Élite: Amor verdadero

34.- Consecuencias

En el hospital se encontraba Carla cuidando a su novio, pero ella estaba seria. Samuel podía percatarse de eso, él sabía que ella estaba molesta por que su padre se enteró de lo de Polo. Samuel pensaba:
-¿Porqué le molestará tanto? ¿Lo quiere proteger? ¿Será que aún no lo olvida?

Esas preguntas no dejaban de girar en la cabeza de Samuel.
Carla se encontraba con el, pero no le dirigía la palabra, ella a cada instante volteaba a ver su celular.

Samuel solo la observaba, sabía que ella le ocultaba algo.

-Venga ya Carla, ¿Que pasa? Preguntaba el.

-¿Que pasa de que Samuel? Contestaba ella.

-Que estoy harto, estoy harto de esta situación. Se que me ocultas algo, por favor lo que sea tienes que decirme que es, insistía el.

-Déjalo ya Samuel, no te estoy ocultando nada, deja de insistir por favor, decía Carla sin siquiera voltear a verlo.

Samuel estaba muy confundido pero dejaría de insistir, sabía que Carla no le diría nada e iba a tratar de descubrir por su cuenta que era lo que pasaba.
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Theo llevo a Polo a una bodega a las afueras de Madrid...

Polo se encontraba en una silla desmayado y Theo frente a él esperaba a que este despertara, junto con él se encontraba un hombre alto y mal encarado. Hasta que después de unos minutos finalmente reaccionó Polo.

-¿En donde estamos? Preguntaba el joven confundido y aún aturdido por el golpe.

-Estamos en el lugar perfecto para poder hablar... nuevamente, respondió Theo.

-¡Joder! ¿Pensáis matarme o que?
Preguntaba Polo.

-No, solo pienso darte una lección, aunque te dire Polo que me estoy cansado de esto. Nunca me imagine que serías un verdadero dolor de cabeza, pero debo hacerte entender de alguna manera que toda acción tiene consecuencias, decía Theo.

-No se que es lo que pensáis hacerme pero yo no he hecho nada, gritaba Polo.

-¿No has hecho nada? ¿Te parece que escabullirte a la habitación de mi hija a mitad de la noche y tratar de abusar de ella no es hacer nada? Preguntaba el.

-No le hice nada, respondió Polo.

-No lo hiciste por qué afortunadamente alguien llegó a auxiliarla, pero de no haber sido así hubieses logrado tu cometido, contestó Theo.

-No puedes hacerme nada, mis madres acabarían contigo, respondía Polo.

-Venga chaval, se hombre de una vez por todas y deja de refugiarte en las faldas de tus madres. Por eso es que mi hija te dejo, por tu falta de hombría. Y no tengas miedo que solo te voy a enseñar a que respetes a mi hija, decía el.

-No te tengo miedo, si algo me pasa mis madres llegarán hasta las últimas consecuencias y te acabarán, dijo Polo.

Theo suspiro y sonrió...

-¿Sabes lo que siente una mujer que está a punto de ser abusada sexualmente? Te diré lo que vi en la mirada de mi hija cuando me contó que intentaste abusar de ella. Vi coraje, miedo, impotencia y sufrimiento. Y yo chaval me encargaré de que tú sientas todo eso y a la próxima que intentes hacer algo en contra de ella te lo pienses bien, por que te lo voy a regresar tres veces peor finalizó Theo y se levantó de su silla.

-¿Que vais a hacer? ¡Yo no le hice nada! ¡Te juro que te arrepentirás!
Gritaba Polo.

Theo se alejó un poco y le indico al hombre mal encarado:
-Dale un buen escarmiento, pero no le golpees tanto la cara y no te pases, en cuanto acabes regrésalo a casa de su novia, ahí le dejas. El tipo asintió con la cabeza y regresó donde Polo.