Capítulo 39

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"El amor es la libertad de volar acompañado"

Gabriel García Márquez

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O L I V E R

Es la mañana de Navidad, acordamos que intercambiaríamos los regalos por la noche y Amaya se ha puesto un poco intensa con que todos debemos resolver nuestros problemas. La realidad es que las festividades no son lo mío, y el problema que tengo con mi hermano no tiene fácil solución, así que me dispongo a ir a la biblioteca y hablar con Nina.

Nunca fui muy empático, el chico que era cuando llegué a la Universidad de Nordytton jamás hubiese venido aquí, pero hay personas y sucesos que simplemente te cambian, y yo pasé de no preocuparme por nadie a tener a dos mujeres por las que daría mi vida; ahora, que sé que existe esa mínima esperanza de salir de la oscuridad siento la necesidad de mostrarle a todos que está allí.

Por lo que he observado, que es mucho porque mientras todos hablan yo callo y observo; Nina es una chica muy sensible y no le gusta juzgar, aunque posee un alto sentido de la ética.

Es super transparente, se pueden leer sus pensamientos confusos y sentimientos encontrados a través de sus expresiones, y aunque siempre está para escuchar a todos, nunca habla de sus sentimientos con nadie.

—Te escondes aquí… —comento en cuanto entro.

Ella levanta la cabeza de su libro y me da una sonrisa.

—No me estoy escondiendo de nadie. —Elevo una ceja con gesto descreído hasta que por fin se ríe y acepta—: Tal vez un poco de tu novia, me siento un poco presionada así que si vienes a eso prefiero seguir leyendo.

—Estoy aprendiendo a no decirle a la gente lo que debe hacer, solo quería darte mi punto de vista.

Creo que nunca hemos tenido una conversación a solas, lo cual es interesante porque, aunque nuestras personalidades son contrastantes, somos la parte más madura y centrada de toda esta locura.

—¿Y cuál es tu punto de vista? ¿Debo perdonar a Gio? —dice intentando ser irónica, pero finalmente sonando tierna.

—No, en realidad deberías pedirle perdón.

Sus ojos cafés se abren exageradamente, estoy seguro de que esperaba oírme decir cualquier cosa, menos eso. Todos saben que Gio no es mi persona favorita en el mundo, siempre llorando y quejándose de lo injusta que es la vida; sin embargo, se ganó mi respeto en cuanto estúpidamente salió a buscar a esa chica sin importarle nada.

—¿Yo? ¿Pedirle perdón a él? —Cierra su libro con un poco de fuerza extra, sin dudas ya me gané su atención.

—Sí, y también pienso que estás siendo un poco egoísta.

—¡Me dejó sola! —protesta incrédula.

—No, te dejó con nosotros. Además, no eres una bebé, no necesitas que nadie cuide de ti y él lo sabe.

—Estamos buscando a Nicole todos juntos ¿Por qué tenía que ir a exponerse al peligro solo?

Camino un poco y me siento en el sofá junto a ella, se ha exaltado un poco, pero estoy seguro de que se calmará pronto, ella es una chica que sabe autorregularse muy bien.

—Sé cuánto cuesta aceptar que los hermanos deben seguir su propio camino, y más cuando los has protegido tanto sin que siquiera lo notaran… —comento pensando más en mí que en ella— Pero creo que la libertad es el acto de amor más grande que podemos tener, dejar que se equivoquen y que enfrenten las consecuencias.

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