La esposa del ministro

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¿Qué tanta casualidad podía haber? ¿O sería mala suerte? Hermione no lo entendía aún. Porque estando allí, cerrando la puerta, observó como el pelinegro miraba a esa morena a los ojos, y esta, tenía en su mirada un brillo malicioso. Hermione reventaba del enojo, de los celos. Y no cerraba en su cabeza como horas antes... Snape y Hermione estaban hablando de esa vieja amante...

Horas antes...

Hermione miraba como Severus corregía unos pergaminos de mala gana, le encantaban sus manos y cómo las gesticulaba. Snape techó el ultimo renglón y giró con elegancia a mirar a Hermione, quien estaba sentada en su silla, en el escritorio. La castaña le sonrió con cariño.

-¿Tienes hambre? Podemos cenar...- Snape asintió una vez con la cabeza y ambos se levantaron para ir a los aposentos de Severus. Una vez allí. Prepararon la mesa y se pusieron cómodos. Era lunes y luego de comer, tendrían su patrullaje semanal por la entrada del castillo.

Comieron básicamente en silencio, ya que Severus, seguía leyendo unos papeles sin muchas ganas. Por la cabeza, a Hermione le había surgido una duda hacía ya unos días, luego de lo hablado con Espesa.

El rubio, tenía entonces como "novia" a la profesora Sinistra, o tal vez simplemente la tenía como amante, mientras que la profesora se había enamorado de él... Y bueno, Espesa, al fin y al cabo no. Y le llevó a preguntarse entonces a Hermione, ¿cómo la veía Snape? ¿Cómo amante o algo más?

Retorciéndose un poco la terminación de su camisa blanca, levantó la mirada hacia él. Estaba concentrado con los papeles.

-Se... Severus...- Llamó insegura, frunciendo el seño consigo misma. Snape murmuró como respuesta.- ¿Cuántas... cuantas amantes has tenido?- Severus miró un segundo a la nada y después la miró de costado.

-¿Por qué la pregunta?- Hermione miró hacia otro lado intentando restarle importancia.

-No, no sé... Jamás he tenido amantes. Y en realidad, no sé como... Es. Ja.- El pelinegro arqueó una ceja y Hermione rodó los ojos frustrada.- Dijiste que mis dudas las podías despejar... Y tengo una.- Snape se recargó juntando sus manos encima de la mesa. De repente, los papeles dejaron de ser de importancia. Asintió con la cabeza para que prosiguiera escaneando con la mirada a Hermione.- ¿Tu... yo... Me ves solo como una amante más?- Snape bajó la mirada a las manos apretadas de Hermione. Estaba nerviosa.- No es que en realidad me incomode, solo quiero saber en dónde estoy, en qué categoría...- Severus suspiró y se cruzó de brazos.

-No, Granger. No la veo como amante. Aunque eso facilitaría muchísimo las cosas a mí favor.- Hermione volvió a levantar la mirada un poco más confiada.- Me acaba de decir que jamás tuvo un amante. Pues le contaré las cosas que yo no hago con mis amantes.- El pelinegro se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro lentamente. Intimidante y serio.- Nunca como con ellas. No tomo té, no les leo un libro. No juego al ajedrez. No las miro más de lo que quisiera, y por favor no me tomes de morboso en ese sentido....- Hermione se levantó, Snape se había detenido en la chimenea, mirando el crujir de la madera quemándose.- No las beso como te beso... No las acaricio como lo hago contigo...- Hermione quedó a dos pasos de él y Snape volteó lentamente y la miró desde arriba. Extendió la mano y le acarició la mejilla.- No duermo con ellas en la misma cama. Y sobre todas las cosas... No les digo que me gustan.- Hermione le sonrió enternecida con él y lo abrazó. Severus hizo lo mismo.- Por eso, Granger, se me harían las cosas más fáciles si pudiera verla como una amante.

-Pues... No te las haré fáciles.- Severus sonrió y apoyó su mentón en la coronilla de la castaña.- ¿Has tenido mujeres con las que hubieras estado repetidas veces?- Severus se acercó al sillón y se sentó. Le hizo un gesto a la castaña para que se sentara en sus piernas y así lo hizo.

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