Capítulo 24

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"A lo único que le debemos temer es al miedo como tal."

Franklin D. Roosevelt

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Tenemos un plan, y eso incluye que las demás personas lleguen. No queremos ser tan evidentes, ni mucho menos ponernos en peligro. O eso fue lo que dijeron los demás, si por mí fuera iría a interrogarlo sin más.

Por lo tanto, ahora solo nos sentamos en la mesa que tenemos asignada y esperamos mientras comemos cosas ricas.

Gael y Nina no han dejado de murmurar y reírse por lo bajo, me gusta verla así, pero al mismo tiempo me preocupa que él solo la esté usando. La Nina de antes ni siquiera se atrevía a mirarlo, y amo ver la confianza que proyecta y cómo ya no agacha la mirada.

—¿Celosa? —pregunta Oliver al ver que no despego mis ojos de ellos.

No parece molesto ni preocupado, solo lo pregunta de manera casual, casi como si se burlara de mí.

—Soy muy celosa de mis amigos, no quiero que me la quite.

Él sonríe ante la forma en la que he dado vuelta su cuestionamiento, relame sus labios y se acerca a mí un poco más.

—¿Te he dicho que me encantas?

No quiero sonreír, pero no lo puedo evitar, él sabe perfectamente como volverme débil y eso es peligroso.

—No, de hecho, no hace mucho dijiste "en caso de gustarme una chica, seguro no serías tú".

Suelta una risa por lo bajo, clavando sus ojos en mí.

—Que vil mentiroso, la primera vez que te vi casi te beso, eso debió darte una señal.

Entrecierro los ojos dándole una mirada incrédula.

—¿Sabes que aún no confío en ti? —pregunto, pero en lugar de molestarse vuelve a sonreír.

—Lo sé —responde—, yo tampoco confío en ti.

¿Eso es extraño? Claro que sí, pero todo es extraño aquí. La forma de relacionarse de las personas, los secretos que cada uno oculta. No puedo quejarme de que Oliver tenga secretos cuando yo también los tengo, secretos que ni mi mejor amiga conoce.

Como, por ejemplo, por qué miento cada vez que alguien me pregunta dónde está mi papá. Tengo la respuesta automática: "En Europa, viajó por trabajo y no sabe cuándo volverá".  La realidad es que no está en Europa y tampoco viajó por trabajo, en realidad está...

—Creo que deberías ir ahora —Oliver interrumpe mis pensamientos.

Blas Bessone está de pie junto a la barra de tragos con su teléfono en la mano. Tomo una respiración lenta y acomodo mi vestido al tiempo que me pongo de pie.

Le lanzó una mirada a los demás que da cuenta de que el plan está en marcha. Mi misión es simplemente distraerlo, como no tengo miedo no me pongo nerviosa y todo se verá muy natural. O eso pienso, la verdad es que sí me pongo nerviosa, pero por cosas personales, espero que esto no se vuelva personal.

Apoyo mis codos en la barra golpeando el suyo "sin querer", y luego me volteo para verlo casualmente.

—Lo siento —me disculpo con simpatía.

—Está bien —responde él dejando su teléfono sobre la barra y volteando sus ojos azules hacia mí, lucen muy familiares, pero no logro darme cuenta de por qué— ¿Eres la novia de Oliver?

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