¿Celos o Capricho?

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Una semana entera se quedaría la señorita Bella Fuente en el castillo, y esa mañana, ya estaba instala en la mesa de profesores. Hermione tenía la mandíbula muy apretada y el seño fruncido. Estaba enojada y celosa. ¿Pero qué podría hacer? Cerraba su mente todo momento para que Snape no quisiera entrar.

En las mazmorras, no hablaba con Snape a menos que fuera lo justo y necesario y en principio, eso no le afectó al pelinegro, pues también estaba distraído con su trabajo. Pero pasada las horas, veía que Hermione siquiera le consultaba nada. No lo miraba siquiera, y siempre estaba moviendo su pluma o leyendo atentamente los ensayos.

Luego del almuerzo, la castaña volvía de la comida a las mazmorras, y cuando llegó a la puerta. Vio a la morena parada junto a Snape y hablándole placenteramente. Severus asentía observando a sus alumnos entrar. Hermione arqueó una ceja, pero elegantemente se acercó a ambos. Mónica la miró.

-Buenas tardes, señorita Granger.- Saludó la mujer cortésmente. Hermione solo inclinó la cabeza y entró sin decir palabra. Se sentó en la silla del escritorio y se cruzó de piernas resoplando. Snape entró dos minutos después.

Después de explicar la poción del día sin muchas vueltas, se sentó en su escritorio. Había terminado sus ensayos y ahora no tenía trabajo por el momento. Pero viendo que Hermione seguía leyendo y corrigiendo los trabajos, extendió la mano con la intención de tomar algunos.

-No. Yo puedo. Solo me falta un poco. Gracias.- Contestó entonces Hermione sin siquiera despegar la mirada de su lectura. Snape levantó una ceja y viendo que nadie los miraba. Le quitó la pluma de la mano a Hermione haciendo que ahora sí lo mirara.- Profesor.- Dijo enojada.

-Señorita Granger, tiene treinta trabajos por terminar y yo no tengo ninguno, ¿desde cuándo no permite que la ayude a terminar antes?- Indagó el pelinegro clavándole la mirada.

-Solo no necesito su ayuda, ¿entiende? Devuélvame mi pluma, por favor.- Snape la miró unos segundos con el seño fruncido y luego le dio a regañadientes la pluma a Hermione. Se levantó de mala gana y comenzó a caminar por las mesas de los estudiantes. Como antes, Hermione no se mosqueó y llegada la hora de la cena, todos los trabajos estaban terminados.

Se levantó ordenándolos en una pila y luego los tomó llevándolo a un cajón a parte en las mazmorras. Volteó y se dirigió a tomar su saco para irse al fin. Snape estaba esperando nuevamente que al menos lo mirara, pero no fue así. Mientras se abotonaba su abrigo, ella habló.

-Si no tiene nada más que darme, me iré a almorzar.- Snape se acercó lentamente a la castaña y cuando quedó a dos pasos, golpearon la puerta nuevamente. No hizo falta mucho pensar quién era, y esta vez, Hermione levantó la vista para mirarlo.- Descuide. Yo abriré.- Se acercó a la puerta y al abrirla, la mujer estaba detrás de esta con unas carpetas y mirando con "desesperación".

-Lamento interrumpir, pero necesitaba de una pequeña ayuda con estos papeles y pensé que tal vez, si no está ocupado Snape, podría ayudarme.- Hermione la dejó pasar y ya debajo del marco de la puerta volteó sin muchas ganas. La castaña se fue cerrando la puerta detrás de sí.

Llegado el fin de semana, Hermione entró al gran comedor con una musculosa, Jeans y el cabello suelto, pero peinado y se sentó con sus amigos. La miraron.

-Buenos días Herms, ¿cómo has dormido?- Preguntó Harry mientras Ginny llegaba. La castaña le sonrió de costado amigablemente y luego tomó unas tostadas con mermelada, y un café.- Escucha, pesábamos en ir a Hogsmeade un rato con los chicos hoy... Si no tienes nada que hacer.- Hermione miró sin mucha gana a Harry, pero luego de pensarlo un rato se preguntó... ¿Por qué no?

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