Cap. 42

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Leo

Era jueves y Anel ya estaba dado de alta. Le habían hecho ya varias revisiones y todas mostraba buena salud y rápida recuperación, además, Alexa estaba sana.

Antes de ir a casa paramos en pequeñas tiendas a por ropa y otros accesorios para cuidarla teniendo en cuenta de que Alan y María traerían la silla de paseos.
Compramos una cuna bastante grande y después pasamos por el supermercado.

- Estoy cansado de tanto andar y tengo hambre... - se quejó Anel.

Me dio la risa ya que el solo cargaba con Alexa mientras yo cargaba con la comida y los accesorios de Alexa.

- Vamos a casa entonces - comenté

- Si por favor... Además, hace un calor... Preferiría estar en Toronto -

- Uf... Aquí hace calor pero allí hace frío... Prefiero estar aquí -

- Pero allí el frío lo puedes quitar, aquí el calor no - contesto él.

- Bueno, eso también cuenta, allí al menos tenía la excusa para poder estar más cerca de ti, ahora me rechazas porque tienes calor -

Anel se puso colorado al instante.

- Hay un cachorro delante, cuida tu vocabulario... - me regaño frunciendo el ceño de una manera muy linda.

Cuando llegamos a casa Anel le dio el pecho al cachorro mientras yo lo miraba fijamente.
Verdaderamente tenía ganas de tirarme encima de él, mi celo ya casi había pasado pero la lactancia era una etapa dura para los Alphas.

Cuando Alexa ya se durmió Anel la meció un poco más en la cuna y después volvió a sentarse en el sofá.

- ¿ Quieres que prepare hoy yo la comida ? - pregunté.

- Si por favor, estoy exhausto -

Me acerqué a él, pose mis manos en sus hombros y empecé a masajear la zona apretando con los dedos pero sin hacerlo daño.

Anel empezó a ronronear y mi Alpha infló el pecho de orgullo.
Poder satisfacer a tu Omega significa que eres un Alpha digno.
Anel dejó expuesto su cuello dejándome ver la marca de mis dientes cicatrizada. Era perfecta, y gracias a ella podía sentir todo de Anel, como que por ejemplo ahora tenía hambre.

- Voy a preparar la comida -

Me aleje de él pero mi muñeca fue cogida por su pequeña mano.

- Puedes... ¿ Puedes quedarte aquí un rato más ? -

Sonreí tontamente ante su tono inocente, su cara sonrojada, su leve puchero sobre sus redonditos labios y sus ojos apartados de mi vista para no pones más nervioso de lo que ya estaba.

- Claro -

Salté por encima del sofá aterrizando a su lado.
Pasé un brazo por encima de sus hombros y el se acurrucó en mi pecho empezando a ronronear.

Sus feromonas dulces y tranquilas se mezclaron con las mías.
El aroma era tranquilo, no había tensiones o incomodidades y eso nos hacía disfrutar más. Sus manitas rodearon mi torso y me di cuenta de la pequeña travesura de meter una de ellas por debajo de mi camisa para poder acariciar mis abdominales.

Lo miré a los ojos y me encontré un mar de emociones positivas, un azul alegre pero tranquilo, algo lleno de amor sincero y tímido. Mis labios se acercaron a los suyos y los juntamos levemente provocando un pequeño roce suave pero cálido. Sus mejillas se tornaron de rojo y sonrió animadamente mientras cerraba los ojos con emoción. Yo también sonreí y le revolví su oscuro cabello azabache haciendo que cada mechón fuera por donde quisiese, cayendo por su frente y ocultando sus ojos y haciendo la vista más excitante cuando me miró con fiereza.
Ahora sí mirada era de desafío, un azul brillante, confiado, decidido...

Un Omega PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora