Capítulo 51

3.5K 642 114
                                    

"Caminamos juntos, morimos juntos; rebeldes para siempre"

Will Smith

_______________________________

O L I V E R

Soy un imbécil, ¿cómo pude confiarme así? ¿Cómo pude ser capaz de pensar que por fin podíamos dormir tranquilos?

Amaya no está, dejó su celular en la casa, no tenemos modo alguno de poder rastrearla y a cualquier segundo algo terrible puede pasar.

Siempre me he caracterizado por ser capaz de mantener la mente fría, conozco en esta vida todos los tipos de dolor y a cada uno lo he experimentado y lo he sobrevivido.

No creo ser capaz de sobrevivir a este.

No está, las cámaras de seguridad muestran que salió de la casa hace más de una hora. Todos están buscando el modo de encontrar alguna pista y yo soy tan inútil que no puedo hacer nada.

No la pude cuidar... ella vino anoche a dormir conmigo para sentirse segura y no la supe cuidar.

Siento una presión realmente grande en el pecho, esa sensación inminente de que lo peor va a pasar y no lo puedo evitar. Los chicos lograron desbloquear el celular de Amaya, hay un mensaje de su mamá diciéndole que si no se entrega nos matará a todos; están intentando rastrear el celular del que fue enviado pero no han obtenido resultados.

—La vamos a encontrar. —Mi hermana me siguió fuera y se sentó a mi lado para intentar tranquilizarme— Es reconfortante saber que no tiene miedo, estoy muy segura de que sabrá como mantenerse a salvo.

—No... —murmuro, y no me gasto en intentar contener las lágrimas, sería en vano— Tú no la viste ayer por la noche, de verdad está rota, le han hecho tanto daño...

—Oli... Es Amaya, ella sabrá como resolverlo, ella siempre sabe cómo resolverlo todo.

Sé que todos piensan de ese modo, "es Amaya, sabe cuidarse sola, encontrará el modo de escapar"; pero no, es Amaya, una chica a la que le han quitado todo y ya no tiene nada que perder... No tienen idea de lo peligroso que es no tener nada que perder.

Le fallé incluso yo, que la amo como jamás he amado a nadie.

El auto de Diego entra por el camino que da a nuestra casa a muy alta velocidad, y dos palabras apenas audibles mientras baja la ventanilla lo cambian absolutamente todo.

—La encontré.

Vuelve a subir la ventanilla y se estira para abrir la puerta de acompañante; obviamente no lo voy a dudar, voy a ir por ella a donde sea y en las condiciones que sean, no hay tiempo de avisarle a los demás, no hay tiempo de preguntas, no hay tiempo de organizarse, cada segundo perdido podría costarle la vida a Amaya.

—Júrame que si me pasa algo le contarás la verdad —le exijo a mi progenitor lanzándole una última mirada a mi hermana que se ve bastante confundida porque la dejé sin explicación alguna.

—No dejaré que te pase nada...

—No necesito tu protección paternal, solo que me prometas que le dirás la verdad. —Mi voz suena un poco prepotente, no lo puedo evitar.

—Te lo prometo —concede.

—¿Cómo la encontraste? ¿Dónde? —pregunto observando el GPS de su auto que marca un punto, que al igual que nosotros está en movimiento.

—Como policía tengo acceso a muchas cosas. La cámara de la entrada de tu casa mostraba una camioneta, la busqué en todos los registros de las cámaras en las carreteras y la encontré cruzando un peaje. Obtuve la matrícula y una foto del conductor que cotejé con la base de datos, lo encontré, ubiqué su numero de teléfono y eso es exactamente lo que estamos siguiendo ahora, el teléfono del conductor de la camioneta.

SuperficialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora