71-2.- En camino parte II

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Ocho meses después...

Ya habían pasado ocho meses desde el nacimiento de Leonardito, mientras tanto las cosas en la residencia García Rosón habían dado un giro, la casa albergaba un exquisito aroma a bebé y el llanto del pequeño era la música del despertar de los jóvenes padres.

La llegada del primogénito García Rosón había puesto su mundo de cabeza, pero sin duda, ellos se sentían muy afortunados de tenerlo, ahora, ese niño era lo más importante en la vida de ellos.

Era viernes por la mañana y era muy temprano, Carla despertó debido al ruido que producían las risas de su pequeño hijo, al abrir los ojos, lo primero que vio fue a Samuel jugando con Leonardito.El arquitecto tenía a las carcajadas a su hijo–buenos días ruidosos–saludo ella con una enorme sonrisa. –¿Pero qué está pasando aquí? Cuestionó Carla al verlos jugar y reír.

-Pasa que este pequeño remolino despertó muy temprano, lo escuché llorar y fui por él. Pero es un tramposo, porque al ver que me acerque a su cuna detuvo el llanto–respondió Samuel.

Carla sonrió–La verdad es que Leo te tiene tomada la medida, porque sólo hace eso contigo, tú lo consientes de más–dijo Carla un poco seria.

-Claro, es mi pequeño y voy a consentirlo siempre–respondió él dulcemente sin dejar de ver a Leonardito. El pequeñín tenía hipnotizado a Samuel y como era el que menos tiempo pasaba con él, cuando por fin podía, lo mimaba y lo consentía a más no poder. –¿Hoy irás al taller? Pregunto Samuel a su esposa.

-No creo amor, quede con Lu para ir a comer– respondió ella.

-Se me hace exagerado, aún faltan cinco meses, pero en fin mujeres- dijo Samuel algo divertido. ¿Y llevarás a Leo? Pregunto él.

-Si amor, o tal vez lo deje con Mireya–le contestó Carla con mucha tranquilidad.

-Bueno me iré a dar una ducha. –dijo Samuel y antes de levantarse dejó un beso corto en los labios de su esposa–Tengo que llegar temprano y pues tal parece que comeré solo esta vez—reclamó Samuel a su esposa.

-Vale que solo será por hoy–respondió ella acariciando el brazo de su esposo.
Samuel no le quedó de otra más que asentir aceptando.

A pesar de las múltiples ocupaciones de ambos, siempre se daban el tiempo para compartir en familia, Samuel era su propio jefe en los dos trabajos y podía salir cuando él quisiera, siempre y cuando cumpliera con sus pendientes del día. En cuanto a Carla, ella también era su propia jefa, su esposo le había acondicionado una habitación en la casa como estudio, donde ella bien podía trabajar y estar al pendiente de Leo.

Samuel se levantó con dirección al baño, Carla se quedó recostada un momento más en la cama con Leo, el pequeño no dormía con ellos, pero cada que Samuel despertaba iba a visitarlo a su cuarto y si ya estaba despierto revoloteándose en su cuna, lo llevaba a la habitación con ellos. Ese pequeño torbellino les había cambiado la vida por completo, pero sin duda estaban muy felices de tenerlo.

Después de varios minutos Carla se había quedado dormida de nuevo, Leonardito se acurrucó entre sus brazos y su pecho, dormía junto a mamá, Samuel salió del baño, al caminar hacia la cama obtuvo la imagen más tierna, bella y perfecta que jamás había visto en la vida. No dejaba de admirar lo bello que era su hijo y lo hermosa que era su esposa.

Élite: Amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora