Capítulo 15

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"No adaptes tu mente, la falla está en la realidad"

Anónimo

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—Gael tiene un problema con Loraine —dice Oliver mirando su teléfono mientras gira la llave en la puerta.

—¿Quién es Loraine? —pregunto frotando mis ojos, aún me siento dormida.

—La chica a la que casi golpeas hoy —me recuerda abriendo la puerta para dejarme pasar primero.

Oh, claro, la insoportable.

—¿Qué pasa con ella?

—Se subió a su auto y no los deja salir sin ella, dice que hizo un trato conmigo y ahora debemos cumplir.

Me encojo de hombros con indiferencia.

—Dile que le dé algunos besos y la convenza de que la reunión será otro día.

Oliver se ríe.
—¿Y por qué los besos?

—Dopamina, serotonina, epinefrina y oxitocina. Cuatro sustancias químicas que libera el cerebro cuando nos besa alguien que nos gusta, todas generan placer y bienestar, así será más fácil convencerla de lo que sea.

Él sonríe por mi explicación científica a algo tan banal, y es que la verdad siempre suelo buscar la lógica para todo, los sentimientos no se me dan bien.

—Eso suponiendo que Gael le guste —contrapone siguiendo mi lógica.

—A todas nos gusta Gael, es prototípico.

Me quito el abrigo y lo dejo en un perchero que hay junto a la puerta, pero de inmediato siento frío otra vez y froto mis brazos.

—¿También a ti? —pregunta sonando casual mientras hace lo mismo que acabo de hacer.

—También a mí —respondo con sinceridad.

Me quito los zapatos y me siento en su sofá llevando las rodillas a mi pecho, él desaparece por un momento y escucho el sonido que hace la calefacción al encenderse. De verdad hace muchísimo frío, desearía estar en casa junto al fuego, esos días que a papá se le daba por la cocina y horneaba pastelitos, yo hacía el chocolate y veíamos comedias musicales de las antiguas toda la tarde.

Grease es mi favorita, pero no volví a verla, sin él criticando cada cosa que sucede en la película y quejándose por no ver algo más interesante no tendría sentido.

Siempre fui una niñita de papi, pero con un padre que se ha esforzado por hacerme una chica valiente y ruda, lo de valiente no se le hizo difícil porque no es como si tuviera otra opción, pero con lo de ruda ha hecho un excelente trabajo.

Oliver regresa, me da una manta felpudita y se sienta frente a mí.

—¿Tienes hambre? —pregunta tiernamente.

¿Es mi imaginación o está exageradamente atento el día de hoy? ¿Dónde está el cabrón de siempre? Su bipolaridad me preocupa.

—De hecho, sí ¿te sientes bien? —estiro mi mano a su frente para comprobar la temperatura a modo de chiste.

—Sí ¿Por qué? —se pone de pie y camina a la cocina.

—Siempre estas peleando conmigo y hoy no.

—Te sientes mal... De seguro extrañas al idiota que tenías por novio porque en días como este él te consentía.

Agh, otra vez me está leyendo con facilidad, esto se vuelve una odiosa costumbre.

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