Cap. 33

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Anel

Estaba en el puto cielo.

El vibrador fue sacado de mi interior y me sentí vacío.
De pronto mi cuerpo fue dado la vuelta.

Leo subió mis piernas sus hombros y me penetró de un golpe haciéndome quejar de dolor.

- due... le... aahh... -

Era placentero, pero a la vez dolía.

Se quedó quieto para de mientras lamer mis pezones, succionarlos y dejarlos rojos como caramelos de fresa.
Los rozó con la yema de sus dedos y me mandaban descargas de placer por mi cuerpo haciendo estremecer.

- aahh... - el placer invadía mis 5 sentidos, era lo mejor que había sentido en las dos únicas veces que lo había echo.

Moví mi cadera y el comenzó a embestirme con fuerza, dando justo en ese punto tan sensible que me hacía delirar aun más.

La garganta me dolía de gemir.

Sus labios apresaron los míos para fundirnos en un beso húmedo en el cual nuestras salivas iban de una boca a otra fluyendo con energía.

Una de sus manos cogió mi pene y empezó a masturbarlo haciendo que con mis manos agarrara las sabanas para casi romperlas de tanto apretarlas entre mis dedos.

Su mano iba de arriba a abajo.
Llegué al clímax pero él todavia no se corría.

Su lenga buscaba la mía para dominarla y cuando la encontró empezó a pelear con fiereza en mi boca como si no hubiese un mañana.

Me cambió de posición volviéndome otra vez a 4.

Mis piernas temblaban y en cualquier momento me vendría a bajo por la adrenalina del momento.

Volvió a masturbar mi miembro con velocidad hasta que me vení en su mano
Mis paredes internas se contrayeron apretando mas su miembro pero aun así no bastaba para que se corriera, era resistente y eso me estaba costa do caro.

Sus manos se aferraron a mi cintura para penetrarme más fuerte, pensé que me partiría en dos.

Su peso me hizo caer poco a poco hasta casi quedar con la barriga tocando el colchón.
Sus embestidas aumentaron de ritmo y supe que se vendría.
Por tercera vez cogio mi otra vez erecto pene para que me corriera.

- Leo... aahh, ya... -

- Vamos... un poco más pequeño... -

Seguí gimiendo hasta que me volví a correr.

Era super sensible a esto, y se me volvería mi debilidad, lo sabía.
En cuanto me vine el lo hizo también y caímos rendidos a la cama.

Salió de mí y vi como hacia un nudo al condón lleno de semen para tirarlo.

Acercó su boca a mi cuello y por instinto aparte la cabeza.

Pero nunca me mordió, tan solo empezó a lamer para dejar un chupetón bien grande y visible.

Quería hablarle pero quedé dormido por el cansancio.
Solo noté cuando su calor volvió a mí en un abrazo.
Cuando sus manos rodearon mi cintura ya la trajeron a su cuerpo.
Y cuando mi cabeza fue puesta sobre su pecho.

Después... Todo fue silencio.

Horas más tarde

Leo

Estaba preocupado.

Me había aprovechado de su celo, y eso me estaba matando por la culpabilidad.

Un Omega PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora