"¿Te preguntaste alguna vez sobre mis miedos?"

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Severus se encontraba caminando por los pasillos del castillo, yendo hacia el gran comedor para desayunar. Cuando en el camino, recordó unos informes que Hermione tenía y que él necesitaba. Por lo que, tal vez a su pesar, pensó que se lo podría pedir en el desayuno. Pero la hora pasó y no llegó.

No quería preguntarse mucho dónde estaría, solo se convenció de que a más tardar, si no la veía en el almuerzo, la iría a buscar a la sala. Pero llegado el almuerzo, la castaña tampoco estuvo.

Ya convencido entonces de que tendría que ir él mismo, salió por el pasillo camino a la sala, cuando lo interceptó la morena. Esta, se puso a su lado, y tratando de seguirle el paso, intentó sacarle información.

-Buenas tardes, Severus...- El pelinegro siquiera se mosqueó.- ¿A dónde vas?

-¿Eso le importa?- Le dijo bruscamente.

-En realidad, sí. Estuve pensando que ya que es domingo y tienes el día libre de tu alumna, podría hacerte unas preguntas sobre el cuestionario.- Severus seguía caminando de brazos cruzados.- Y por lo visto, en la dirección que caminas, estás yendo a la sala de los muchachos, ¿buscas a Granger?- Pero como no recibió respuesta, maliciosamente, cansada de no tener la atención del pelinegro, Mónica se detuvo y le dijo.- No la encontrarás allí, por lo que vi, estaba teniendo un placentero almuerzo con el profesor Espesa. ¡Qué extraño! ¿No lo crees?- Y ahora así, había captado la atención del pelinegro. Sonrió de costado y se acercó.- ¿Aún irás a la sala?

Hermione estaba teniendo un placentero almuerzo, como habían acordado, con Espesa. En su oficina.

Había desayunado con Ginny, para ver cómo estaba y luego decidieron con el profesor, que el té se podría transformar... en el almuerzo en cuestión. Y ahí estaban. Tranquilamente hablando como dos amigos. Hasta que el profesor Espesa, a su pesar, le informó a Hermione que tenía trabajo, y que le había encantado pasar tiempo con ella.

De esa manera, la castaña, también complacida por el tiempo compartido, se levantó para dejarlo trabajar tranquilo y se despidió con la mano.

Cuando llegó a la sala, recordó que debía devolver los libros que había sacado la semana pasada, así que simplemente los hizo levitar y se dirigió a la biblioteca.

Una vez allí, le extendió los libros a Madame Pince y esta, sin mucha gana, los tomó y vio como la castaña seguía buscando algo más para leer.  Solo que no contaría que al salir, se encontraría con el pelinegro, devolviendo el libro que también sacó el mismo día con ella. Hermione se puso algo nerviosa y cuando Snape la vio, este solo la miró de pies a cabeza y se volteó para seguir por su camino. En parte, a Hermione le dolió, pero cuando vio que se detenía y giraba en sus talones sintió nuevamente palpitar su corazón.

-Que oportuno verla, Granger. Necesito los informes que se llevó el viernes. Los quiero en mi despacho en 10 minutos.- Y así, se volvió para irse. La castaña frunció el seño.

Tenía los informes de pociones en las manos y se dirigía a las mazmorras como el profesor había ordenado, solo que en parte, a pesar del enojo personal con Snape, ahora sentía algo de decepción. Pero cuando llegó, tocó la puerta y desde adentro se escuchó.

-Pase, ¿qué espera? ¿Una invitación?- Ese era el Snape que Hermione conocía, no, ese era el huraño profesor Snape. Hermione abrió la puerta y vio como el pelinegro estaba escribiendo con su mano derecha y con la izquierda, tambaleaba los dedos contra la mesa. Con una ceja arriba, observó a Hermione y le señaló con la mano la punta del escritorio.- Hasta que los trae. La estuve buscando, pero estaba ocupada.- Comentó con una sonrisa sarcástica. Estaba enojado..

-¿Me estuvo buscando?- Volvió a preguntar Hermione cruzándose de brazos.- Estaba ocupada.- Snape alzó la vista, se preguntó: ¿Acaso me toma de estúpido?

