Se viene un capítulo suculento hecho con completo amor.
Espero les guste.Narradora
Leo abrió la puerta del armario de la derecha y allí... Decenas de juguetes, disfraces, lubricantes... Un armario de la lujuria pura y dura.
Leo cogió una venda negra y sedosa al tacto y se la puso a Anel, quién al roce de Leo gimió. Este sonrió dándose cuenta que continuaba con el boxer puesto y este apretaba entre la tela elástica su gran erección creciente que palpitaba por penetrar al Omega y sentir sus paredes internas, cálidas y suaves alrededor de ella apresándolo con fuerza en sí interior.Caminó hasta la puerta izquierda y cogió un separador de piernas, unas esposas, un lubricante especial y algunos vibradores. Miró la zona de las fustas y pensó en probar algo nuevo con su preciado Omega.
Se volvió a acercar a Anel y con la fusta en la mano empezó a delinear cada facción de su cara, continuando por la garganta que marcaba su nuez la cual a cada tragó se movía de arriba abajo y mostraba como el Omega, nervioso, tragaba en seco ante ese tacto nuevo, continuó el recorrido hasta los pezones de los cuales escurría algo de leche y golpeó la zona con suavidad, era algo nuevo y no quería asustar a su pareja.
- ¡ Ah ! - gritó de sorpresa, pero Anel ya sabía lo que venía, ya sabía a qué pertenecía ese tacto fino de cuerda, y empezó a retroceder, no le gustaban esos juegos, los había visto por Internet tiempo atrás y en vez de provocarle a probarlo más bien le aterró.
- Quieto -
Anel tembló quedándose en el sitio pero gimoteando, negó suavemente con la cabeza y la venda se humedeció, cosa que no pasó desapercibido por Leo, quien dejó la fusta y se agachó a su altura para soltar feromonas para tranquilizarlo.
- ¿ No te gusta ese tipo de juego ? - habló dejando la lujuria de lado y mostrando preocupación por la reacción de su pareja.
Anel negó gimiendo nuevamente por las ahora fuertes feromonas de Leo que lo abrumaban.
- Bueno, entonces habrá que hacer otras cosas -
Alcanzó las esposas y se las puso en las muñecas dejando estás detrás de Anel para que no pudiera hacer nada por su frente. Después alcanzó la barra separadora y la ato en ambos tobillos del Omega para separar las piernas y aunque este, incómodo por tal exposición intentará cerrarlas, le fue imposible.
Leo disfrutó las vistas, sus piernas abiertas, sudadas, temblando por lo que podría pasarle, rogando entre jadeos y pequeños gemidos por aunque fuese un pequeño roce, exponiendo su mayor tesoro, su entrada rojiza pero suave, con ganas de ser penetrada hasta el cansancio y chorreando bastante lubricante natural para no ser dañada.
Leo se deshizo de su boxer al fin y cogió el lubricante para derramarlo por los pezones de Anel y sobre su entrada por muy lubricada que ya estuviera.
Prefería prevenir a curar y dañarlo.
Después se levantó dejando que el lubricante actuará y fue hacia el interruptor de la luz para poner un ambiente menos luminoso, medio apagó las luces dejando algo tenue, lo suficiente visible como para ver, cerró las cortinas tapando a la luna llena que volaba esa noche el cielo despejado y llegó hacia un altavoz en el que enchufó su móvil y puso música de fondo, era música de piano, estaba preparada para empezar suave y acabar con las notas más altas, con la presión de los dedos expertos por llegar a las últimas notas corriendo sin romper el ritmo de la melodía o confundirse en un tecla.
Él era el músico, el pianista experto, y Anel era el piano, cada parte de su cuerpo era una tecla y tenía que tocar las adecuadas para hacer de esa melodía algo bonito, para hacer sentir bien a su Omega y llevarlo al orgasmo con solo roces, besos y lametones traviesos y llenos de amor, no lujuria, la cual también estaba presente, sino amor. Porque Anel era su piano de cola, blanco y resistente que también podía quebrarse si no se trataba bien.

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Un Omega Peculiar
AcciónSoy un Omega peculiar respecto a los Alfas y al amor. No me gusta ser la princesa de los cuentos que siempre acaba con un príncipe. Prefiero ser más, la princesa rebelde que se escapa del castillo sin ayuda. Irme a estudiar en la universidad me ha h...