Cap. 15

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Tomás

Su ropa estaba mojada entera hasta el punto que se pegaba a su cuerpo.
Fuimos a su apartamento y al parecer no había ni rastro de Teo, su nuevo amigo.

- Quédate aquí -

Fingí sentarme en el sofá para después seguirlo hasta su cuarto. Se estaba quitando toda la ropa húmeda para cambiarla por su pijama de gatitos que tenía.

- Te dije que esperaras en el salón -

Sin darse la vuelta ya sabía que estaba ahí, bueno, es que mi olor me delataba.

- Que bien sabes mi olor - dije con una sonrisa y algo de esperanza.

- No, pero estar en una habitación de Omega y que de pronto venga un Alpha... da el canto - dijo con simpleza.

Eso me molestó por la simple razón de tener razón.
Me acerqué a él hasta tenerlo cogido por la cintura suave pero firmemente.

- Suéltame - ordenó sin darse la vuelta si quiera.

- No hasta que me perdones - pedí.

- No tengo que perdonarte nada - replicó.

Me quedé callado y lo puse de cara a mí. Tenía parte de los botones de su camisa desabrochados, por lo que tenía parte del pecho al descubierto, así que podía ver su piel blanca y parte de uno de sus pezones. Terminó de atar la camisa al ver mis intenciones maliciosas.

- Esa vez yo... - intenté excusarme.

- Vi y sentí perfectamente lo que ocurrió. Ahora vamos a hacer el trabajo -

Salió de la habitación con paso firme hasta llegar al salón.
Toda la tarde nos llevó hacer el trabajo. Solo habíamos hablado para hacer el diálogo.
Nada más.
Anel había ido a su cuarto a buscar su móvil.
Lo seguí y cerré la puerta.

- ¿ Que haces ? - me preguntó confuso y molesto.

- Lo que hace mucho tiempo tuve a haber hecho -

Me acerqué a él y sin dejarle opción a defenderse lo lancé a su cama.
Me coloqué entre sus piernas y con sus muñecas por encima de su cabeza sujetadas por una de mis manos.

- ¡ Suéltame bastardo ! -

Acerqué mi cara a su cuello y al instante se calló la boca. Su cuerpo empezó a temblar levemente como gelatina cuando empecé a lamer esa lechosa piel donde iría una marca... Mi marca...

- Para... - dijo entre dientes.

Olí su cuello y su aroma era un agrio olor que paulatinamente iba convirtiéndose en dulce.

- Me sigues queriendo - comenté con una sonrisa divertida.

- Mentira, yo te odio... - dijo entre dientes.

- Tu olor te delata... -

Sus ojos estaban rojos y amenazaban por llorar. Acerqué mis labios a los suyos y los junté. Quería explorar su boca por completo pero su fuerte sellado de labios me lo impedía.
Mordí su labio inferior haciéndolo sangrar y en el momento que abrió la boca para quejarse introduje mi lengua.

Anel

Mi cuerpo ardía.
Pero no era el celo.
Era mi Omega.
Quería recibir a este Alpha que le había echo daño, quería perdonarlo y entregarse.

No, no volvería a causarme mas daño.
Su manos se movían por debajo de mi camisa con completa libertad.
Como si le perteneciera.

Mordí su lengua haciéndola sangrar y haciendo que se alejara de mí pero sin soltarme aún.

Un Omega PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora