Capítulo 29

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"Pienso que todos estamos ciegos. somos ciegos que pueden ver, pero que no miran"

José Saramago

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Aun me duele la cabeza, pero de todas formas y a pesar de lo que significa para él, Oliver me trajo a donde están interrogando a Blas, o Andrés, o como mierda se llame. No sé por qué, pero no me cabe la idea de que Nicole y Oliver sean hermanos, estoy segura de que no es ella.

Sin embargo, eso encuadraría mucho las cosas, ningún análisis de ADN ha dado positivo, aún quedan muchas muestras en el laboratorio y muchas otras por tomar, pero Gael ya ha tomado las muestras de más del ochenta por ciento de las chicas del campus. Eso pone a Nicole muy en la mira, aunque también está la posibilidad de que la chica no esté en la universidad como creemos, y eso ya sería una verdadera mierda.

—Me costó mucho convencer a mi papá de que me dejara traerte aquí, haz que valga la pena, por favor —dice en cuanto estaciona su auto en un descampado.

—¿Tú no vienes? —pregunto en cuanto dos sujetos se aproximan a mi puerta para acompañarme al parecer.

—No estoy listo para tener al femicida de mi mamá frente a frente, soy bueno controlando mis impulsos, pero en cuanto pierdo la calma no… —hace una pausa poniendo sus ojos fijos delante— Me educaron con mucha violencia, aún me cuesta.

A mí me cuesta imaginarlo, me duele pensar en eso, así que entraré allí y obtendré algo que valga la pena, por él, por Nicole, y por mí.

Me quito el cinturón y me acerco a él para besar su mejilla lentamente, justo antes de que llegue se voltea tomándome por sorpresa y redirige el beso hacia sus labios con mucha intensidad, me toma por el rostro con una mano y luego se separa de mí dejando su frente descansar en la mía.

El mensaje es claro: “estoy confiando en ti”. Mínimo le debo lo mismo.

Me bajo del auto ante la atenta mirada de los dos sujetos que me esperan, Oliver se acerca a hablar por la ventanilla y toda la ternura con la que me hablaba se ha esfumado en un segundo.

—La tratan como si fuera una reina y la cuidan como si su vida dependiera de eso —ordena sonando extremadamente autoritario—, porque lo hace…

Wow, que malote. Es extraño el modo en el que funciona el poder, dos hombres de más de treinta años, con un físico enorme, agachando la cabeza ante las órdenes de un chico que podría ser su hijo. El dinero mueve el mundo, el dinero y el poder, y los Merak tienen ambas cosas.

Yo no tengo ninguna, y de todas formas estoy aquí, así que supongo que también hay una parte que es cuestión de actitud.

Los sujetos no hablan, solo señalan y me abren las puertas necesarias para llegar a Blas, todas y cada una de ellas se abren con huella digital o lector ocular. Esperaba encontrar un sitio oscuro y tenebroso, tal vez con goteras y Blas amarrado a una silla con cinta plateada en su boca.

Demasiadas películas, sin dudas. Lo que encuentro en realidad es una sala de hospital muy bien improvisada, muy bien iluminada, aunque toda la luz es artificial, y Blas está sobre la camilla, trae un circuito por el que pasan algún suero con medicación en su brazo izquierdo y su mano derecha esposada a la camilla.

No tiene respirador, por lo que veo su estado de salud no es tan delicado como podría ser.

El muy hijo de puta sonríe al verme.

—Me preguntaba si te vería por aquí...

Su tono confiado me da asco, sobre todo teniendo en cuenta todo el daño que le ha hecho a Oliver, y lo que se trae con Nicole, tengo muchas, muchas ganas de hacerle cosas feas.

SuperficialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora