Solo

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Caminando por el callejón Diágon, Hermione iba con una lista de libros. Era coincidencia que justo ese día debería ir a Gringotts a sacar unos cuantos galeones de su cuenta y de paso fue a la librería. La misma en la que había comprado el otro día el libro de pociones. Ginny le había dicho que el libro que ella había leído era una novela de amor, se llamaba "El dragón y el Hada", lo pasó por alto, normalmente las novelas del mundo mágico no le gustaba. Por lo que decidió nuevamente por algún libro casual de Hechicería, le gustaba estudiar, a pesar de que hubiera terminado sus años en Hogwarts. Volteó a mirar y justo vio el estante en donde había comprado el libro de pociones la otra vez... Recordó que Snape le dijo que trajera un libro... debería estar aburriéndose... ¿Pero qué sería de su agrado? No lo sabía...

Terminó por salir de la tienda, compró solo los libros de Hechicería.

Iba caminando por las calles, el sol y la gente se veía tan bien, hasta que en eso, ve a Ron saliendo de la tienda donde vendían las malteadas. Pensó que tal vez esa podía ser la oportunidad de que tal vez pudieran hablar, siempre estaban con mucha gente alrededor. Decidió abrirse entre las personas para ir hasta él, cuando ve que el pelirrojo no estaba solo.

Una chica sonreía con él mientras le mostraba el cono de Helado, este también le sonrió ampliamente, era una sonrisa que hacía mucho no veía... una que ya no le brindaba a ella. Paró en seco y volteó. No debía estar allí, y lo supo.

Ese día, solo se quedó en su habitación. Sí, tal vez no era como antes la relación, pero no implicaba que a Hermione no le doliera, jamás dijo eso. Lo quería, conocía sus manías, sus rabietas... Pero tal vez él no era su destino. No sabía qué creer... estaba triste. Y ese día solo lloró.

El pelinegro se encontraba en su cama, el Medimago había golpeado la puerta hacía diez minutos y lo estaba revisando. Por un momento creyó que sería Granger, pero no. El muchacho joven lo revisó y no encontró nada mal, estaba cada día un poco mejor. Pero aún sentía molestias en el cuello. Sabía que era normal. No le prestó mucha atención al hombre, hasta que este le dijo.

-Bien, señor Snape, me alegro, usted cada día esta un poco mejor.- Severus lo miró obvio.- Bien, necesito que vaya pensando o buscando a alguna persona que pueda estar con usted luego de que se vaya el domingo.- Snape lo miró tan brusco que sintió un tirón en el cuello.

-¿Disculpe? ¿Acaso usted dijo "luego de que me vaya el domingo"? ¿No había dicho que me podría ir sin más?- El medimago por un momento sintió algo de miedo, Snape apretó los puños.

-No, dije que debería hacer reposo hasta el domingo, aquí. Con su condición, el veneno se expulsó con éxito, pero el reposo aún debe hacerlo por tres semanas más. Solo por efectos secundarios. Pero no aquí. O si quiere quedarse aquí, el lugar está predispuesto.

-No planeo quedarme ni un minuto más aquí luego del estúpido domingo. Y tampoco necesito a nadie que esté conmigo luego de este.- Snape se sentó en la cama.

-Lo lamento Snape, si quiere salir de aquí, voy a necesitar que la planilla sea llenada correctamente con los datos de la persona que se quedará con usted para hacer reposo.- El pelinegro lo retó con la mirada.

-¿Me toma por estúpido? ¿O el estúpido es usted? Me iré solo.- El Medimago le sonrió y volteó.

-Lo lamento, señor Snape. Pero no puede hacerlo. No es recomendable y mucho menos aceptable.- Y sin más se fue dejando a Snape completamente encolerizado. Sentía que mataría al primero que se adentrara a esa sala.

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