C1. Extra.- Nuevos días

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Residencia García Rosón.

Era lunes por la mañana, aún era todo tranquilidad en la residencia de los Garcia Rosón y como cada inicio de semana, Carla y Samuel tendrían un día muy agitado.

Los pequeños Isabella y Leonardo aún dormían plena y plácidamente, al igual que Samuel y Carla, pero no por mucho tiempo, ya que el despertador estaba por sonar avisándoles que ya sería hora de levantarse y empezar con los deberas y tareas pendientes.

Al paso de quince minutos, el despertador sonó, exactamente a las 6:30 a.m. como todas las mañanas en la residencia.

Buenos días amor –Saludó Samuel con la voz un poco ronca mientras tallaba suavemente sus ojos y se giraba a ver a su bella esposa, quien aún estaba con los ojos cerrados y se negaba a abrirlos.

Cuatro años de matrimonio, cuatro años en los que Samuel tenía la dicha de ser su esposo y de que fuera ella lo primero que sus ojos vieran al despertar cada mañana y lo último que vieran al dormir. La amaba y estaba tan agradecido de que el destino le cruzara a Carla en su camino y junto a ella formar la maravillosa y hermosa familia que ahora eran.

-Buenos días guapo –Le respondió su bella y somnolienta esposa mientras estiraba su mano hacia la mesa de noche que estaba a su lado para apagar aquella molesta alarma.

Samuel se acercó un poco más a Carla y depositó un tierno beso en su frente, después otro en sus ojos y por último llevó su mano hasta el pequeño vientre de su esposa y lo acarició con delicadeza, deleite y ternura.

-Amaneciste muy feliz –Afirmó.

-Por supuesto, después de todo lo que hicimos anoche, imposible no amanecer feliz –Respondió traviesamente y ensanchando la sonrisa aún más al recordar lo sucedido por la noche en esa habitación.

-¿Hoy irás a trabajar? –Cuestionó ella. —Podríamos aprovechar la siesta de los niños para repetir todo lo que hicimos por la noche –Dijo de manera seductora y coqueta.

-Aunque ahora me encantaría hacerte todo eso, no puedo, tengo una junta a las nueve, tu padre me presentará unos clientes nuevos. –Respondió con pesar. –Pero una vez que termine, vendré para ir juntos a la cita con el médico –Dijo para tranquilizarla mientras acomodaba su rebelde y desordenado cabello.

Ese día, Carla y Samuel tenían cita con el obstetra que la atendía, quien estaba a días de cumplir catorce semanas de embarazo, en la última de las citas, el doctor había comentado que posiblemente en esta cita les haría saber el sexo del bebé, por lo tanto estaban más que emocionados por acudir.

-Vale –Soltó con desgana. –Desearía que fuera fin de semana para que pudieras quedarte más tiempo en la cama conmigo –Confesó.

Fue inevitable para el no sonreír, la manera en la que había confesado su deseo le había parecido de lo más tierno. –A mi también me encantaría quedarme contigo y los niños, pero sabes que debo asistir al trabajo. –Respondió. Carla suspiró resignada y asintió sin más. –Pero –Dijo acercándose más a ella –Después de la cita con el médico vendremos a casa y no regresaré a la oficina, nos quedaremos aquí con los niños y haremos lo que tú desees, eres la reina de esta casa, mi reina y tú mandas. También aprovecharemos la siesta de esos pequeñitos para hacer lo que tú quieras –Le aseguró y repartió unos cuantos besos más por todo el hombro que ella tenía al descubierto y con eso fue más que suficiente para convencerla.

-Esta bien mi amor –respondió con emoción y dejo un tierno beso en la comisura de los labios de su castaño. –Voy a despertar y alistar a Leo e Isa, te veo para el desayuno –

Élite: Amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora