Alumna interrumpida

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Tres horas después. Hermione juntó todos los pergaminos esparcidos en la mesa y los acomodó. Había terminado, por fin había terminado, y gracias a Snape. Este estaba con su libro abierto en el sillón. Hermione hizo té y se fue al salón para agradecerle.

-Señor... se lo agradezco mucho, mañana mismo podré entregar el trabajo...- Snape bajó su libro y negó con la cabeza simplemente. La castaña le extendió el té, y este sí lo aceptó. Tomaron allí.- ¿Qué lee?- Severus la miró y luego le extendió el libro.

-No sabía de qué se trataba.- Era un libro muggle, se llamaba "entrevista con el vampiro"-Me imagino que si Quirrel lo hubiera leído, el amor hacia su viaje se le hubiera ido.- Hermione asintió, y luego lo miró para reírse... ¿Snape había hecho un chiste? No lo creía. Este solo sonrió de costado y siguió bebiendo su té.

-Señor, ¿qué té le gusta? Iré al mercado y he notado que este se lo toma por obligación, es dulce.- Severus la miró con una cara de satisfacción, se había dado cuenta que no le estaba gustando.

-Té negro.- Respondió sin más. Luego le hubiera gustado haberse mordido la lengua. Miró nuevamente a la castaña y tenía una cara amarga.- Usted preguntó, Granger.

-Usted pone la misma cara con este té.- Snape abrió la boca, pero nada salió, así que solo miró hacia otro lado. Hermione se terminó la taza.- ¿Desea algo más?- Este negó. La castaña hizo desaparecer las tazas y luego se puso un bolso para ir a la puerta.- Vuelvo pronto, señor.- Como de costumbre, Snape no contestó.

La muchacha compraba en una tienda de por ahí cerca. Sentía el temor de que al volver a casa, Snape se hubiera ido. Le estaba agradecida, tanto como distraerla y ser neutral, como por haberla ayudado. Compró algunas cosas, todo comida. Compró mucha fruta.

Volviendo a casa, esta sentía un retorcijón en el estómago. Cuando abrió, Snape no estaba en el salón. Miró en la biblioteca y tampoco. Dejó las cosas en la cocina y subió. No estaba en su habitación y tampoco en el baño. Esta bajó desilusionada y para su sorpresa, algo triste. Hasta que lo vio en la cocina. Este volteó y le señaló la bolsa con sarcasmo.

-¿Le gusta la fruta acaso, Granger?- Hermione no contestó. Snape se preocupó un poco, por lo que se cruzó de brazos.- Eh, Granger. ¿Le comieron la lengua los ratones acaso?

-¿Dónde estaba?- Preguntó de inmediato. El hombre alzó una ceja.

-¿En el baño?- Señaló el cuarto de abajo, Hermione asintió y tomó las bolsas y con magia comenzó a lavar cada fruta y meterla a la heladera.- Es irreparable, Granger.- Dijo sin más volviendo al sillón. Hermione sonrió.

El día siguiente, Snape se levantó temprano. Fue al baño, se duchó y luego se cambió. Creyó que Granger seguiría dormida, no lo sabía. La puerta de su habitación estaba cerrada, por lo que supuso que siendo la hora que era estaba durmiendo. Bajó las escaleras y miró hacia la cocina, la castaña no estaba. Debería estar durmiendo. Pero vio un pergamino en la mesa ahora desocupada. Se acercó a este y era una nota para él.

     Señor:

   Fui al ministerio a entregar el trabajo ya ayer terminado. De vuelta, muchas gracias  por su ayuda, solo espero que lo den aprobado. Volveré para el desayuno, si es que se  despierta  tarde.

                                                                                                                                  Hasta entonces: Hermione

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