-Ahora, se dice estar ocupada. Que interesante.- La castaña frunció el seño.

-¿Ahora de qué diablos habla?

-¡Cuide su vocabulario conmigo, señorita Granger!- Contestó bruscamente el hombre. Hermione no entendía nada.- Estaba almorzando con el profesor Espesa, su querido amigo... No la culpo, de seguro estaba tan... ocupada... Puede retirarse.- Ordenó entonces al final volviendo a escribir.

-¿Y qué si estaba con el profesor Espesa? Al menos yo, no tengo otras ideas en la cabeza que solo comer con el hombre.- Snape golpeó la mesa con su puño y se levantó de golpe.

-¿Insinua que yo las tengo? Basta. Se encuentra así por los malditos celos que tiene ante la señora Bella Fuente. ¿Has tenido en cuenta en qué estado me dejas a mí, acaso?- Frunció el seño. Y la voz de Snape cada vez subía más de tono.- La noche que vino, la eché.- Hermione frunció el seño y se acercó con una sonrisa sarcástica.

-¿A sí? Dime, ¿en dónde la echaste? ¿Sobre la cama, el sillón o el escritorio? Mmm, tal vez siquiera necesitaron un lugar en específico.

-¡Que no me acosté con ella, Granger!- Snape se recargó en sus brazos sobre el escritorio y enfrentó la mirada de Hermione con el mismo enojo.- ¿Cuándo entenderás que no te trato como una amante? Y ya tampoco a ella.

-Pero ella sí te trata como uno.- Severus rodeó la mesa para quedarse frente a Hermione con el seño fruncido.

-¡Me importa un carajo como me trate o siquiera ella, Hermione! Porque como un estúpido estoy asqueado de siquiera pensar ahora en estar con cualquier otra mujer que no seas tú. ¡Maldita sea!- El pelinegro golpeó el escritorio con el puño mientras ahora le daba la espalda a Hermione. La castaña, tenía la boca abierta y miraba a Severus... Por alguna razón, el enojo... se había ido... El pelinegro volvió a rodear el escritorio.- No hice nada, porque por primera vez me sentí con cargo de conciencia. ¿Por qué no viniste a mí para despejar todas las inseguridades, Hermione? No, no soy el hombre perfecto y por lejos voy a ser el hombre que te convenga. Yo no te hato a mí, Granger. Tú sola dijiste que querías conocer todo sobre mí. ¡Pero jamás me diste la oportunidad de mostrarte la verdad al fin y al cabo! Viste lo que quisiste...

-Tenía miedo, ¿puedes entenderme?

-Y tú, ¿puedes entenderme a mí?- Hermione enganchó sus ojos negros. – Jamás, en la vida me importó que una mujer se sintiera insegura por lo que hacía o dejaba de hacer. Y luego, apareciste, Granger. ¡Y odio ser tan vulnerable a ti!- A la castaña, los ojos se le estaban cristalizando.- Odio sentir que en cualquier momento te irás, y saber que me dolerá, ¡Cuando no debería ser así! ¿Te preguntaste alguna vez sobre mis miedos? Soy un hombre mucho mayor que tu, Hermione. Tengo millones de defectos que no puedo esconder y sé que todos son motivos para que abras la puerta y te vayas... ¿Alguna vez te preguntaste lo que yo sentía? No, no digo mis sentimientos, y siquiera entiendo por qué te lo digo ahora.

-Severus...- Dijo entonces la castaña cayéndole una lágrima por la mejilla. Snape bajó la cabeza.

-Rechacé a Monica, Granger. Solo necesitaba que supiera eso. Puede retirarse.- Era obvio, que necesitaba tiempo solo. Y Hermione, muy a su pesar, se fue por la puerta lentamente. Snape, por su lado,se tapó la cara y de un momento para el otro, tiró la silla bruscamente como los pergaminos que estaban sobre la mesa.- ¡Mierda!



Solo para aclarar, no culpen a Snape o a Hermione de las cosas. Recuerden que son dos personas muy diferentes que se están enfrentando a sentimientos que jamás sintieron, y que al fin y al cabo, no son aceptados por los que están a su alrededor. TRANQUI, YA VA A PASAR EL ENOJOOOOO

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