas me dejan respirar, creo que tengo fiebre y hoy tengo un examen para el que no estudié ni mierda.
Alguien golpea mi puerta, Nina se fue temprano y entiendo que necesite su espacio, su hermano se fue, así sin más, pero eso significa que ahora debo dejar mi cómoda cama para abrirle la puerta a alguien que de seguro solo vendrá a fastidiar aún más mi día.
Me alegra decir que estaba equivocada, y lo noto en cuando abro la puerta y veo su sonrisa, esa que sé que solo me muestra a mí.
Oliver entra sin pedir permiso y es obvio que no tiene que hacerlo. Envuelve sus brazos en mi cintura y despega mis pies del suelo para llevarme de regreso a la cama. En dónde aún está mi huequito marcado.
—¿Un buen día para volver a ser tu idiota de repuesto? —pregunta acomodándose a mi lado y pasando su mano por mi hombro.
—Ya no eres el repuesto, ahora eres titular.
—"Ahoda edes titulad" —se burla de mi voz nasal cargada de mocos.
Se ríe y, aunque sé que es tonto de mi parte y una actitud estúpida considerando lo inteligente que soy, estoy comenzando a confiar en él.
Le doy un suave empujón como protesta y me río con él, es ridículo y asusta lo mucho que me cambió el humor en solo un minuto.
Las risas se apagan, y el silencio se adueña de la habitación por un momento.
—Dio negativo —murmura dejando que su mirada se pierda en el estampado violeta de mi manta peludita.
—¿Qué? —pregunto poniendo toda mi atención en él.
—Blas, no es mi padre. Hicieron un ADN y dio negativo.
Eso me sorprende demasiado, ahora todo está revuelto otra vez.
—Pero era él... Era su voz a través de la puerta, la reconocí.
—Lo sé, sí era él, pero no se llama Blas, se llama Andrés. Estaba prófugo y por eso cambio su nombre, porque... él mató a mi mamá, era su pareja, y el padre de mi hermana. Pero no el mío.
—¿Y dónde está el tuyo?
—No lo sé.
Si yo fuera él no querría saberlo jamás, un padre que no apareció por veintiún años solo puede tener dos excusas, no saber que tiene un hijo o estar muerto.
De cualquiera de las dos formas es un desconocido, y Oliver ya tiene un padre.
—¿Dónde está Blas ahora?
Sus dedos juegan con el borde de la manga de mi camiseta, se ve incómodo por hablar de esto, pero fue él quien trajo el tema en primer lugar, lo que muestra que está haciendo un esfuerzo por no ser tan cerrado conmigo.
Sé que debería hacer lo mismo, debería comenzar a dejarlo verme en realidad, a mí y a mi pasado. Sin embargo, no puedo hacerlo, solo de pensar en eso mi pecho se vuelve tan pesado que no puedo respirar.
ESTÁS LEYENDO
Superficial
Mistério / SuspenseAmaya Hope padece de una rara afección en la amígdala de su cerebro que trae como consecuencia la absoluta incapacidad de sentir miedo. Ella tiene muy claro que eso le trae más problemas que soluciones, pero no dudará en usarlo a su favor cuando un...