Capítulo 21

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“¿Es sucio el sexo? Solo cuando se hace bien”.

Woody Allen

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Nunca pensé que una mirada podía ponerme tan caliente. Es lo único que ha hecho, ponerse allí de pie y mirarme.

Su mirada habla por sí misma, es intimidante, y aunque yo no suelo sentirme de ese modo hoy sí lo hago. No logro tomar la iniciativa, solo me quedo aquí, esperando por sus movimientos.

Nuestra distancia se ha reducido considerablemente, no sé en qué momento se movió porque no puedo dejar de mirar sus ojos, pero ahora está frente a mí.

—A veces pienso en qué pasaría si me dejo caer en la tentación —dice, y yo solo puedo observar sus labios moverse mientras habla.

No puedo responder, siento que la tensión que estoy viviendo va a hacerme estallar en cualquier instante.

—Y luego he llegado a una conclusión —continúa al tiempo que acaricia mis labios con su pulgar—, si caigo en tu tentación luego querré que seas solo para mí.

¿Puedo ser solo para él? Yo creo que sí. No puedo quererlo, pero si hace las cosas bien, si esto llena mis expectativas que ya de por sí están muy altas, podría considerar darle exclusividad sexual.

Sobre todo, porque me gustaría que él me la dé a mí, porque yo también me niego a compartirlo.

¿Y Gael? A la mierda con Gael.

—Creo que puedo con eso... —murmuro recostándome en la puerta que tengo detrás.

La intensidad de sus acciones y movimientos me hacen sentir vulnerable.

—Un "creo" no es suficiente. Dime qué eres mía, y dame el permiso de tocarte como a mí me guste.

Puedo decirle lo que él quiera escuchar, pero de ahí a que luego sea una realidad hay un abismo.

—Seré tuya mientras tú también seas mío.

—Hace rato que lo soy, Amaya.

Oh. Por. Dios. Ya siento la humedad en el interior de mis muslos, ha pasado todos los niveles posibles.

Presiono un poco mis piernas entre sí para aliviar la molestia, y juro que si esta vez me deja con las ganas no habrá otra oportunidad para él.

Pasa sus dedos por mi hombro, haciendo que la tira de mi vestido caiga a un lado.

—¿Cuál es el límite? —murmura dejando que sus ojos se pierdan en mi escote.

—Que no me lastimes, y que no me duela... demasiado.

Asiente brevemente y llenando sus ojos de mí, acaricia suavemente mi cintura sobre mi vestido dejando sus manos bajar por mis caderas.

—Si no estás cómoda con algo solo me lo dices —susurra y posteriormente contiene la respiración al llevar sus manos a mi trasero.

¿Por qué tantos avisos? ¿Qué es lo que quiere hacerme? No lo sé, pero quiero que lo haga de una vez.

Me acerco para besarlo, pero se hace a un lado, sonríe con perversión y me voltea contra la pared de forma brusca.

Comprendo, él pone las reglas, eso me encanta.

Sus manos abandonan mi cuerpo, y siento como lentamente bajan la cremallera de mi vestido para dejarlo caer al suelo. Obviamente ya le di mis bragas, y como el vestido iba sin sujetador no tengo nada debajo.

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